Capítulo 01

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10 años atrás

"Si vis pacem, para bellum"

— Papá, buenas noches — dice un niño de ojos cafés y pelo rubio sonriendo — ¿Cómo te fue en el trabajo?

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— Papá, buenas noches — dice un niño de ojos cafés y pelo rubio sonriendo — ¿Cómo te fue en el trabajo?

La inocente pregunta no hace más que hostigar al hombre de poca paciencia, esté vira los ojos y suelta un gruñido hacia su hijo.

— Cierra la boca y tráeme una cerveza, se útil — indicaba el Señor Uraraka con desprecio contundente — Y tráeme el celular.

Vocifera, haciendo temblar ligeramente al chiquillo, que no hace más que preguntarse si la muerte de su madre afecto tanto la vida de su progenitor.

El segundo, el minuto que la muerte arrebata y guarda un alma también se lleva la felicidad, el gozo y la esperanza de esta. Pero la muerte es ambiciosa y no le bastó los sentimientos de la madre, también se llevó los del padre, y sin esos 3 elementos el ser humano se transforma en un recipiente perfecto para los pecados.

Es allí en donde el pecado de la lujuria, ambición, ocio, gula e ira hacen su danza en el alma de esté. Y los sentimientos destructivos devoran la mente del hombre convirtiéndolo en un lamentable y desdichado ser.

— Sí, padre — con miedo dice esas palabras el inocente niño de 12 años, ya sabía lo que seguía y con mucha suerte hoy no sería golpeado.

El niño rápidamente se va a la cocina para hacer lo que pidió su padre y decirle a su hermana que se esconda en el armario el dichoso "Escondite 0.2". Por suerte su hermana siempre espera esa orden para no preocupar a su hermano en su "Escondite 0.1".
Coge la cerveza del refrigerador, el celular que estaba en la mesa de la cocina y se aproxima a su hermana, le hace un gesto que se vaya al otro escondite, ella asiente y...

— ¡Ochako, Ochako ¿Dónde estás?! — Grita su padre.

"Demasiado tarde"— piensa el niño.

— ¡MUEVE TU TRASERO Y VEN AQUÍ!— exclama enojado el adulto, haciendo temblar a los menores.

Saliendo de su escondite una preciosa niña hace acto de presencia detrás de la puerta de la cocina, con un miedo indescriptible mira a su hermano y pequeñas lagrimitas salen de sus hermosos ojos chocolates.

— H-her-hermano ¿Qué hago? — tartamudea la chiquita, se aproxima a su hermano para darle un abrazo y llorar más fuerte — ¿Y si me golpea?

— ¡Estúpida ven aquí o quieres que juguemos a la escondidas!... Pero créeme que si te encuentro, morirás — sentenció su padre.

— Anda, ahora solo tienes que ser fuerte, yo te estaré observando si se pasa lo detendré — habla con una voz tranquila para calmar a su hermana y con un sonrisa asegura — Siempre te protegeré.

Su hermana asiente y se dirige a la sala, con cerveza y celular a la mano.

—Toma... Papá — extiende los dos objetos y pone sus manos detrás de su espalda.

Su mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora