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AIDAN PASÓ UNA buena tarde junto a su mejor amiga, Kiara. El sentía que siempre podría contar con ella y viceversa. Pero ese día en especial sintió algo extraño en ella, algo diferente.
Ellos se encontraban platicando animadamente afuera de la casa de Kiara, sentados en el césped mientras se ponían al día ya que llevaban mucho tiempo sin verse.
—¿Qué te parece? —le preguntó Aidan sacando de su bolsillo del pantalón un guardapelo dorado de oro.
Kiara lo tomó con emoción, pero al abrirlo se encontró con fotos de Silvery y Aidan juntos. Ella lo cerró con fuerza y suspiró pesadamente, regresándole el guardapelo a su mejor amigo, este la miró extrañado y volvió a guardarlo en el bolsillo de su pantalón.
—Está lindo —dijo la pelirroja sin más. Aidan entrecerró sus ojos y la miró extrañado.
—¿Pasa algo?
Kiara guardó silencio por unos segundos y pensó en lo que estaría a punto de decirle a su mejor amigo, esperando no arruinar la amistad.
Aidan, a pesar de ser muy inteligente, era bastante despistado. Necesitas decirle de frente como es que te sientes ya que el no se dará cuenta aunque le envíes miles de indirectas.
—Tengo que hablar contigo —le dijo finalmente. El ojiazul se acomodó en su lugar para poder mirarla de frente y escucharla mejor.
—Dime, soy todo oídos —le respondió y le regaló una cálida sonrisa, de esas que solía regalar Aidan siempre a cualquiera que se le pusiera en frente.
—Aidan —comenzó, pero sintió como si su garganta no diera para más y las palabras no pudieran salir de su boca. Así que opto por algo diferente a palabras—, haré algo probablemente muy estupido, espero no arruinar todo.
Y jaló de su camisa hacia ella, junto sus labios con los de el y cerró los ojos con fuerza, esperando respuesta alguna.
Aidan permaneció estático en su lugar, sin saber exactamente qué hacer. Pero no se separó, todo era una mezcla de incomodidad pero comodidad juntas, un sentimiento extraño. Era la primera vez que besaba a alguien que no fuera Silvery, pues la castaña era su primera novia, su primer amor, así que fue un sentimiento raro lo que provocaba la pelirroja en el.
Kiara se separó de el, rindiéndose al no recibir respuesta alguna, y abrió sus ojos. Ambos estaban notoriamente sonrojados y se volvió un ambiente bastante tenso entre ellos.
Aidan comenzó a balbucear cosas que no si quiera el podía entender, y se levanto torpemente de su lugar.
—Yo —decía el—... yo tengo que irme, se me hace tarde para ir con —sintió un vuelco en el estómago al concientizarse de lo que recién había sucedido—... Silvery.
De algo estaba seguro en ese momento, estaba jodido.
