2. ¿Cómo sabes nuestros nombres?

101 6 2
                                    

Me despierto casi sin poder respirar y, para mi sorpresa, esta vez no es por una pesadilla, sino porque tengo el brazo de Leslie en mi cara.

-¡Maldita sea Les! ¡Casi me matas!- ante mis gritos ella simplemente se da media vuelta mientras duerme.

Puesto que me he desvelado, cojo mi móvil para ver la hora, me sorprendo al ver que solo son las siete y ya tengo un montón de notificaciones, en un rápido vistazo veo que son la mayoría felicitaciones por mi cumpleaños. No le doy mucha importancia, casi todas son de gente que solo me habla por conveniencia, al ser una familia de dinero e ir a un instituto elitista la mayoría de la gente solo quiere ser tu amiga porque eres rica, por eso nunca tuve muchos amigos más allá de mi grupo de la infancia, en el instituto eran todos unos superficiales egoístas.

Dejo el dispositivo a un lado y me levanto para ir al baño y darme una ducha, dormir con Leslie es horrible, aunque tenga el aire acondicionado puesto, te abraza toda la noche y despiertas sudada y llena de babas. Cuando salgo del baño voy al vestidor con la toalla alrededor de mi cuerpo, no me pienso mucho que ponerme, quiero ir a la playa a disfrutar de las primeras horas de sol, cuando la temperatura no es muy alta aún. Cojo un pantalón de lino largo blanco y un top negro, una vez vestida me detengo unos segundos a mirarme en el espejo.

No me he lavado el pelo, por lo que mi melena castaña está suelta y cae hasta un poco mas arriba de mi cintura, tampoco llevo maquillaje, las ojeras de la mala rutina del verano están empezando a marcarse más debajo de mis ojos, este verano he bajado algo de peso, tengo la cara algo más delgada que años anteriores. Me tomo unos segundos en observar mi cuerpo, las horas de gimnasio empiezan a dar su fruto, mi abdomen está definido y plano.

Salgo de la habitación intentando hacer el mínimo ruido posible, a estas horas solo la abuela está levantada y, si soy lo suficientemente silenciosa y tengo suerte, podré salir de casa sin que se de cuenta, no es que me tenga que escapar de casa, pero si me ve salir me hará muchas preguntas y quiero mantener la poca paz mental con la que me he levantado.

-¿A dónde te crees que vas, señorita?- el susurro del abuelo a mis espaldas hace que me gire muy despacito.

-¿A comprar pan?- estaba en mitad de la escalera espiando que la abuela no estuviese en la cocina.

-Bella, no le mientas a un mentiroso... Ve a donde quieras, pero no tardes, yo distraeré a la a buena- deja un beso en mi frente y sonrío.

-Eres el mejor del mundo entero.

-Feliz cumpleaños, Bella- me estrecha con cariño contra su cuerpo, estar con mis abuelos es una de las cosas que más disfruto en el mundo, les quiero como a nadie.

Le agradezco con una sonrisa y dejo que pase delante de mí. Cuando él está en la cocina hablando con mi abuela, recorro el pasillo y abro la puerta lo más silenciosamente posible, salto de alegría una vez estoy fuera y nadie se ha dado cuenta.

Cojo el coche de Bruno que es el que no está en el garaje y así evito hacer ruido y que me pille, una vez estoy en la carretera conduzco durante unos cuarenta minutos hasta llegar a la playa, aparco y me bajo del coche. Enseguida me saco el calzado para sentir la arena en los pies, aún no está caliente del todo, conserva cierto frescor de la madrugada. No me lo pienso mucho, camino hasta estar a una distancia prudente del agua y me siento.

Me quedo unos segundos mirando el mar, sin pensar en nada, simplemente disfrutando de la tranquilidad que éste me brinda. Siempre me he sentido relajada estando así, sin ruido a mi alrededor, solo las olas rompiendo contra la arena. Un rato después saco de mi bolso una libreta y un bolígrafo, siempre los llevo encima, cuando consigo unos minutos de paz me gusta plasmar mis pensamientos en el papel.

Someone Like YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora