Capítulo Veintiséis. Amor que Cura

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-El problema, Alí es que la reclaman a ella no a tí aunque estoy seguro de que tu turno llegará muy pronto.

Lazard sonreía ampliamente y justo antes de reaccionar a su requerimiento, escuché una voz que provenía del interior de la habitación.

-¿Helen?.

¿Estoy flipando o esa voz es la de Abdel?.

Antes de entrar miré a Lazard para saber si mi dolor no me estaría jugando una mala pasada pero él seguía sonriendo por lo que rápidamente entré en la habitación donde Abdel me esperaba con un atisbo de sonrisa en su rostro. Caminé hacia el borde de su cama y me senté en ella con cuidado. Viéndolo tan frágil, parecía que hasta una simple pluma pudiese hacerle daño.

-Helen, ansiaba tanto volver a verte.

Me acarició el rostro con la palma de su mano temblorosa mientras me miraba con sus ojos, tan cansados que revelaban el sufrimiento por el que había pasado. Me sentí tan culpable por haberlo inducido a esa situación, que acabé llorando y apoyando mi cabeza sobre su hombro.

-Helen, ¿no te alegras de verme?.

-Demasiado, Abdel. Tanto que no se si esto es real o simplemente un sueño pero temí tanto perderte, no volver a hablar contigo o besarte....y todo por un malentendido que creí resolver de forma adecuada estando totalmente confundida.

-Eso no importa ahora, preciosa. Tan sólo disfruta de este momento en el que he vuelto a la vida. Y lo he hecho porque yo tampoco quería pasarme una eternidad sin tí. He vuelto para amarte, Helen, para disfrutar de una nueva vida a tu lado y te puedo asegurar desde ya mismo que no tengo pensado separarme nunca más de tí.

-Abdel....

-No llores, preciosa. No llores porque hoy debemos reír, porque hoy he de decirte que te amo sin condiciones. Te amo, Helen.

Lo miré a los ojos para después besarlo suavemente y fue tan perfecto el momento que no ya no sabía si soñaba o vivía.

-¿Te importa acostarte a mi lado?.Echaba de menos poder dormirme junto a tí.

-Abdel, ¿cómo iba a importarme si lo único que quiero es estar a tu lado?.Pero creo que deberías hacer algo antes.

-¿Acabo de despertar y ya me das trabajo?.

-No-reí-. Hay una persona al otro lado de la puerta que estaría agradecido de saber que te encuentras bien. Alí también quiere disfrutar de su hermano.

-¿Qué he hecho para ganarme una mujer cómo tú?.

-No tengo ni la más mínima idea de porque yo me he ganado a un hombre como tú pero me alegra tenerte.

Salí a buscar a Alí quien se alegró enormemente de volver a ver a su hermano. Fue tan emotivo su reencuentro que apenas pude contener las lágrimas. Abdel y Alí habían pasado por muchas cosas juntos y eso les había ayudado a mantenerse unidos con un cariño que iba más allá de lo fraternal, eran como gemelos que no podían estar el uno sin el otro.

Los días siguientes fueron cortos para Abdel. Aún se encontraba débil por lo que abusaba del sueño tanto como podía. Seguí usando mi butacón para estar a su lado aunque, sabiéndolo lejos del peligro, solía aprovechar sus horas de sueño para ayudar a la ahora alegre Aisha en la cocina o caminar por el jardín. En una de esas ocasiones, me encontré con Lazard, parecía que aquel bosquecillo se había convertido en el punto de encuentro de todos nosotros.

-Lazard, ¿cómo te encuentras?.

-Cansado pero feliz, Helen. Me has dado una misión difícil pero me alegra haber podido ayudar a Abdel.

-Y yo me alegro de haberte traído aquí a toda costa. Sólo tú podías hacerlo.

-Aún nos queda mucho trabajo. Aunque haya salido de esta, el mal de Abdel sigue ahí y deberá seguir una rutina muy estricta para poder eliminarlo por completo.

-¿Dieta alcalina?.

-Sí, y dado que has sido tan buena enfermera, te dejaré a ti encargada de su recuperación. Al menos durante un par de semanas. He de volver a Salisbury a solucionar unos problemas en los cuales el idiota de mi hijo se ha metido.

-Me complace saber que puedo llamarlo idiota en presencia tuya.

-Helen, no sabes lo que me alegro de verte bien junto a un buen hombre pero lo mismo que me llena de felicidad, me ensombrece.Haberme perdido a una nuera tan excelente como tú es algo que no olvidaré fácilmente.

-No es para tanto, Lazard. Además ya ha pasado tiempo desde que tu hijo y yo no estamos juntos.

-La última vez que Justin me presentó a una novia, tenía tanta silicona en los labios que apenas podía entender lo que decía aunque mi intuición me indica que no debían de ser cosas demasiado inteligentes.

Me reí con el comentario y juntos nos fuímos hasta la casa donde me explicó todos los cuidados que debía suministrarle a Abdel durante su ausencia. Confiaba plenamente en él y en su medicina pero temía hacer algo mal que perjudicase a mi amado.

-Lo harás perfectamente, Helen. Ya has salvado a Abdelkader una vez, ¿por qué no tienes fé en ti misma?.

-¿Una vez?.

-Llevo toda una vida tratando con pacientes con todo tipo de enfermedades. A todos los he tratado de la misma forma pero, por desgracia y aunque mi conocimiento es bastante amplio, cuando una persona se cansa y se niega a curarse, no hay nada que hacer. Tú le has dado todo el amor que tenías, le has infundido coraje y le has ayudado a volver de las sombras. Has sido su mejor medicina, Helen.

-¿La medicina del amor?.

-No hay nada mejor que eso.

Tras despedir a Lazard y explicarle a Aisha los alimentos que Abdel debía ingerir en los próximos meses, volví a verlo. Estaba conversando con Alí sentado sobre la cama.

-¿Interrumpo?.

-En absoluto, Helen. Estaba convenciendo a mi hermano de que no es muy recomendable que salga a pasear ahora. El sol se está poniendo y pronto la temperatura bajará. No creo que un resfriado le siente bien en su estado.

-Temo decirte que tu hermano tiene razón, Abdel. ¿Por qué no lo posponemos para mañana?. Podríamos hacer un picnic en el jardín.

-Así que es cierto.

Abdel me miraba sonriente. Su aspecto había mejorado mucho en los últimos días. Seguía delgado pero nada que ver con el rostro ceniciento que me había acostumbrado a ver.

-¿Qué es cierto?.

-Que los ingleses siempre buscáis una excusa para hacer un picnic.

-¿No se ha vuelto tu hermano un pelín idiota?.

-Más bien demente, Helen.

-Aunque me estéis insultando delante de mis narices, me encanta saber que al fin os lleváis bien lo cual es bueno dado que tan pronto me recupere, seréis hermanos.

¿Eing?. ¿Hermanos?. ¿Qué cosas está diciendo este hombre?.

Atrapada((COMPLETA)) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora