Redención

410 64 5
                                    

—¿Qué le sucede a mi hermano doctor? –pedía saber Yukio con miedo y enojo, el estado de su hermano empeoró con la llegada de aquel Alfa, quien sólo logró irritar y causar más daño al Omega.

El viejo Beta se acomodo los lentes y miro con seriedad al mayor de los hermanos. Desde hace unas cinco horas, Rin había sido llevado de emergencia al hospital en cuarentena, puesto que su estado era crítico y no sabían con claridad si podía ser contagioso.

Bon ante las negativas del Beta, fue, no dejaría solo al Omega, sabía que se necesitaban el uno al otro, aun si se negara el Omega.

Mephisto seguía de cerca a los hermanos Okumura, pero también el joven Suguro, sus intensiones y movimientos. El era un viejo Alfa enamorado de Rin, pero prefería más mantenerse en secreto y cuidarlo como siempre lo había estado haciendo, esperando a que este se enamorara de él o de algún buen Alfa.

—El joven Rin está teniendo un rechazo interno, y agregando los celos que a mantenido al margen con medicamento, estos ya dejaron de surtir le efecto.

—¿Qué puedo hacer por él?

—Al menos que sea un Alfa, no veo que usted pueda hacer mucho.

Una enfermera llamó al hombre quien tuvo que retirarse por otra emergencia.

En la sala de espera, Yukio caminaba de un lado al otro, mirando y hablando con Mephisto. Bon más de una vez llamo la atención de ambos, pero ninguno parecía querer hablarle, y no fue hasta que su instinto se reveló y puso entre la pared a Mephisto, su rival.

—Niño ¿en verdad crees poder contra mí? –se burlo el mayor.

—No dejaré que nadie se acerque a Mí Omega, es mío.

—¿Así? –río pese a lo apretado de la mano del otro en su cuello —Rin no necesita más males.

.

Rin se retorcía, no Yo Omega necesitaba de un Alfa que le brindará calor y paz, pero su Yo no necesitaba de eso, era fuerte por su propio pie, lo que llevó a que su fuera una crisis interna.

Sudaba en grandes cantidades, su piel ardía sintiendo estar en una cama de hielo y cubierto con nieve, le dolía el hecho de respirar, la voz no le salía.

No solo sufría el joven Omega, el Alfa sentía presión en el pecho, una rabia de estar lejos de aquel ser que debía proteger. Gruñia, quería atacar a cada Alfa que había cerca.

La separación de ambos se volvía cada vez más turtuosa para ambos.

UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora