—Usted detesta a la señorita Sullivan, no la quiere cerca, la mira con antipatía... ¡Háganos sentir todo ese odio suyo, señorita Portela!
La muchacha comenzó a caminar en torno a su compañera de clase. Su ceja izquierda estaba levantada, mientras las comisuras de su boca se fruncían en una mueca sarcástica. De su fría mirada brotaba un brillo desdeñoso, cual si fuese una cruel acosadora a punto de liberar una buena dosis de carcajadas burlonas. Se acercó a la otra chica para llenarla de insultos al oído, tras lo cual le dio un empujón con su hombro, como si de un simple accidente se tratase.
—¡Excelente trabajo, Fiorella!
A la señora Kent le encantaba asignar esa clase de ejercicios. Los utilizaba como una especie de calentamiento para comenzar las lecciones de artes dramáticas con el pie derecho, según decía ella. La improvisación podía sacar a relucir tanto los puntos débiles como los fuertes de cada estudiante. De esa manera, ella podía elegir mejor las metodologías que aplicaría en las futuras lecciones, a fin de hacer que el talento de cada aprendiz fuese aprovechado al máximo.
Fiorella disfrutaba de los desafíos en cualquier ámbito de su vida, sobre todo si se trataba de tareas que la ayudasen a enriquecer las distintas áreas de su desempeño como artista. No buscaba conseguir elogios de los profesores, sino convertirse en la mejor versión posible de sí misma como actriz, cantante y bailarina. Cuando sus capacidades se ponían a prueba y lograba superar las expectativas, tanto propias como ajenas, la intensidad del resplandor en su alma aumentaba. Aunque no fuese una travesía sencilla de recorrer, cada día estaba más convencida de que había elegido el camino correcto.
Al término de la última clase, la chica se sentía tan liviana como una pluma. Las tareas ejecutadas durante ese día no se le hicieron tan pesadas como en otras ocasiones. ¿Estaría, finalmente, habituándose a todos los cambios en su estilo de vida? ¿O acaso tenía algo que ver con lo sucedido durante la mañana del día anterior? Quizás fue una mezcla de ambas cosas, o tal vez no.
Lo cierto era que la muchacha no había podido evitar el nacimiento de sonrisitas bobas sin motivo manifiesto. El escenario de ensueño creado por su mente se leía a leguas en sus grandes ojos esperanzados, era imposible ocultarlo. Varias de sus compañeras no cesaron de preguntarle quién la hacía suspirar tanto hasta que por fin consiguieron una respuesta. La joven Portela decidió omitir el recuento de la manera en que Mauricio y ella se habían conocido y de la interesante conversación entablada cerca de la entrada de su edificio.
Se limitó a decirles que había visto a un chico lindo en el supermercado y nada más. Tampoco les contó nada relacionado con la cita de esa misma noche, pues no solía compartir su vida privada con personas relativamente desconocidas. A menos que se tratase de sus amigas cercanas, como Tatiana, la chica revelaba poco de sí misma. Odiaba los chismes y el entrometimiento de algunos, por lo cual prefería estar alejada de las redes sociales y de los grupitos de curiosos. Prefería pecar de reservada que sufrir las consecuencias por hablar de más.
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Fiorella a cappella [De claroscuros y polifonías #2]
Ficción GeneralFiorella canta a cappella cada mañana. Mauricio, su vecino, la escucha embelesado. El azar los une, los secretos podrían alejarlos. ¿Se atreverán a conocer la verdad? ...
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