La voz de su hermano lo llamaba a lo lejos.
Parecían suaves susurros que al mismo tiempo gritaban su nombre continuamente.
— ¡Alex! Grandísimo, tonto. Estás más distraído de lo usual. ¿En qué pensabas?—
— Nada— le responde de la forma menos creíble posible. Para Ian, quien lo conocía como la palma de su mano, el hecho de que intentara ocultarle algo no hacía más que causarle gracia.
— ¿Nada? ¿Es así como llamas a Mara ahora?— cuanto le divertía molestarlo.
— Cállate. No estaba pensando en ella—
— Mientras más lo niegas más estoy seguro de que se trata de ella. Sabes que no tiene sentido ocultarme algo— dijo Ian. — Ya. No seas tonto. Sólo confiesa de una vez—
Alex suspiró con un sentimiento reconocible para Ian.
Angustia, dolor, nostalgia, rabia o tristeza.
— Ella…— comenzó a hablar Alex.
— Un momento. Te siento triste y resentido. ¿Acaso estás así por sus palabras?— Ian admitía para sus adentros que la situación le divertía un poco. Su hermano se comportaba como un niño inmaduro que se enojaba cuando su madre lo regañaba.
El silencio de Alex fue más que suficiente para confirmarlo.
— Bueno, es que… fue muy cruel—
— Vamos, hermano. Casi parece que haces un berrinche— Ian no dejaba de lado las burlas. — No deberías ponerte así. Y no dejes que te afecte. Mara no dice eso de forma intencional. Simplemente no tiene otra forma de expresar sus miedos sin verse vulnerable—
Alex roló los ojos.
— Ya verá. Cuando regresemos me las pagará—
Ian sonrió aún más.
— No seas ridículo. Ella te las cobrará primero a ti por dejarla—
Es cierto. La había dejado y eso no terminaba de gustarle. De hecho jamás le pareció una buena idea haberlo hecho. Corrían demasiados riesgos al dejarla desprotegida por lo menos sin la protección de ambos, que según Alex era la única que Mara necesitaba.
— ¿En serio hicimos bien en dejarla?— pregunta el mayor de la nada.
Ian se sorprendió. Pero su semblante divertido cambió a uno más serio.
— ¿De qué hablas? No es como si hubiéramos tenido otra opción. Las reuniones reales son obligatorias—
— Sólo sería una vez. Bien pueden aplazarla para el siglo que viene—
— Espera. No puedes tener la intención de faltar ¿O sí?—
De nueva cuenta, el silencio de su hermano fue suficiente.
— Mara está sola—
Lo sabía.
Ian era tan consciente de eso como Alex, pero faltar a la reunión sólo empeoraría las cosas.
— No teníamos opción ¿Entiendes eso?—
— Mejo regresemos. Podemos hablar para aplazar la…—
— No seas ridículo. Sabes de antemano cual sería la respuesta. Sé que nuestro deber es protegerla pero también tenemos obligaciones en el reino. Ella estará bien. Debes confiar en su ímpetu—
Su hermano finalmente pareció rendirse tras caer en cuenta que en verdad Mara estaría bien. Ya que tarde o temprano tendría que aprender a defenderse por sí sola.
No sabían cuando sería el momento donde ellos no pudieran estar allí. Pero de que llegaría, llegaría.Mara se levantó de la cama apresurada como si estuviera literalmente cogida de la tarde para llegar a algo importante. Recordó que pudo dormir cómodamente gracias a la ayuda de un tal Yekun. Pero quizás era lo que siempre pensaba en ocasiones como esa: Todo fue un producto de su imaginación para hacerse creer a sí misma que no estaba sola.
A lo mejor fue así.
Suspiró con desgano y se estiró en su cama haciendo tronar sus huesos. Recordó todo lo que había pasado antes de eso y por un momento se arrepintió de sus crueles palabras. Tal vez había sido muy dura e injusta con ellos. Después de todo tenían otras responsabilidades. Diablos, eran príncipes. De seguro sus vidas fuera de ella misma, eran complicadas y llenas de política y quien sabe que otras cosas. Aunque… también llegó a la conclusión de que ellos pudieron haberle dicho toda la verdad mucho antes para ahorrarse semejante discusión vergonzosa. Mejor aún, pudieron haberla llevado consigo.
Justo en ese momento su cabeza giró en dirección a la puerta y allí lo vio. Un hermoso ser de pie elegantemente, con sus brazos cruzados y recostado sobre el marco de madera mirándola con una expresión indescifrable.
— Por fin despiertas—
Así que no fue un sueño. Todo pasó. Pensó Mara.
— Vaya, así que no eras un producto de mi imaginación—
Yekun sonrió con diversión.
