Cisne Negro ✔ Asher #2

La primera estupidez que cometí

El inicio

De todas las maneras en las que se puede iniciar una historia, no tengo ni la menor idea de cómo iniciar esta.

Quisiera destacarme e inspirarme tanto como en esas historias que te roban el sueño y la tranquilidad con las tres primeras palabras, pero supongo que lo más coherente es empezarla desde el principio y no desde donde quisiera solo porque sé que ustedes me juzgaran, odiaran y me llamaran zorra en alguno o varios momentos.

Desde ya quiero decirles qué lo que sucedió es simplemente eso, lo que sucedió. No pueden culparme por acciones y reacciones que en algún momento no supe controlar, sin embargo, no me excuso, sé que hoy en día quizás soy la hija de perra más grande del mundo, que las autoridades me están buscando en cada rincón del país, que el hombre que amo me odia y si tuviese la oportunidad de matarme con sus propias manos yo no huiría, que maté a alguien que ni siquiera sabía que quería y sobre todo creo que soy culpable de la tranquilidad que les voy a robar si deciden leer lo que tengo para decir.

La mayoría de ustedes están aquí porque conocieron la historia de Sofía, muy probablemente se enamoraron de ella, de la chica perfecta, bonita, ejemplar, toda una dama y no los culpo, porque incluso yo puedo decir que ella es todo eso y más; Pero, yo soy la mala de la historia, y esa es la única verdad, yo soy la pesadilla de Sofía y Diego, la lepra de Simón Asher y también el demonio que ustedes nunca van a querer.

Tengan en cuenta que en la mayoría de las historias: "La versión que cuentan los buenos no siempre es la verdadera."Así que aquí está la versión de la villana. Allá ustedes cual prefieren creer, si la de ella o la mía.

***

Cúcuta, Frontera Colombo venezolana

Barrio bajo

2017

El primer problema en el que me metí por conseguir lo que quería.

—¿Quien metió la marihuana al colegio? —Una voz firme y me ensordeció en una fracción de segundo.

No respondí, no podía defenderme; o bueno, si podía, solo no me daba la gana.

—Si no me dices quien metió la droga al plantel, te prometo que haré todo lo posible por joderte la vida. —Podía verle los dientes a aquel ser que me resultaba tan repugnante, tanto física como psicológicamente hablando.

Dudo que pueda jodermela más.

La directora me miraba fijamente con los puños cerrados y la rabia contenida. Ella creía, juraba, y daba por hecho que yo abriría la boca con sus amenazas, pero se equivocaba, mi intención era todo lo contrario.

Y sé lo que puedes estar pensando ¿Qué clase de historia empieza así? Te aseguro que solo la mía. Y esta historia se remonta, lo prometo, pero aquí es donde quiero empezar: Donde casi termino tras las rejas por conseguir salir de otras.

—Créame, no le tengo miedo. —Dije recostándome de la incómoda silla plástica de pintura desgastada frente al escritorio. En realidad tenía todo el miedo, porque cualquier movimiento en falso sería mi fin.

—¿Tienes idea de la gravedad de este asunto? —Ladró y sentí las pequeñas partículas de saliva caer en mi rostro.

—¿Tiene idea de la gravedad de su amenaza? —Limpié su ADN de mi cara con cinismo. Ser una perra se me estaba dando, ojalá que la máscara me durara lo suficiente.