Samuel abrió la puerta del último cuarto del primer piso de la casa. Había una cama, colchón y almohada nueva, un armario para la ropa y un escritorio. Samuel dejo su mochila y sus cosas sobre la cama y fue a abrir la ventana
-Cárcel, dulce, cárcel.
-Es hogar, dulce hogar- dijo Nate.
-De última es loquero, dulce, loquero- dijo Felipe Law entrando tras de ellos -¿Por qué tu habitación tiene un balcón en el piso?
-Porque si, se llama patio privado. ¿Qué eligieron ustedes?
-Yo pedí la de al frente de esta. Da vista a la casa en venta de al lado y al jardín- dijo Felipe.
-Yo pedí la de al lado de la biblioteca. Estaré cerca de mis libros- dijo Nate
-¿Sabes que si un asesino que tenga de lugar favorito las bibliotecas entrase a la casa, serás el primer asesinado?- dijo Samuel mientras Felipe sonreía detrás.
-No es cierto, no es cierto- dijo Nate tapándose los oídos y subiendo las escaleras. Felipe se fue a su cuarto a acomodar las cosas.
-Tú siempre saliendo con tus tonterías Nathaniel ¿Por qué no simplemente sales en una cita?- grito Blass desde el pasillo viendo correr al chico. Se habían aliado con Samuel para molestarle.
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-Tío Blass, la casa es muy bonita ¿Me puedo quedar con ustedes?- dijo Santino en el pasillo del primer piso. Los demás ya estaban en sus habitaciones acomodando sus cosas –Porfa, no le decimos nada a mama. A Matt le gusta.
-Mama está detrás de ti- dijo Ángela –Y es la casa de la orden y tu tío. Ellos tal vez luego puedan ayudarte a ti a ser...
-¿Un poco más normal? ¿Eso ibas a decir mama? Yo soy normal – dijo Santino refunfuñando.
Matt giró los ojos y se apoyó contra una pared. En cuanto soltara la frase de amigo imaginario se iría.
-No digo que seas anormal, pero no es normal que veas a cierto amigo imaginario que...
¡Paff! La ventana se abrió y Matt se fue.
-Ya hiciste que el niño fantasma se fuera- dijo Blass -Cuando invite al comité del concurso de belleza, ¿también les vas a decir que no existe? Así jamás voy a ganar.
-Oh, cállate Blass. Cada día estas más loco. Mejor iré a ayudar a Catalina y Melina con la mudanza.
Ángela subió al segundo piso y Blass quedó con Santino y ambos se sentaron en un pequeño sillón.
-Entonces ¿Crees que podrás convencerla de dejarme vivir aquí contigo?
-Claro, solo espera a que Matt la vuelva un poquito más loca y lo haremos.
Santino asintió contento y luego fijo su mirada en la figura que se encontraba en la punta de la escalera. Era un hombre mayor, de la edad de su tío Blass tal vez, sin embargo estaba seguro de ser el único que lo veía.
-Hola, ¿Cómo te llamas?
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Samuel sintió un escalofrió. La sensación se volvió familiar y a la vez lejana. Como algo que había estado ahí y no lo estaba. Lo había sentido cerca del sobrino de Blass, pero este dijo que en realidad lo que sentía era a su amigo fantasma. En el momento había sido un gran shock. Enterarse que el niño tenía un fantasma, enterarse que los fantasmas existían, que había uno bueno parado junto a él. Que los había malos también.
Pero ahora estaba solo. Estaba casi seguro de eso.
La puerta de repente se abrió y en cuanto se volteó no vio a nadie. El escalofrió volvió a producirse.
-¿Matt?
Un poco de frió sopló desde la cama y se volteó.
-No es Matt- dijo Santino –Vive en la casa desde antes.
-Bien- dijo Samuel no muy convencido.
-Dice que tiene algo para mostrarte. Que vayas al último piso.
Samuel volvió a mirar la cama y se movió hacia las escaleras. Detrás de el iba Santino intentando seguir el paso.
En el segundo piso se encontraron con la biblioteca. El Conde de Montecristo se encontraba sobre la mesa de café recién puesta. Santino pensó que había sido obra de Matt pero no dijo nada.
Finalmente llegaron al tercer piso. Allí no había más que tres habitaciones y un despacho, o como Blass le decía "El archivero". Una de las habitaciones era del anciano que decía poder subir la escalera como un joven de 35 años, aunque esperaban que en unos años tuvieran que poner un ascensor. Las otras dos estaban vacías. Sam y Santino llegaron al pasillo y miraron alrededor esperando proseguir. Una de las puertas de los dos cuartos vacíos se abrió de repente.
-Dice que te acerques- dijo Santino.
Samuel asintió y fue hacia el cuarto. Como esperaba estaba igual de vacío que el resto en la casa. Prendió la luz y no vio nada. Santino se asomó por detrás de las piernas de Samuel a ver. De repente una pelota de Tenis giro hacia ellos.
Samuel levantó una ceja y se agachó a levantar la pelota. Y en cuanto la tocó, los recuerdos volvieron.
Era común y corriente, pero tenía una historia que la hacía diferente y una inscripción que parecía haber sida escrita por un pequeño niño con el brazo lastimado y con unas manos especiales:
Francis.
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El poder esta en sus manos
Teen FictionSamuel era un estudiante de medicina destacado y todos le conocían allí aunque no era exactamente el típico chico popular. La mayoría decidía pasar de hablarle porque tenía fama de mal sujeto luego de que dejara casi inconsciente a uno del equipo d...