— Soy real—
— ¿Qué hiciste con mis padres?— preguntó sin reparo.
—Nada malo. Tan sólo estarán dormidos por un tiempo. Por lo menos mientras estás ausente—
—Bien. No tenemos tiempo que perder. ¿Crees que sea posible que pueda alcanzarlos en el camino?—
— ¿En el camino?— dice Yekun entre risas. — Los príncipes ya deberían estar allá. Se llevarán una grata sorpresa al verte. ¿Estás segura de querer ir?—
—No necesitas preguntar eso—
Mara se levantó de la cama y antes de sacar al demonio de su cuarto para poder arreglarse con total tranquilidad, le preguntó que sería necesario.
— ¿Nada? ¿Estás seguro? ¿No me estás tomando el pelo?—
— Ya me has escuchado, ¿No?— confirma el demonio. — Nada es nada. Sólo lo que tengas a tu mano. ¿O cuánto tiempo piensas tardar?—
— Bueno, esos ingratos mencionaron que la reunión podía durar entre seis meses o un año—
— Eso es cierto. Pero tú no puedes llevar nada. Estás saliendo de tu mundo para entrar en otro sin ser invitada. Serás vista como una intrusa. Y posiblemente traten de sacarte de sus dominios. Aunque al parecer esas advertencias no te interesan lo más mínimo. No sé si tienes muchas agallas o si eres muy tonta como para darte cuenta del peligro que enfrentarás—
— Tienes razón. No me interesa. Y si intentan expulsarme, pues… seré una intrusa difícil de sacar—
El lugar no me interesa. Sólo quiero encontrarme con ellos para… ¡GOLPEARLOS HASTA DEJAR SUS BELLOS ROSTROS CONVERTIDOS EN PURÉ¡ Malditos ingratos. Me las pagarán por haberme dejado.
Ella estaba decidida y nada ni nadie la harían cambiar de opinión.
— Yekun. Necesito pedirte otro favor—
— De nuevo digo… tus deseos son ordenes—
— Necesito que me entrenes—
— Menos ese deseo…— se negó con rapidez. — No puedo entrenarte. No quiero decir que es algo prohibido, pero si, es prohibido. Al menos por el momento. Tanto tu mente como tu cuerpo siguen siendo débiles y no resistirían un verdadero entrenamiento. Además, valoro mi vida—
— Entonces entrena mi cuerpo hasta que pueda resistirlo. ¿Acaso no me dijiste que mis órdenes están por encima de las de los príncipes? ¿Y que también me debes tu vida? Ayúdame. Hazme este favor y entonces tu deuda estará saldada—
— No puedo. Es Ian quien está a cargo de tu entrenamiento—
Mara se enojó. Su paciencia se perdió dando paso a la ira.
— ¡No puedo dejar esto en manos de alguien que parece querer retrasarlo cada que puede!—
— Cálmate. Deberías tratar entonces de ponerte en su lugar. El príncipe quiere protegerte. Pero también es su deseo el que aprendas a defenderte por ti misma para no depender de nadie tal y como tu prefieres—
Mara guardó silencio unos segundos.
— Es obvio que los hombres siempre se apoyan entre ustedes— refutó.
Yekun alzó los hombros en señal de rendición. — No tengo forma de negarlo. Pero seriamente, si quizás aún no ha iniciado con tu entrenamiento no es porque quiera retrasarlo. De hecho es precisamente lo que quiere evitar. Simplemente no ha llegado el momento adecuado—
— ¿Y cuándo será el momento adecuado? ¿Cuándo muera?—
— ¿Sabes que, princesa? Olvídalo. Creo que será mejor que lo hables con ellos al momento de encontrarlos. No disfruto mucho meterme en asuntos ajenos que no me traigan beneficios—
— Dime princesa de nuevo y te haré un rostro nuevo. Apuesto a que te verías bien. Mucho mejor que ahora. Con esa estúpida sonrisa de niño guapo—
Estúpidos y sensuales demonios que no hacen más que presumir de su belleza. Pensó.
— Que miedo— habló Yekun sarcásticamente. Era una mujer interesante. Lo suficiente como para divertirlo un rato.
— Sólo vámonos de una maldita vez—
— Espera un momento. Eres humana. Tu entrada no será tan fácil— el demonio se quedó pensativo durante unos instantes. — Creo que tendré que pedirle ayuda a mi madre—
— ¿Los demonios tienen madre?—
La pregunta lo sorprendió. Pero unos segundos después ya se encontraba carcajeando sin parar.
— ¿Qué puede ser tan gracioso?— preguntó Mara.
— Claro que la tenemos. Es la madre de la mayoría de demonios de sangre pura—
— Vaya que no perdió el tiempo—
El semblante del demonio cambió a uno más serio. Y miró a Mara con esa misma seriedad.
— Existen seres que han creado sus propias razas. Pueden ser matriarcas o madres de cuna. Pero no siempre es un significado literal. Mi madre, por ejemplo, es madre de cuna ya que engendró y procreó para dar vida y continuidad a una raza. Las matriarcas no engendran pero utilizan sus poderes y energía para crear una raza—
— Entiendo. ¿Y cómo se llama?—
— Lilith—
— A esta altura no me sorprenden los nombres extraños. Pero es bonito—
— Así fue nombrada por el todopoderoso que ustedes los mortales veneran—
— ¿Qué?—
- Yo no venero de la forma en la piensas, simplemente me gusta creer que hay algo más aparte de nosotros.
- Como usted diga señorita, pero ya debemos irnos, preparé un portal cerca de aquí
- Bien
Caminaron un par de cuadras y en una casa desahitada, con un letrero de “se renta” en la puerta se detuvo el chico y entro como si nada, en el jardín había un vórtice de al menos metro y medio de diámetro, el demonio cargo a Mara, preparándose para cruzar
- Sujétate fuerte – dijo el joven y se lanzó a través del remolino oscuro
Al abrir los ojos Mara vio todo que todo a su alrededor era un poco opaco, como si el cielo estuviera nublado, caminaron un poco más y vieron un castillo no muy grande, pero tampoco pequeño, entraron por una puerta escondida entre los matorrales, que Mara juraba que acaba de aparecer, pues no la había visto antes y que al parecer Yekun conocía muy bien, el pasaje los llevo a un hermoso jardín y justamente se acercaban dos figuras varoniles, por lo que Mara se escondió detrás de su guarda espaldas pero solo eran los hermanos Aldrich pero había algo diferente…
El rostro de Alex pasó por varias facetas al ver a Mara parada frente a él, primero sorpresa, después enojo, tal vez miedo y finalmente tristeza. Pero Mara no se fijó en eso, en su lugar observó detenidamente, era el mismo Alex de siempre, pero hoy sus ojos eran rojos, su cabello era largo, tenía cueros como los de Yekun, grandes y negros, y en su espalda tenía un par de alas como las de un ángel pero eran negras en vez de blancas.
- ¡¿QUÉ HACES AQUÍ?! – Gritó Alex con una obvia furia, dejando perplejos a todos los presentes
- ¡NO ME GRITES IMBÉCIL! – Repuso Mara el mismo tono – Obviamente vine por ti, por ustedes, quiero que vayan a casa conmigo, ahora.
Yekun se adelantó para ponerse de lado de Mara, no podía permitir que fuera tratada de esta manera, pero antes de dar otro paso Ian lo detuvo y negó con la cabeza, “ellos necesitan aclarar las cosas” susurró el vampiro en la mente del demonio, por lo que se quedó dónde estaba.
- ¡Eres una tonta, no tenías que venir aquí, te dije claramente que regresaría! – decía el príncipe demonio.
- ¡Y yo te dije que no estoy dispuesta a esperar tanto tiempo, por vine a llevarte de regreso ahora! – respondía la joven humana
- No puedo, no lo entiendes, es una reunión importante, los humanos no pueden venir aquí, mucho menos si eres tú
- ¿Es más importante esa reunión que yo? Soy tu novia, tu prometida, ¿Eso no significa nada para ti?
- Cállate, es peligroso que digas esas palabras aquí
- Entonces respóndeme
- Tengo que estar aquí, de esa forma puedo conseguir más tiempo para que estés tranquila, debes despertar y aún no has mostrado ninguna señal de ello.
- ¿Es esa la única palabra que conoces? Despertar, despertar, es lo único que repites siempre, por si no lo has notado yo no quiero despertar
- Pero debes despertar – susurró Alex con voz dolida
- No quiero, no sé qué pasará cuando despierte, quiero seguir aquí, quiero mantener mis recuerdos, no me quiero convertir en otra persona ¿has pensado en eso? Que tal vez esta yo que está parada frente a ti desaparezca
- Debes despertar, seguirás siendo tú, solo que más madura porque recordaras tus vidas pasadas y serás la Mara imponente de siempre
- No, no es así, yo no conozco a esa Mara imponente, para mi ella no existe
- Si existe
- Alex, ella no seré yo, no sabes el miedo que tengo, será otra mente manejando mi cuerpo a su antojo, entiéndelo, yo estoy dispuesta a olvidar eso mientras estés conmigo, pero no puedo sola, por eso te vine a buscar. Pero parece que no has entendido algo, tú Mara y yo somos personas diferentes y si ella despierta yo desapareceré.
- Eso no es cierto, solo vuelve a casa y espérame
- ¡Escúchame! Te entiendo, con solo imaginar que has visto a la mujer que amas morir frente a tus ojos durante milenios, me duele el corazón, obviamente para ti es mucho más doloroso porque eres quien lo ha vivido. Pero yo también tengo miedos, mi mayor anhelo antes de que aparecieran era mudarme de casa de mis padres, ustedes aparecieron y voltearon mi vida patas arriba, pero no me importa porque hacía mucho tiempo no me sentía tan feliz, es gracias a ustedes, yo los necesito ahora no después.
- Ve a casa, todas tus inseguridades desaparecerán cuando alcances el despertar, en ese momento estaré contigo
- No lo entiendes, los necesito ahora, pensé que yo también les importaba, pero solo están preparando el sacrificio que traerá a esa diosa de vuelta a ustedes, no tengo porque soportar esto, me están sacrificando antes de tiempo, no es justo, ustedes vivirán por siempre, pero yo me puedo morir hoy o mañana, para mí el tiempo es mucho más valioso ya que mi vida es corta en comparación con ustedes.
- Estas siendo cruel al recordarme eso
- Te lo mereces, sufre también, no es justo que yo sufra sola, mi vida ya era lo suficiente dolorosa antes de que aparecieran, creí que estarían conmigo hasta el final, por eso me sacrificaría dichosa, pero a la primera oportunidad me abandonan, dejándome vigilada.
- ¡Mara, ya basta! – Dijo Alex perdiendo la paciencia y sacudiéndola por los hombros – debes irte ahora, te buscaré en cuanto regrese
- No, vuelve ahora, si no, no vuelvas.
- Vete, volveré lo más pronto posible.
- Tienes 24 horas
- No es suficiente, necesito al menos unos meses
- Entonces no regreses
Alex dejó ir a Mara, esta miró a Yekun, solo con mirarla a los ojos el demonio con él que había venido entendió lo que ella quería, su mirada gritaba “sácame de aquí” y eso hizo, tomó a la joven y la levantó sin ningún esfuerzo, ella enterró su cara en el pecho de él
- Puedes llorar, pero espera a salir de aquí, te llevaré a casa – susurró Yekun de forma casi imperceptible,
- “Mantenla viva” habló Ian nuevamente en la mente de su subordinado
- “Es lo que estoy intentando” – Respondió el nuevo guardián mentalmente.
Una vez salieron del inframundo, Yekun sintió las lágrimas de Mara mojar su camiseta, pero no dijo nada, solo le besó los cabellos y la dejó desahogarse. Cuando llegaron a casa la acostó en su cama, se había quedado dormida antes de llegar, a Yekun se preguntó si los demonios también tenían corazón, porque de ser así el suyo estaba a punto de romperse por ver a la siempre imponente Mara llorando como una niña pequeña, secó los ojos de la joven y la arropo, deseando que el día siguiente fuera mejor para ella.…
Las pesadillas de Mara regresaron y esta vez eran peores, suspiro de alivio al despertar, al menos su cuerpo estaba ileso, le había dado a Alex 24 horas de las que probablemente ya iba 5 o 6, aprovechó que Yekun no estaba a la vista e hizo de su morral una pequeña maleta, metió unas cuantas mudas de ropa, su computador y Tablet, pero decidió que era más seguro dejar su teléfono y escondió el bolso repleto debajo de la cama, cuando llegó Yekun con un gran pote de helado y unas cuantas golosinas ella se hizo la dormida, fingiendo que la había despertado los pasos del demonio, comió el helado con desgana y le pidió al chico frente a ella que le consiguiera un lindo libro para distraerse, ya que era de mañana. En cuanto se fue la joven tomó una ducha, se cambió de ropa, escribió una corta nota “Querido Yekun, me disculpo, necesito un tiempo a solas y verte me recuerda todo lo que ha pasado, por favor no me busques, voy a estar bien, ya me le levando otras veces, solo necesito te pido algo de tiempo, cuida mis padres por mí, gracias por todo”, se quitó el collar que llevaba puesto siempre y lo puso al lado de la nota. Cuando Yekun llegó vio la nota y se agachó en el suelo, la entendía, pero no quería dejarla sola… por primera vez en muchos siglos se había topado con una encarnación diferente y no sabía qué hacer…
...
Holaa, quiero a gradecer a mi editora Vale-Chan por ayudarme con este capitulo, gracias a ella puede tener un buen inicio, nos vemos en la segunda parte de este capitulo, que publicaré próximamente 😘
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TRINIDAD: DESTINOS COMPARTIDOS
FantasiaEl equilibrio entre los tres reinos desconocidos por la raza humana está a punto de resquebrajarse con el despertar imprecedible de la joven Mara, quien tendrá en sus manos el poder suficiente para equilibrar la balanza. Sin embargo, ese hecho era a...