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Amigo

Peter tenía alrededor de dos semanas hablando de su nuevo amigo, sin embargo, a Tony no le molestaba escucharlo; le parecía increíblemente adorable la emoción de su pequeño al contarle sus aventuras escolares a lado de ese chiquillo misterioso que aún no había conocido.

Tony detuvo su auto frente a la escuela de Peter y antes de que el menor se quitara el cinturón, lo detuvo.

—Pete.

—¿Sí papá?

—¿Por qué no invitas a tu amigo  con nosotros a comer un helado después de clases?

Los ojos de Peter se iluminaron como nunca.

—¡Sí! ¡Sí!—Peter quitó su cinturón y estuvo a punto de bajar de una sola carrera, cuando fue detenido de nuevo.

—Eh, mi beso—Dijo Tony con una ceja alzada.

Peter, sin quitar su sonrisa se puso de pie en el asiento y se inclinó hacia su padre para darle un besito en la mejilla y finalmente bajar del carro y correr como un desquiciado a la entrada, no sin antes gritar un adiós, papá.

Tony se mordió el labio inferior, tratando de impedir la sonrisita boba que Pepper decía que ponía cada vez que de su hijo se trataba. Y hablando de Pepper, debía volver pronto a la empresa si no quería recibir un golpe de nuevo.

***

Lo cierto es que después de la propuesta de Tony al amigo de Peter, pasaron dos días para que al fin pudiera conocerlo. Desde el primer día de clases, Tony no dejaba de llevar y recoger a su hijo. Podía mandar a Happy, pero al genio no le gustaba perderse nada de lo que tuviera que ver con su vástago.

Así que mientras Stark esperaba a la hora de salida por su hijo, se dedicó a observar los alrededores; Tony a veces podía ser muy paranoico respecto a la seguridad de su hijo. Volvió su vista a la entrada y vio a su hijo conversar con un niño rubio. No les quitó la vista de encima hasta que estuvieron a solo unos pasos del auto, fingiendo que revisaba algo en su celular.

—¡Hola, papá!—Saludó Peter con entusiasmo, subiendo al lado de copiloto para abrazar a su padre.

—¿Qué tal tu día cariño?—Cuestionó Tony con una sonrisa.

—Fue genial—Dijo el menor con simpleza—. Oh, y él es Johnny, el amigo del que te hablé.

—Hola, Señor.

Tony asintió con su cabeza, un poco sorprendido por la sonrisita ladina del niño y la seguridad en su saludo.

—Bien... Pues, suban, al parecer hoy será día de helado—Tony vio a su hijo bajar del auto y posteriormente, subir en la parte de atrás junto a su compañerito, seguramente para no dejarlo sólo.

—¿Qué edad tienes, pequeño?—Cuestionó el mayor una vez que puso el auto en marcha.

—Tengo cinco.

Tony de nuevo se sorprendió. Dos años menor que mi hijo, pensó. Aún así, ambos se veían de la misma edad, pues Peter, al igual que él cuando era un niño, era bajo de estatura. Decidió poner atención al camino, ya después indagaría un poco más sobre el pequeño.

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