14. Él también amó en el pasado

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Sofía.

Un suave sabor cítrico resbalaba por mis labios, lamía cada gota y en ellas aún podía sentir los pequeños granos sin disolver de lo que era un suave jugo de naranja en sobre y deshidratado. Miré el fondo del vaso en mis manos, no podía evitar imaginar que cayera al suelo y se rompiera, que los trozos se dispersaran y en el mejor de los casos me hirieran haciendo mi piel sangrar.

Durante días me torturé si Diego tenía razón en la posibilidad, por muy absurda que pareciera, de que yo tuviese un hijo. No recordaba lo sucedido en ese tiempo, aún había una amnesia dominando mi mente, no recordaba mucha de las cosas que Simón me hacía, no recordaba la última vez que visité un ginecólogo, pasé los últimos días mirando mi cuerpo intentando encontrar alguna cicatriz de cesárea, sumergida en un insomnio potente en el cual me aterraba la idea de que en verdad esa fuese una posibilidad.

No sonaba tan descabellada esa idea, sobre todo tratándose de la familia que me tocó.

—Sofía. —La voz del hombre sentado en frente de mí era suave, calmada, tanto que me satisfacía solo escucharle pronunciar mi nombre. —¿Tiendes a recordar a través de tus sueños? Cuéntame como reconociste a tu esposo, que crees que influyó para que tu mente se aclarara tan abruptamente.

Sonreí al escucharlo hablarme de esa manera.

Intentaba ponerme seria en el asunto, necesitaba hacer esto, prestar atención, ayudarme a mi misma a recordar que demonios había pasado con mi vida y si había otra en riesgo, pero no podía; yo Sofía Asher estaba contando mentalmente las tablas de madera que separaban el techo de aquella habitación donde me encontraba.

—Sofía. —El hombre insistió. Giré mi cara y encontré su mirada, Dios, no entendía como podía estar tan calmado luego de saber todo lo que estaba sucediendo conmigo.

—¿Alguna vez tuviste un caso como el mío? —Evadí la pregunta anterior. Aún mirando el techo, divagué queriendo entablar una conversación diferente a lo que el protocolo de este hombre obligaba, porque aparte de ser quien era, irónicamente con el tiempo era lo más cercano que tenía a un amigo. —¿Alguna vez atendiste a alguien tan estúpido como para olvidar su pasado, ser violada y aún así contar una historia como si nada hubiera sucedido?

—Sí. —Dijo garabateando algo en una vieja libreta sobre sus piernas. —Pero a diferencia de ella, no dejaré que te mates por no saber cómo llevar todo esto, Sofía.

Atrapó mi atención y me senté, sin despegar la mirada de la suya. —Hakim, esto me sobre pasa. —Admití. Su nombre en mi voz era gratificante, porque me sentía bien sabiendo que Hakim no solo cuidaba mi espalda, cuidaba de mí tanto física como emocionalmente.

—Lo sé, pero no es algo que no hayas enfrentado antes. Te aterra el recuerdo, que muchas de las piezas sueltas en su cabeza encajen con las versiones de las personas que tanto daño te han hecho, no quieres darles la razón y eso está bien, pero Sofía ¿Por qué te aterra tanto que Diego tenga razón? ¿Qué conoce él de ti como para que te quiebres con solo pensar que se irá de tu lado si eso resulta ser cierto?

—No sé si seré capaz de afrontarlo si eso es cierto. No tengo miedo de que Diego me deje, tengo miedo de no ser lo suficientemente fuerte o madura para enfrentarlo, Hakim, o sea ¿Un bebé? Una sentiría ¿No crees? Hay un instinto, un miedo, unas ganas jodidamente grandes de querer que sea cierto, pero si resulta ¿Dónde cojones está mi hijo, Hakim? ¿Por qué lo olvidé? ¿Por qué me hicieron esto?

—Quisiera poder responder tus preguntas, Sofía. —Era sincero. —¿Qué dijo la ginecóloga?

—No hay pruebas de que haya dado a luz o algo por estilo. —Conté algo nerviosa. —Pero...

Cisne Negro ✔ Asher #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora