Capítulo 04

1.1K 101 80
                                        


"El camino hacia el cielo..."

Gritaba entre sollozos por auxilio, se removía y pataleaba mientras aquel sujeto continuaba arrastrándola hacia lo que le parecía ser el mismísimo infierno.

No sabía que estaba haciendo ahí, solo sintió un golpe en la nuca y despertó en ese lugar inmundo con una venda sobre sus ojos.

El lugar era oscuro acompañado de un constante goteo que retumbaba por todos lados, el suelo estaba húmedo, cubierto de vidrios y chatarra; Intentaba cada que podía, clavar sus uñas en la mano de aquel hombre, esperanzada de que pudiese soltarla y así correr lejos.

¿Pero por dónde?

Sintió entonces un dolor ferviente en su pierna, y gritando en desesperación notó como un objeto extraño se habría paso entre su carne, desgarrándola de a poco.

Su sangre empezó a surgir y su carne a arder, mientras aquel objeto desconocido continuaba abriéndose paso en ella, rompiéndola.

Y se detuvo

Escuchó el sonido de un metal siendo arrastrado, seguido de un olor nauseabundo.

Dejó de sentir el agarre en su cabello, que de inmediato fue sustituido por una mano en su cuello.

Abrió su boca de inmediato buscando oxígeno, pero este parecía no querer entrar a sus pulmones. El hombre, sin aflojar su agarre la obligó a ponerse de pie, observando entre la oscuridad como su rostro enrojecía y un par de venas empezaban a sobresalir en su frente.

El rubio relamió sus labios, cómo deseaba ver su cuello tatuado con sus dedos.

Este noto como empezaba a perder la conciencia y antes de que eso ocurriese la soltó. Se iba divertir realmente y ella se divertiría con él, quiera o no.

Sentía su rostro arder, su garganta quemar y su cuerpo exhausto, aun así intentaba desesperada obtener el aire que hace poco le estaba siendo privado.

Pensó que se marcharía, que la dejaría allí a morir, pero él tenía en mente otra cosa, y ella lo descubrió en cuando sintió un golpe seco en su pecho.

El golpe había terminado de dejarla sin respiración y provocó que cayera de espaldas al suelo, cuyo piso estaba cubierto de algo viscoso.

La venda en sus ojos desapareció, siendo arrancada con fuerza y un par de ojos la recibieron, con un brillo de satisfacción.

Aquellos ojos, parecían reflejar perfectamente la sangre que manchaba la ropa de la chica y, por supuesto, le excitó pensar lo exquisita que se vería su piel desnuda bañada en su sangre.

Y vaya que no deseaba esperar para ver aquello.

—Te va a gustar, pequeña zorra

El terror corrió por sus vértebras un segundo antes de que su cuerpo reaccione e intentará huir.

Pero su pierna había sido lastimada en el camino y él no desaprovecharía la oportunidad.

Introdujo sus dedos en la herida y de allí la sujetó, haciendo que la castaña lanzará alaridos, pareciéndose más a un animal herido.

— Es inútil— susurro mientras movía los dedos hurgando sin cuidado en la herida de Ochako.

— ¡Detente! ¡Ya no más por favor!— Llorico la muchacha hacia el mismo Lucifer que tenía al frente.

— Pero si recién estamos divirtiéndonos— suelta una pequeña risa mientras se saborea sus labios y sus ojos desbordan un éxtasis libidinoso.

Su mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora