Cualquiera conoce que la medicina no es una carrera sencilla. Samuel pasaba más de seis horas diarias estudiando, unas dos más haciendo trabajos y unas cinco cursando.
La rutina era cansadora, estaba durmiendo poco y si no fuera por el comedor de la universidad también estaría comiendo mal. El primer año descubrió que tenia ojeras, había perdido peso, y encima no se molestaba en cuidarse mucho. Se bañaba todos los días por costumbre pero su pelo estaba algo largo y había olvidado afeitarse durante algunas semanas. La barba le picaba un poco, pero todo estaba bien hasta que llegaba a su casa de visita los fines de semana y su madre le decía que era un vagabundo.
Ya en segundo año encontró una forma de no descuidarse tanto: Dividirse más los tiempos. No era fácil, había que admitir, pero Sam no tenia vida social así que eso ayudaba bastante a ganar tiempo y no extrañaba amigos porque bueno, no los tenía.
Normalmente debía revisar su email para asegurarse de que habían llegado los trabajos a los profesores pero una mañana encontró algo que no esperaba.
Samuel pestaño incrédulo ante el texto, pero releyó el asunto sobre todas las cosas:
“Usted ha sido seleccionado para asistir a las practicas pre-preparatorias, beneficio de sus destacadas notas’’
Apago la computadora y salió de la casa.
–¿Samuel? ¿Samuel que sucede? –dijo Sara en el pasillo al ver la expresión de su vecino.
–Creo que voy a entrar antes en las prácticas de la carrera.
–Oh, pero eso es muy bueno Samuel. Felicidades.
–Claro– dijo no muy convencido –Es bueno.
Sara lo miro como si fuera algo extraño –Espera, no querías.
–Si, claro que quiero. Solo es que me tomo por sorpresa- replico Samuel –No importa. Me voy.
Samuel se apresuro a bajar las escaleras y tomo el colectivo a la facultad. En cuanto se sentó comenzó a considerar lo que estaba pasando.
¿Cómo iba a lidiar con ello? De repente su tiempo se debería duplicar, debería tratar mas con las personas y no podía rechazar esto. Comenzó a pensar que era como su don, algo que ya estaba y no había vuelta atrás.
–Disculpa querido ¿Está ocupado?
Samuel miro a la voz que lo distrajo de sus pensamientos. Una señora se encontraba parada junto a él mirando el asiento de al lado.
–No, siéntese señora.
–Gracias querido ¿Vas a la universidad?
–Si ¿Cómo lo supo?
–Me dedico a la adivinación. Soy una bruja.
–Bueno, tiene más cara de abuela que de loca bruja malvada con escoba y verruga.
–Si eso fue un alago Samuel, ya entiendo porque no tienes amigos.
–¿Cómo sabes mi nombre?
–Te lo dije.
–Disculpa si no te creo, pero lo cierto es que no creo y punto. La magia no existe.
–Y las manos sanadoras tampoco ¿No?
Samuel abrió los ojos grandes –No, no es posible.
–Oh sí, lo sé hijo. Las cartas me lo dijeron.
–Pero eso no existe, la magia, las cartas ¡Son una estafa!
–Hay gente que estafa con eso, hay gente que no. Los brujitos blancos lo sabemos ¿Puedo preguntarte algo?
Samuel miro hacia los costados, había al menos dos asientos de diferencia con la mayoría de los pasajeros y ninguno parecía estar prestándoles atención. Asintió en respuesta con la cabeza hacia la mujer.
–¿Crees estar listo para enfrentarte con tu poder?
–No. De hecho buscare una forma de sacármelo.
–Tonterías. Lo aceptaste y usaste durante tanto tiempo que ya no puedes “sacarlo”, solo queda que vayas más allá.
–No lo hare, olvídalo.
–Está bien escucha esto– dijo sacando una tarjeta de su bolsillo –Intente evitarte el mal trago pero al parecer lo harás del modo difícil. Me llamo Maria, si en algún momento necesitas de mi, ve a esta dirección, pide el LDLC y deja un papel ahí en blanco. Yo te buscare al otro día ¿Está bien?
–Existe el teléfono en esta época ¿Lo sabías?
–Tu hazlo y deja de ser tan cretino. Me necesitaras hijo.
–Bien– dijo Samuel abriendo su mochila y guardando el papel. En cuanto levanto la cabeza Maria estaba en la otra punta del colectivo bajando en la parada.
–Para ser una vieja bruja es bastante ágil– dijo volteándose hacia adelante nuevamente.
¿A qué se refería con mal trago? La idea vino a la mente de Samuel y el simplemente pensó que estaba loca. Lo bueno es que el resto del día eso lo distrajo para no pensar en las prácticas.
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El poder esta en sus manos
Teen FictionSamuel era un estudiante de medicina destacado y todos le conocían allí aunque no era exactamente el típico chico popular. La mayoría decidía pasar de hablarle porque tenía fama de mal sujeto luego de que dejara casi inconsciente a uno del equipo d...