Final

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-Ya no puedo escucharte- dijo Samuel mirando la pelota –Ya no puedo hablar contigo

-Eso no importa- dijo Francis –Nunca ha importado realmente.

-Me gustaría poder hacerlo. Tú me has salvado de tantas situaciones importantes y yo solo te ignoro. Si no fuera por los escalofríos ni siquiera notaría que estas aquí, Francis.

-Seguiré cuidándote Samuel- dijo Francis y se dirigió a Santino –No le abandonaré, así como tu amigo no lo hace contigo.

Santino asintió –Te va a agradar Matt, es un buen fantasma.

Francis sonrió al niño –Me recuerdas a el de pequeño. Solo que él era un poco más gruñón. Vamos, tienen que seguir con la mudanza.

Santino tomo a Samuel de la mano y lo llevo escaleras abajo –El te cuidará.

-¿Qué?

-Será tu amigo. Solo no le digas amigo imaginario. Les molesta.

Samuel levanto una ceja pero no agregó nada más. Había recuperado un amigo, uno de los pocos que tenia si no era el único.

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Samuel se encontraba en su habitación leyendo sobre anatomía cuando golpearon a su puerta. En cuanto dio permiso, Maria entro al cuarto.

-Bueno, pero que agradable lugar tienes ¿eh?

-Está bien, supongo. Al menos no comparto habitación con Nate otra vez.

-Y ahora tienes cerca un amigo que no habla- dijo ella mirando la pelota de tenis en la esquina del cuarto –Afortunado tu.

-Es el sueño de todo Samuel.

-Solo venia a ver qué estuvieras bien y a preguntarte por tu familia.

-Hable con mi padre por la mañana y están bien. El nuevo empleo le da más tiempo de estar en casa y desde que se anuncio que yo había muerto, viven mejor.

-Pareces llevar bien tu muerte.

-Siento que todo el mundo estaría mejor sin Samuel Fitzroy y sus manos. Lo mejor que he hecho ha sido morirme.

-No digas eso cariño. No hay nadie que este feliz de tu muerte. Ni siquiera los sujetos que te persiguieron hace dos años.

-Jamás querré mi poder, mucho menos permitir que dañe a mi familia. El nuevo Samuel no tiene ningún tipo de poder. Es normal.

-Tú no eres normal. Deja ya eso- dijo Maria abrazándole –Siempre serás mi niño negado. Vamos te haré budín de chocolate.

-No me trates como a un niño.

-Lo eres para mí. Esta vieja bruja puede aún ver al niño herido Samuel. A ver si sus heridas comienzan a sanar y se vuelve más dulce.

-En tus sueños.

Maria rió y fue a la cocina a hacer budín. Samuel miro a la pelota en la esquina y esta empezó a botar nuevamente.

-Sí. Yo también creo que la bruja me quiere. Vamos a comer budín. 

Fin.

El poder esta en sus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora