The stranger ➸ J. HoSeok ©

023

—Insisto, Blue, ¿Te encuentras bien?— volvió a preguntar el castaño, mirando de reojo a la chica en el asiento de copiloto, quien llevaba una mueca decaída desde que la recogió de la casa Jung esa mañana; luego de que ésta le llamara porsupuesto.

Blue dejó de mirar el camino y le sonrió.

—Estoy bien, Kookie.— aseguró dulcemente.

No era cierto y él lo sabía. Puesto que le resultó bastante extraño desde un principio el haber recibido una llamada de ésta muy temprano y no es como si antes ella no lo hubiera hecho, sólo que esta vez su tono de voz sonó algo extraño y él enseguida supo que algo andaba mal.

A pesar de que ese día estaba de turno en su trabajo, de igual forma aceptó ir por ella; no iba a dejarla sola, no teniendo sospechas de que algo no iba bien con la chica. Jungkook ya se había cansado de tratar de sacar algo de información de Blue desde que subió al auto pero por más que él insistiera, ella trataba de ocultar aquella expresión amarga con una de alegría pero aún así podía notar el atisbo de falsedad en la mirada de la joven. ¿Qué cosa tan mala le había pasado?

—Bueno…— se rindió, suspirando insatisfecho.
—Es bastante temprano. ¿Has desayunado?

Vio como ella negaba haciendo un sonidito con la garganta.

—Te compraré algo entonces.— le sonrió volviendo a verle de reojo y luego frunció un poco el ceño con reproche.
—Oye. No debes salir sin desayun…— entre medio de su regaño el radio comunicador comenzó a hacer un sonido entrecortado.

—"¿Oficial Jeon? ¿Se encuentra en su posición, oficial Jeon? Cambio."— se oyó una voz femenina desde el aparato, Jungkook tomó rápidamente el objeto acercándolo a sus labios y oprimió un botón con su pulgar.

—Sí, me encuentro en mi posición, cambio.

—"Se ha reportado un acto de saqueo sobre su posición de vigilancia, el altercado es en una tienda al norte…"— habló la mujer del radio.
—"Son dos atacantes y actualmente hay dos heridos y tres rehenes."— la expresión preocupada de Jungkook cambió por una airada y enseguida direccionó su mano a los mandos del auto, encendiendo así las fuertes sirenas de la patrulla.
—"Siga las coordenadas que le han sido enviadas a su GPS, por favor."

—Me dirijo allí ahora mismo, cambio y fuera.— dejó el radio en su lugar y seguidamente aceleró la patrulla, casi olvidando que Blue también se encontraba a su lado, presenciando todo con los ojos muy abiertos.

—Jungkook, ¿Estás en tu horario de trabajo? ¿debería bajarme?— preguntó con preocupación la azabache pero éste la ignoró ya que estaba completamente absorto, manejando a toda velocidad y con la vista pegada a la calle.

Pasaron varios minutos en el que la mirada inquieta de la muchacha no desaparecía, algo preocupada por la situación. Jungkook, luego de ignorar cada una de sus palabras, los semáforos en rojo y señales de tránsito, frenó por fin el coche, bajándose rápidamente. No se alejó sin antes acercarse a la ventanilla de Blue y mirarla con seriedad, casi parecía otra persona.

—Iré a revisar la escena, tú quédate aquí, ¿Entendido?— la chica asintió y éste por fin se marchó.

La azabache sacó un poco la cabeza por la ventana para ver mejor aquel lugar en el que había sido aparcado el auto; una calle de barrio nada fuera de lo normal. Vió al oficial alejarse varios metros y apuntar con su arma a la puerta de cristal de un local, el cual supuso que sería el que fue saqueado y que cuyos criminales se mantenían dentro con varios rehenes. Prontamente más sirenas se oyeron y en cuestión de segundos la tienda ya se encontraba rodeada de muchas patrullas, con policías armados y apuntado al local, al igual que su amigo.

Pudo oír como una persona gritaba desgarradoramente, al parecer de dolor, y seguido de eso vió a uno de los criminales acercarse por la puerta, rodeando por el cuello a un rehén y con el cañon de su revolver pegado a la cabeza de éste.

—Si no nos dejan irnos con el botín, cada uno de estos engendros morirá de la peor manera.— soltó el hombre con la cara cubierta.

—Suelte el arma.—  Jungkook gritó.

El anterior hombre, rió y en un movimiento rápido le disparó en la pierna al hombre al cual sujetaba del cuello, haciéndole gritar de dolor otra vez.

—¡Habló en serio, malditos!— volvió a colocar el arma en la cabeza del rehén.

Los ojos de Blue picaron de la rabia que en ese momento la atacó. El hombre seguía gritando de la forma más horrible posible a causa de la herida en su extremidad ¿Cómo alguien inocente tenía que estar sufriendo así? No podía ver más como aquél criminal se estaba saliendo con la suya y como aquello se estaba saliendo de control de las autoridades.

Ella tenía, no, debía hacer algo inmediatamente.

Y aunque fuera peligroso y muy problemático, un impulso elocuente la sacó del auto, y luego se direccionó sigilosamente por detrás de la tienda, en un callejón.

Vió la puerta trasera del edificio y la abrió sin esfuerzo ya que no se encontraba trabada. Se adentró y caminó por un angosto pasillo.

A medida que se acercaba con sumo cuidado, casi agachada, oyó débiles chillidos de terror provenientes de una habitación cercana al frente de la tienda.

Acercó su rostro por el marco de la puerta y allí vió la silueta de al menos cuatro personas sentadas en el suelo, con las extremidades amarradas por una cuerda y la boca sellada con cinta adhesiva. Metió el cuerpo completo en la habitación al notar que nadie más se encontraba ahí y se incó frente a una mujer mayor quien por la sorpresa de su aparición soltó un alarido de miedo; Blue llevó un dedo a sus propios labios haciendo señal de que guardase silencio y comenzó a desatarla. Vió como la mujer pasó de demostrar alivió a notar sus ojos desesperados, viendo algo detrás de ella, no supo que era lo que aquella señora quería decir hasta que le quitó la cinta de la boca.

—¡Señorita, cuidado, detrás de usted!— gritó, aterrorizada.

Blue giró rápidamente y vió a otro hombre enmascarado parado en la puerta, apuntándole con un arma.

—Vaya, vaya, que corajuda eres, niña.— el hombre sonrió de forma sádica.

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