A la mañana siguiente, el estruendo del teléfono móvil provocó que Fiorella despertara hecha un manojo de nervios. En su afán por apagar el aparato, comenzó a dar manotazos a diestra y siniestra hasta que la torpeza le ganó la batalla. Después de dar una extraña voltereta, su trasero resbaló y la hizo caerse a un lado de la cama. Acostumbrada como estaba a usar un pijama diminuto, toda su piel descubierta dio de lleno contra la fría cerámica del piso. El fuerte escalofrío resultante le arrancó un grito agudo.
—¡La concha de la lora! —exclamó ella, al tiempo que se ponía de pie de un brinco.
Mientras se frotaba la parte más lastimada de sus glúteos, el característico sonido gatuno llegó a oídos de la muchacha. El pequeño minino la miraba con ojos de súplica.
—¡Hola, Salem! ¿Cómo andás hoy?
La chica se desplazó hasta la esquina en donde había colocado una almohada vieja con un trapo a modo de cobija para el gato. Levantó al animal con ambas manos hasta llevarlo a la altura de su pecho para acariciarle la cabeza.
—¿Tenés hambre ya? Por ahora, vas a tener que conformarte con un tazón de cereal en leche. Esta gila dejó tirada toda tu comida anoche por culpa de un boludo que...
"Que en realidad no tenía nada de boludo..." Las recientes memorias en donde aparecía aquel chico desconocido acudieron a ella de inmediato. Un cálido estremecimiento la recorrió de pies a cabeza. Al recordar la provocativa expresión que había visto en el semblante masculino, su corazón se aceleró en un dos por tres. De manera involuntaria, deslizó la lengua lentamente por su labio superior en una divertida mueca de satisfacción.
—¡Ay, Dios! ¡Necesito una ducha fría hoy! —La chica sacudió la cabeza para así apartar aquella escena tan peligrosamente placentera de sus pensamientos—. ¡Hice el papelón de mi vida por vos, Salem!
Fiorella estaba sosteniendo al felino a pocos centímetros de su rostro. El gato se limitó a observarla en silencio, con los ojos abiertos de par en par, como si le sorprendiesen las acusaciones de su ama. ¡Él era inocente!
—¡No me mirés así! Sabías muy bien lo que hacías, ¿verdad que sí? ¡Sos un pervertido!
Salem dejó escapar un fuerte maullido, al tiempo que colocaba una de sus patitas delanteras sobre la punta de la nariz femenina. Ella no pudo evitar echarse a reír.
—Aunque me dé vergüenza admitirlo, debo confesar que ese momento fue tan... ¡Uff! No sé ni cómo describirlo... ¿Sexy? ¡Sí, recontra sexy, así fue! Lo malo es que ahora ese chabón seguro piensa que soy una completa degenerada. ¿¡Por qué siempre termino cagándome en todo!? —La muchacha emitió un leve quejido de frustración—. Bueno, ni modo, lo hecho, hecho está...
Con una extraña sensación anidada en su pecho, Fiorella abandonó la habitación. Quería comenzar bien el largo día que la esperaba con una llegada puntual al trabajo. Decidida a no perder más tiempo entre cavilaciones poco útiles, se dirigió a la cocina para preparar la comida de Salem y la suya. Cinco minutos después, ya con su taza de café humeante en la mano y el minino a su lado, la chica se asomó al balcón. Iba entonando con entusiasmo la primera estrofa de Memory, uno de los temas más reconocidos del afamado musical Cats.
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Fiorella a cappella [De claroscuros y polifonías #2]
Fiksi UmumFiorella canta a cappella cada mañana. Mauricio, su vecino, la escucha embelesado. El azar los une, los secretos podrían alejarlos. ¿Se atreverán a conocer la verdad? ...
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