🌹Capítulo 9🌹

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Creo que no les advertí que la novela contenía machismo, así que, si les molesta eso, mejor evítense el mal trago, eliminaré comentarios ofensivos hacia mis personajes y persona, además de bloquear a quien solo venga en plan de molestar. Es ficción, no se lo tomen tan apecho.

Temblé de miedo ante la mirada que me dedicó.

Pensé que me golpearía, juro que esperé recibir un golpe, pero este jamás llegó, cuando pude darme cuenta de lo que sucedía, su lengua se adentraba en mi boca jugando sensualmente con la mía. Su pecho se agitó y se apretó contra el mío. Con su mano libre sostuvo mi nuca para impedir que me apartara; sin embargo, me hallaba pasmada y muy aturdida como para tratar de quitármelo de encima.

Con la otra mano tiró todo lo que se encontraba en el escritorio. Oí que cosas se rompieron, pero no fui capaz de abrir los ojos para ver de que se trataba, mucho menos cuando Sebastián me besaba de esa manera tan demandante y voraz. Probablemente sus besos debían sentirse dulces, adictivos, pero solo palpaba rabia, ira contenida, lujuria y mucho dolor.

Jadeé sobre su boca cuando me sentó sobre el escritorio, alzó la falda de mi vestido y abrió mis piernas, se acomodó entre ellas, cogió mis nalgas con ambas manos, dio un apretón y me atrajo hacia él; su erección se clavó en mi sexo de manera dolorosa y me fue inevitable no gemir por la sensación que me recorrió.

Él me tenía atrapada, cautiva entre sus brazos sin ninguna oportunidad de escapar. Estaba destruyéndome pieza por pieza, manipulándome para que hiciera su voluntad, y yo no pude hacer más que dejarme vencer por él.

—Detente —supliqué en un hito de voz.

—No lo haré. Pronto vas a suplicarme para que haga todo lo contrario, cariño —aseguró.

Sus dedos atraparon con agilidad la tela de mi vestido que cubría mis senos, entonces la bajó de golpe, rudo y brusco, dejándome desnuda de la cintura para arriba; mis pechos quedaron al descubierto, ya que no usaba sostén. Avergonzada, intenté cubrirme, pero él me lo impidió. Su mano se cerró alrededor de mi cuello y echó mi cabeza hacia atrás, con la otra aprensó mis muñecas y colocó mis brazos detrás de mi espalda, lastimándome ante su manera tan violenta de tratarme.

—¡Suéltame! —exigí, removiéndome sin tener mucho éxito.

—No lo haré, deja de luchar. Soy más fuerte que tú, aprenderás a no enfrentarme y aceptarás por las buenas o por las malas que me perteneces.

Me mordió el labio inferior con mucha fuerza, causándome daño. Gemí de dolor, pero este quedó olvidado cuando lo caliente de su boca cubrió la piel sensible de mi pezón que enseguida se tornó duro bajo el tacto de su lengua, el movimiento era tortuoso alrededor de él. Tensé el cuerpo y el aire abandonó mis pulmones de golpe, la sensación era devastadora, estaba haciendo estragos en mí con unas simples caricias. El ardor fue creciendo en mi entrepierna, mi sexo palpitó exigiendo atención y de manera sutil percibí la humedad presionándose contra la tela de mis bragas.

No podía creer que estuviera sintiéndome así, que Sebastián fuera capaz de provocar excitación en mi cuerpo, cuando hacia mucho no lograba disfrutar de un beso sin tener mi mente llena de imagenes grotescas y nefastas. 

—No... por favor no, no quiero esto —musité trémula, buscando la manera de librarme de él, pero no porque no me gustara, sino, porque era todo lo contrario. 

—Te haré cambiar de opinión y desear más de esto —susurró, pasando su lengua lentamente por mi otro pezón erguido.

Apreté los ojos sin ser capaz de verlo devorarme los senos. Chupaba y lamía alternadamente, su nariz recorría mi piel y los sonidos de satisfacción que hacía me asquearon de la misma manera que me excitaron.

Matices del corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora