—Hey Sam —dijo Fran.
—¿Qué quieres?
Francisco sacó la lengua mientras Lautaro a su lado se rió —Mira mi almuerzo, ¿Tienes hambre?
Así era como algunos días Samuel perdía el apetito. Y como Fran se llevaba un buen golpe de su hermano mayor.
Sam había sido hijo único hasta los siete años. En ese momento nació su hermano Francisco. Dos años después lo siguió Analia y otros tres años después Lautaro. Luego pasaron dos años y llegó Luz. Cuando parecía que ya no tendría más hermanos llegó Melanie con una diferencia de cinco años a Luz y 19 de Samuel.
Para cuando Melanie nació, Samuel se había mudado a vivir a una pensión en el centro de una ciudad cercana para empezar sus estudios de medicina, por lo que no pasaba mucho tiempo en casa. Sin embargo, eso no impidió que ambos tuvieran un vínculo estrecho.
Melanie se apegó a Sam en cada visita y el que haya sido una niña de salud delicada, hizo que Sam se ablandara con ella. Al año de nacimiento supieron que tenía Asma y durante todo el primer mes de tratamiento, Samuel mismo se aseguró de que tuviera su medicamento cada día llevándoselo desde el centro de la ciudad. Además se quedaba cada noche y le contaba una historia. Pasado ese mes Sam siguió contando historias a Mely, pero lo hacía solo los fines de semana cuando volvía a casa de su pensión.
—Bueno. Hoy te contaré la historia de pulgarcito
—No quiero esa. ¿Podemos otro?
—Bueno ¿Qué quieres escuchar?
—Háblame de tu poder Sam. De lo que haces con las manos.
Samuel se estremeció. Nunca hablaba de eso con nadie. Sus padres y hermanos lo sabían, pero Mely recién se había enterado y que una niña de pocos años lo supiera era un peligro para el secreto, ya que fácilmente podía decirlo. Sin embargo Mely era bastante madura para su edad y sabía que no debía hablar.
Sam se sentó en la cama junto a ella —¿Qué quieres saber de ello?
—¿Cómo supiste que lo tenías?
—Por un accidente de caza.
—¿En dónde vas con papá los domingos?
—Si —asintió Sam— Yo tenía doce años y Francisco tenía cinco. Papá había decidido que era hora de que él fuera de caza por primera vez.
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Un Domingo 19 de Noviembre Samuel y Pedro habían decidido llevar por primera vez de caza a Francisco. Por la edad de su hermano, habían considerado mantenerlo como una actividad entre ellos dos, pero cuando cumplió cinco años no hubo forma de que quisiera quedarse en casa, así que organizaron un día de caza para los tres.
Todo iba muy bien. Pedro había puesto varias trampas, las armas de fuego estaban listas y las presas abundaban. Sam pensó que pronto serían dos para llevar la recompensa de tan ardua tarea, pero algo ocurrió.
Fran corrió entre los árboles y cayó en una de las trampas para conejos del padre. La trampa estaba destinada a romper los pies de animales pequeños pero a Francisco se le incrustó en el pie. Samuel llegó primero en su ayuda y entró en pánico. Su padre estaba más lejos así que mientras Francisco gritaba de dolor, Sam llamaba a su padre y hacía fuerza para sacarle la trampa de la pierna. En cuanto logró romper la trampa, la sangre de su hermano estaba por todas sus manos. Francisco estaba espantado y adolorido y no paraba de gritar así que Samuel le tapó la boca y desesperado con la otra mano frotó la pierna en un intento por limpiar la sangre que estaba por todas partes. De repente Francisco cambió su expresión y Samuel le quitó la mano de la boca.
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El poder esta en sus manos
Novela JuvenilSamuel era un estudiante de medicina destacado y todos le conocían allí aunque no era exactamente el típico chico popular. La mayoría decidía pasar de hablarle porque tenía fama de mal sujeto luego de que dejara casi inconsciente a uno del equipo d...