16. Amo y señor

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Odette. 

—Mi señor. —Llamé sumiéndome en la oscuridad de la habitación. Sentía a flor de piel un leve frio erizarme la piel, incluso estando tan acostumbrada a este protocolo, él seguía poniéndome los pelos de punta. Poco a poco las tenues luces fueron emergiendo delante de mí. —Me mandó a llamar.

Me arrodillé en la alfombra de terciopelo rojo, justo en frente de aquel imponente hombre de traje gris sentado con una pierna sobre la otra en una silla reclinable. Intimidaba, en todos los sentidos la palabra para identificar a Simón Asher, a mi amo y mejor postor, era esa: Intimidante.

—Mi precioso cisne. —Bajé la mirada, era irrespetuoso mirarlo a los ojos hasta que me diera la confianza correcta para hacerlo. Por supuesto que le temía, paralitico o no, ese hombre me había condenado a ser la mujer de judas en lo más tétrico del amor. —Mi creación. —Susurró estirando su mano y acariciándome una mejilla hasta rozar su pulgar por mi labio inferior.

No hizo falta más de un segundo para sentir como la mano que me acariciaba de un momento a otro me proporcionaba una bofetada que me hacía voltear la cara y mantener la postura ante aquel maldito que tenía tanto poder sobre mí.

Sentí la mejilla arder y mis ojos aguarse, era doloroso pero prefería mil veces que me pegara a que me violara como antes solía. El peor recuerdo que tengo fue la vez que mandó a sus hombres a cerciorarse si era virgen.

Quizás algunos no quieran saber esa historia, pero resumida va a que me tiraron en un granero al fondo de la mansión y los hombres de Simón echaron a la suerte quien me tomaba primero. El ganador fue un hombre aproximadamente cuatro años mayor que yo, corpulento y con una pinta feroz, yo delgada y mal alimentada no iba a poder resistir una violación y solo rezaba en ese entonces para que del miedo se me detuviera el corazón.

Sabía que incluso muerta aquellos hombres harían conmigo lo que quisieran.

Recuerdo al susodicho desabrocharse el cinturón y pegarme contra la puerta de las caballerizas, yo estaba completamente desnuda y mojada puesto que luego de secuestrarme Olivia había tenido la maravillosa idea de decirle a los guardias que me bañaran con agua fría para "Eliminar los gérmenes de mi barrio".

El hombre se posicionó y por reacción empecé a llorar cuando vi que ni siquiera tuvo la molestia de ponerse un preservativo, no estaba siquiera lubricada y sabía que dolería. El grito fue automático cuando sentí la embestida de golpe, no había entrado completo, ni siquiera la mitad, el hombre se quedó petrificado mirándome a los ojos por lo que pareció una eternidad.

Se separó de mí bruscamente y sentí el ardor más potente, estaba sangrando y demasiado. Julián entró minutos después con otro hombre que me cargó, me pregunté qué cojones hacia el ahí una y otra vez, sentí la necesidad de correr a él, era la única persona que conocía.

La bestia que no abusó de mí por completo le susurró que yo era virgen y Julián lo abofeteó, luego de eso, fui entregada en la alcoba de Simón, me inyectaron una droga muy potente porque según las muchachas de servicio estuve más de un día inconsciente y con las piernas más que adoloridas.

No sé que hizo él conmigo, o que hicieron otras personas conmigo pero luego el tener que servirle sexualmente por obligación solo para que no me drogaran a diario se me hizo costumbre. Era una misma secuencia: saltar sobre el hombre paralitico, hacer que se corriera, dejar que me tocara, pegara, ahorcara, fingir un orgasmo y luego marcharme.

—A sus órdenes, mi señor.

Cisne.

Él solía decir que ese era un animal majestuoso, admirable y a la vez audaz. Mucha coincidencia con el hecho de que la primera vez que vi a Julián también me hubiese apodado de la misma forma. La cosa aquí era simplemente cuestión de perspectiva.

Cisne Negro ✔ Asher #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora