CAPÍTULO 14

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¿Sabes? Llevo semanas esperándote, Harry. Semanas donde espero pacientemente a tu regreso. Esperando a que cruzes la puerta y me sonrías como siempre lo has hecho.

Que después me abrazes fuerte y me digas un simple "te quiero". Y es que ya no sé si puedo escribirte más. No sé si te tomes la molestía de leer mis cartas tontas, llenas de recuerdos e intentos frustrados. Llenas de narraciones y unos tantos diálogos para llenar los espacio en blanco de las cosas que no recuerdo con exactitud.

Y sé que esto no es facil, por lo menos para mí. Pues te extraño.

Así que basta de mis aires de escritor; basta de creerme importante y de alargar algo cual ya me tiene harto. Ya no diré nada.

No diré que la carta, esa cual fuiste cobarde en no darmelo personalmente, era una invitación a una cita. Tampoco haré mención de qué era una cita que, pese a estar medio asustado y sin saber exactamente por qué, acepté gustoso.

No diré que dejé que Granger me llevase hasta una pequeña cafetería donde estabas, en una mesa, con rosas en mano y el cabello despeinado.

No, no lo haré porque no vale la pena decir más.

No vale la pena, y tal pensamiento me come por dentro.

Aquel pensamiento duele, duele tanto que no puedo respirar.

Duele tanto, pero tanto, que me hace sentir tan perdido.

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Una serie de cartas brevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora