REENCUENTRO

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Mara despertó en un hospital con sus manos vendadas. Tenía puesto un camisón de seda que no había visto nunca; cuando trató de moverse sintió un dolor agudo en su tobillo, su costado y hombro derecho obligándola a permanecer inmóvil. Unos minutos más tarde entró en la habitación su fiel demonio.
— No pensé que tendrías un hombro fracturado y un tobillo torcido con sólo escapar de casa y desaparecer por cinco horas— dijo Yekun cruzando los brazos sobre su pecho.
— No me di cuenta de eso. Simplemente corrí después de saltar por la ventana del segundo piso de la tienda.
— Entonces si saltaste desde un segundo piso— confirmó el demonio haciendo una mueca mientras se rascaba la cabeza. — En fin ¿Te sientes mejor? Te desmayaste y como no sabía el motivo te trajeron aquí.
— Estoy bien, un poco adolorida pero bien— declaró la chica con una pequeña sonrisa — ¿Puedo saber cuánto tiempo ha pasado desde que llegamos del submundo?
— Veintidós horas. Ya está anocheciendo.
— Ya veo, ¿Mis padres?
— Siguen dormidos. Debes salir rápido de aquí si no quieres que se atrofien sus cuerpos.
— Soy más fuerte de lo parezco…— se rió Mara, pensándolo un poco mejor —… dentro de los parámetros humanos, claro.
— Y también bastante imprudente— habló una voz muy conocida desde detrás de Yekun. Era un muchacho alto, de tez no tan clara ni tan oscura, con cabello negro y una mirada seria en el rostro. Llevaba una bata blanca encima de su ropa formal; la joven lo miró parpadeando varias veces, tratando de verificar que no era una ilusión.
— ¿Y ese disfraz?— preguntó ella frunciendo el ceño y mirándolo como un bicho raro.
— ¿Disfraz?— Inquirió el joven de bata blanca y escudriñó su ropa. — ¿Acaso no me queda bien está ropa?
— Doctor Aldrich— interrumpió una enfermera antes de que Mara pudiera responder. — Necesito que firme este documento por favor, es de la última paciente que examinó.
Alex firmó los papeles y la enfermera se disponía a retirarse pero la joven diosa lo impidió.
— Enfermera— la llamó. — ¿Me puedes hacer un pequeño favor?
— Por supuesto— respondió la mujer con una sonrisa.
— ¿Me dirías quién es el tipo de bata blanca?
— Es el doctor Alexander Aldrich, del área de ginecología y obstetricia.
—Ah, ya veo. Gracias por responder mi inquietud, eres muy amable.
—De nada— la mujer le sonrió y se volvió hacia el demonio antiguo que estaba en la habitación. — Casi lo olvido ¿Es usted Yekun Nimrac?
— Sí, soy yo linda. El mismo que viste y canta— afirmó el chico, con una sonrisa.
— El director le envió esta nota— dijo la enfermera entregándole un pedazo de papel. — Dijo que la lea en voz alta, ahora si me retiro.
— Gracias— Yekun le dio una mirada curiosa a la pequeña carta, la desdobló y la empezó a leer. — Mi amada princesa, sé que estas conmocionada por nuestra partida inesperada, por eso tus príncipes hicieron todo lo posible por regresar cuanto antes, incluso si para ello tuvieran que meterse en problemas. No llores más por su ausencia, no volverán a dejarte. Con amor, el doctor que sanará todas tus heridas. PD: noveno príncipe, sé que estás ahí, no hagas esa cara tan terrorífica, no me voy a robar a tu princesa, me reuniré con ustedes cuando menos lo esperes.
— ¿Quién diablos es el director?— preguntó la paciente en cuanto hubo silencio.
— Lo sabrás cuando te visite— respondió el chico que había leído la carta.
Mara roló los ojos. — ¿No hay forma de que respondan a mis preguntas sin tanto misterio?— suspiró con rendición y cambió su pregunta. — ¿Así que eres ginecólogo, señor príncipe demonio?
— Sólo soy Alex ¿Sí?, soy médico y me especialicé en ginecología.
— Entonces ¿Qué haces en la universidad si ya tienes un título profesional?
— Te estaba buscando— respondió el aludido. — Además era un diplomado acerca de administración de salud, nunca está demás actualizar los conocimientos o aprender nuevos.
— Ah, que estudioso— a la joven le brotaron un par de lágrimas silenciosas de sus ojos y su voz se quebró aun cuando había hecho su mayor esfuerzo por contenerse hablando de cualquier otra cosa, sin la necesidad de recordar aquel abandono — Si regresaste… ¿no te iras de nuevo?
— Si, volví dentro del tiempo que me dijiste— dijo Alex que ya estaba al lado de su cama, tomó el rostro de la chica entre sus manos y besos sus parpados húmedos. — No me iré más, y si debo ir a algún lado te llevaré conmigo.

TRINIDAD: DESTINOS COMPARTIDOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora