Frozen

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Está historia está basada en el cuento La Reina de las Nieves escrito por Hans Christian Andersen, y va así

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Está historia está basada en el cuento La Reina de las Nieves escrito por Hans Christian Andersen, y va así.

Gerda y Kay eran amigos, y vecinos, y les gustaba jugar todo el día juntos, sobre todo en casa de él, que le regalaba a la niña una rosa de su jardín en primavera. Una tarde que estaban los pequeños jugando dentro de la casa del niño, la abuela de éste les contó sobre la reina de las nieves, una mujer de piel blanca, muy hermosa.

Esa noche el niño estaba mirando por la ventana como cae la nieve, vio un copo que cayó y se transformó en la Reina de las Nieves, tanto se asustó que cayó sentado, se fue a acostar y no le dijo nada a nadie de lo que le pasó. Cuando ya fue primavera, los niños estaban jugando, pero el pequeño se quejaba de que algo se le metió en el ojo y en el corazón, y que le dolía mucho, pero la niña no vio nada raro al revisarlo.

Luego de eso la personalidad de Kay cambio, se volvió frío, enojón y amargado, ya las cosas que antes le gustaban como las flores las odiaba y decía que eran feas, además de empezar a crecerle algo extraño en el ojo que era tan pequeño que nadie se dio cuenta. Así siguió pasando el tiempo, llegó de nuevo el invierno, mientras jugaba con su trineo vio pasar uno más elegante y grande, ató el suyo a ese, pero ya no pudo bajarse más porque cada vez iba más rápido. Ya en pleno campo el vehículo paró, y el jovencito se llevó una gran sorpresa porque era la Reina de las Nieves.

Ella lo besó en la frente y el frío que sintió el niño desapareció, luego fue en las mejillas y olvidó a su gran amiga y a su familia. Mientras en la aldea Gerda buscaba a Kay, al no encontrarlo y decirle algunos aldeanos que se fue atado a un trineo grande, lo fue a buscar al río pensando que se pudo caer, se subió a barco que por poco se fue por la fuerza de la corriente del agua, por suerte una anciana vio todo y pudo ayudarla. La invitó a almorzar, aunque no la conocía, por haberla salvado, decide confiar en la mujer mayor. Pero para su mala suerte, la señora le empezó a arreglar el cabello con un peine mágico que hizo que le pequeña olvidará su vida anterior.

Cuando llegó la primavera, Gerda vio una rosa se acordó de Kay, y decidió sale a buscarlo. Ya cuando llevaba un buen rato andando, se encontró con un cuervo que puede hablar, le preguntó a donde va, ella le contó su historia, entonces el cuervo le dijo que su amigo se casó con una princesa en un castillo, así que el ave, a petición de la niña la llevó al lugar, pero cuando llegó se dio cuenta que no era su amigo. El príncipe y la princesa del lugar al saber de su búsqueda le regalaron unas botas, un par de guantes, y una estupenda carroza de oro con su cochero, sus criados y sus guías.

La pequeña siguió buscando a su amigo pero la carroza al ser de oro, pronto se convirtió en el blanco de unos ladrones, además del vehículo, una de las mujeres de la banda de delincuentes, que tenía una hija se quedó con Gerda para que le hiciera compañía a la niñita.

Esa noche la prisionera le contó a su obligada amiga sobre su búsqueda, y le suplicó que la ayudará, por suerte la hija de la ladrona se apiadó de Gerda y la dejo ir, además le regaló un reno para que le sirviera de cabalgadura.

Por mientras en el palacio de la Reina de las Nieves todavía estaba Kay, allí todo era frío, y no había nada dentro de sus muros. Por fin luego de un tiempo de viaje la niña pudo encontrar a su amigo desde lejos, lo llamó a gritos pero él no respondió, cuando llegó a su lado se dio cuenta que estaba convertido en una estatua de hielo.

Tanta fue su tristeza, que Gerda lloró, sus lágrimas tocaron el pecho del niño y su corazón se descongeló, luego le dio un beso en las mejillas y estas tomaron color, luego fue el turno de los pies y manos, y por fin empezó a moverse.

Ahora la niña lloraba de alegría al ver a su amigo de nuevo vivo, sus lágrimas entraron en los ojos de Kay, y sacaron el pedazo de cristal que estaba en su ojo. En ese momento recién el niño reconoció a su amiga. Estaban tan contentos que no podían dejar de reír, se tomaron de las manos y se fueron en el reno a su casa.

Al llegar a su pueblo se dieron cuenta que nada había cambiado, a pesar del tiempo transcurrido, las casas estaban igual que antes por dentro y por fuera, pero cuando se vieron en un espejo se dieron cuenta que ellos ya no era niños, sino adultos.

Las rosas del jardín del niño habían florecido, y estaban dos sillas al lado, donde se sentaron a mirar todo, con sus cuerpos de adultos, pero con sus corazones de niños.

FIN

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