Capítulo 12

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- Papá, ¿me puedes llevar al Golden Street? Si no, cojo el autobús, por mí no hay problema - dijo Sarah a su padre.

- Tranquila, cielo, puedo llevarte. Me preparo y nos vamos - repondió Frank James.

Asi que buscó su móvil y miró si tenía alguna llamada o SMS. No tenía ninguno y aunque ya estaba acostumbrada, esperaba que Aston la llamara, cosa que no admitiría en voz alta.

En un lugar cercano, en ese mismo momento...

- Mamá, voy a salir al Golden Street, te llamo cuando llegue - dijo la grave voz de Aston Jonhson.

Coge la mochila y sale por la puerta. Debería haberme puesto otra camisa más fresca, piensa, reprochándose a sí mismo. Ahora lleva unos vaqueros un poco, desteñidos, y una camisa de botones negra que le queda muy bien, pero no va al Golden Street para ligar. Va simplemente a una cafetería que sirve un café riquísimo y llamarla. Se muere de ganas de escuchar su voz de nuevo. Lo que no sabe que la va a escuchar más cerca de lo que él piensa.

En el Golden Street, en ese mismo instante...

- Bueno, papá, gracias por traerme. Me puedes dejar aquí. Te llamo para que me recojas ¿vale? - dijo Sarah.

- Claro, tesoro, hasta después. Diviértete. - le respondió dándole un beso en la mejilla.

Sarah salió del coche y se dirigió directamente al Starbucks. Había decidido en casa llevarse de casa algún libro y leerlo, por lo que tendría algo que hacer mientras se bebía el café. Entra en el Starbucks y se dirige al fondo de la sala, en unos sillones medio circulares, después de pedir en caja el capuchinno y empieza a leer. El libro es "El Cuaderno de Noa" una historia muy emotiva que trata de que un hombre mayor le lee a su mujer que tiene alzheimer y no se acuerda de quién era él la historia de su amor, para que, aunque sea solo un momento, burlar su enfermedad. Le fascina como el amor puede llegar a hacer estas cosas. Ojalá algún día conozca lo que es tener una persona que te ame.

En ese momento, llega un chico rubio y se sienta en el sillón de al lado. No le distingue la cara pero llevaba una camisa negra que le favorecía mucho y unos vaqueros. Sigue leyendo como si no hubiera pasado nada y en ese momento suena su móvil. Es Aston.

En ese mismo lugar, ese mismo instante...

- Hola preciosa - la saluda Aston cuando descuelga. Aunque está al otro lado del teléfono, nota cómo se va poniendo roja y sonríe.

- H-hola. Y no soy preciosa, anda. - responde ella, para variar, ruborizada. Qué raro, no sabe si son imaginaciones suyas pero le pareció oír las mismas palabrad a la chica que estaba en el sillón de al lado. Sacude la cabeza. Se está obsesionando un poco con ella.

- Para mí si lo eres y me da igual que digas que no, porque no cambiará mi opinión hacia ti. Bueno, no te he llamado solo para decirte que eres preciosa, asi que vamos a hablar.  ¿Te ha gustado el insti?

- Sí, mucho. Gracias a ti, a Katherine y a Paula se me ha hecho bsstante corto el día - miente. Se le ha hecho larguísimo, sobre todo las dos últimas horas, cuando solo quería salir para despedirse de él.

- Bueno, es un placer. Sabes que tienes a alguien aquí para lo que necesites. Por si existe duda, soy yo - bromea Aston, que le arranca una carcajada a la muchacha. No sabe por qué pero también le pasa lo mismo que a Aston.

Espera un momento. No cree que son imaginaciones suyas. La chica del otro sillón se ha reído a la misma vez que ella y con el mismo sonido. No puede ser. Ella, ¿aquí? No puede ser. Pero solo hay una manera de averiguarlo: sin colgar, se levanta, fingiendo que va hacia el baño y la mira de reojo. No puede ser. Gira la cabeza del todo y se queda mirando a la chica de pelo negro y ojos profundos azules que se ha adueñado de su pensamiento.

Eres preciosa, ¿te lo habían dicho antes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora