CAPÍTULO 11

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Moví mi mano, esta topó con su cuerpo y fue que me di cuenta que la estaba abrazando. Ambas nos habíamos quedado dormidas entre lágrimas, helado que repara el corazón y sonrisas que curaban.

Sonreí. Ella se acomodaba en mis brazos, estaba de espaldas a mí, sosteniendo mi mano aun.

Cerré los ojos y me pegué más a su cuerpo. Suspiré y mi mente me hacía feliz imaginando escenas de un mundo paralelo con nosotras durmiendo y despertando así cada día.

Casi me quedé dormida de nuevo, pero la puerta se abrió y la luz de la lámpara alumbró la habitación.

— Niñas, ya despiértense. Hice comida y ya durmieron mucho. — mi madre caminaba en la habitación de un lado a otro.

Me moví solo un poco, no quería despertar a Lauren.

— Lauren, Camila. Es hora de levantarse. — mi madre abrió las cortinas y ahora si teníamos más fuente de luz que el mismo sol.

Lauren se movió, aún seguía adormilada. Solo se dio la vuelta y se acomodó en mi pecho, pasando sus brazos por mi cintura como si fuera un peluche o una almohada a quien abraza.

Sonreí.

Sin problema mi cuerpo sería su almohada si ella quería.

— ¡Lauren! ¡Ya levántate, joder! Quita tu cara de las tetas de mi hermana. — mi hermana tan amable, gritó. Haciendo que Lauren diera un brinco. Alzó la cabeza y me miró con los ojos entrecerrados.

Miró nuestra posición y luego a mi madre y mi hermana que nos miraban. No estaba de más decir que se había alejada tan rápido como el mismísimo flash.

Mi corazón se apagó y mi cuerpo pedía a gritos su calor de nuevo. Maldecí a Sofi.

— ¿En qué momento nos quedamos dormidas? — preguntó, me hacía la misma pregunta.

Mi madre se acercó a mí. Escuché a Sofi burlándose de Lauren.

— ¿Estás bien? — asentí. — Lo último que sé es que llegaste llorando con Lauren siguiéndote y después un litro de helado en las manos de ella. No me digas solo que sí. — pero volví asentir, ella rodó los ojos.

— ¿Qué le hiciste, idiota? — preguntó Sofi, atacando a Lauren con almohadazos.

— No fue Lauren. Es... Otra cosa. Todo está bien, mamá. — ahora si la adolescente dejó de atacar a Lauren y ahora ella comenzaba a golpear a mi hermana con otra almohada.

Ambas se reían. Parecían unas niñas.

— ¿Problemas con qué? ¿Chicos? — el silencio fue sepulcral. Digamos que mi madre estaba desesperada por un día, darme una plática y consejos sobre chicos.

Iba a quedarse esperando.

Incluso, ambas chicas habían dejado de pelear y miraban atentas la plática. Bajé la mirada. ¿Cómo le digo que "no" sin que crea que hay algo raro?

— Mamá. Claro que no. Todo está bien. — con la mirada le exigí que dejara el tema de lado.

Pero en la orilla de la cama, frente a mí; siguió hablando.

— Mila, puedes hablar conmigo. ¿Te hizo algo este chico? — cubrí mi cara con mis manos. Listo, era incómodo. — Puedes hablar con tu madre de eso.

Negué.

— No hay ningún chico. Por favor, déjalo así. — pedí avergonzada, quitando mis manos de mi cara exasperada. Sofi se rio entre dientes.

No mamá, no es un chico. Es una chica y está aquí al lado. Deja de hablar, joder.

— ¿No? ¿Estás segura? He visto un brillo en tus ojos últimamente, estás muy feliz y sonriente. — ahora si estaba roja. Bajé la mirada, negando. ¿Los padres entendían acaso cuando tenían que callarse? Escuché la carcajada de Sofi y vi la mirada divertida y arrogante de Lauren. — Así que no puedes decir que no hay un chico en tu vida. Lauren, ¿Sabes algo sobre ese chico? — y se atrevió a preguntarle a ella.

Como si pudiera gustarte |#CAMREN#|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora