𝒄𝒖𝒂𝒓𝒆𝒏𝒕𝒂: 𝑒𝑝𝑖́𝑙𝑜𝑔𝑜

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*escuchar canción en multimedia durante la lectura del capítulo (opcional)

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CUATRO AÑOS DESPUÉS

SILVERY TOMÓ SU maleta y comenzó a caminar por el aeropuerto.

Recién le había enviado un mensaje a Finn para que pasara a recogerla y el ya estaba en camino, pero siendo que el aeropuerto quedaba a unos veinte minutos de el departamento que compartían, sabía que tardaría un poco en llegar.

Ella tomó asiento en una de las sillas cerca de la salida, para que cuando llegara Finn no lo hiciera esperar tanto.

Se sentía extrañamente ligera, el día anterior había terminado definitivamente una relación en la que estuvo por poco tiempo, ninguno de los dos quería nada serio en ese momento y simplemente se estaban limitando a conocer a más gente, lo más maduro que pudrieron hacer es terminar.

Su exnovio vivía en Irlanda, de habían conocido en uno de los viajes turísticos que Silvery siempre planeó hacer y rápidamente comenzaron a salir, aunque nunca hubo nada serio entre ellos, hasta que decidieron simplemente quedar como amigos y ella estaba de regreso en New York, donde estaba viviendo actualmente.

Silvery se encontraba revisando sus redes sociales, pues el largo viaje de Irlanda a New York la había dejado exhausta y no podía esperar más para llegar a su departamento y dormir todo el día.

Ella revisaba correos y mensajes que le llegaron durante el vuelo y contestaba lo que podía, ni si quiera se dio cuenta cuando alguien tomó asiento a su lado e igualmente revisaba su celular, pero no le dio mucha importancia a ese hecho hasta que la persona a su lado la llamó.

—¿Silvery? —preguntó.

Ella levantó su vista del celular y reconoció esos ojos verde azulados que tanto llegó a soñar en su momento. El sonrió y su característico hoyuelo en la mejilla se marcó, haciendo que Silvery supiera que estaba acertando en su suposición de quién se trataba.

—¡Aidan! —exclamó ella y ambos se levantaron de sus lugares para abrazarse.

Había pasado tanto tiempo desde la ultima vez que se abrazaron, que se sintió tan reconfortante el hecho de estar en los brazos de cada uno de nuevo.

Mentirían si dijeran que no sintieron un vuelco en el estómago y sus corazones latir desenfrenadamente, habían pasado ya seis años desde la última vez que se vieron y pareciera que había sido sólo ayer. Si no hubieran crecido y madurado físicamente, dirían que se sentían dos niños nuevamente, reviviendo todas aquellas emociones.

—¡Tanto tiempo sin saber de ti! —dijo Aidan emocionado cuando se separaron, a duras penas, del abrazo—. ¿Cómo estás?

—Muy bien, gracias —le respondió ella sonriendo—. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo estás tú?

—También muy bien —le respondió y ella apretó sus labios mientras el tomaba aire y se dedicaba a mirar a Silvery.

No había cambiado mucho, sus facciones se veían más maduras, de acuerdo a su edad de ahora veintitrés años, y había dejado de usar flequillo. Algo extraño para Aidan, ya que desde que la conoció hasta el último día que la vio, ella usó flequillo, pero el no podía negar que se veía bien.

—¿Qué ha sido de tu vida? —preguntó Silvery sonriente, tomando asiento nuevamente y Aidan se sentó junto a ella.

El estaba por responder, pero a lo lejos lo llamaron interrumpiéndolo y el volteó a ver. Una linda rubia de ojos miel se acercaba a ellos con una sonrisa.

—Estaba enviándote mensajes, amor —le dijo llegando hacia ellos y después miró a Silvery—. ¡Hola!

—Hola —saludó con una sonrisa Silvery, sin entender quién estaba frente a ellos.

La chica irradiaba felicidad, sus ojos brillaban cuando miraba a Aidan y no parecía para nada molesta de que el se encontrara hablando con otra persona que no fuera ella.

—Hm —Aidan carraspeó su garganta y se levantó de su asiento, el pasó su brazo por la cintura de la rubia y miró a Silvery—. Amor, ella es Silvery.

La chica la miró con los ojos abiertos y sonrió para después taparse la boca con sorpresa.

—Oh, he escuchado mucho de ti —le dijo alegremente—. Moría por conocerte, soy Rachelle, la prometida de Aidan.

Silvery sintió que casi se atraganta, si no fuera porque su boca se secó por completo. Ella se levantó de su lugar y estrechó la mano con la rubia la cual tenía su mano extendida.

¡Oh! Que lindo escuchar eso —a Silvery en verdad le dolía, pero no había nada por hacer.

—Si, y aunque me gustaría platicar contigo la verdad es que el chofer nos está esperando afuera, amor, y nos tenemos que ir —le dijo Rachelle a su prometido.

Aidan no había sacado la mirada de Silvery en ningún momento. Hasta ese momento, que miró a Rachelle y asintió con la cabeza.

—Eh... si, si —respondió Aidan vacilando.

Torpemente, se despidió de Silvery y antes de irse Rachelle volteó a verla y dijo:

—Espero verte por la boda —le dijo y guiñó un ojo para comenzar a caminar de la mano de Aidan.

Los vio alejarse hasta la puerta de salida y Silvery suspiró, estaba en shock. Ella rápidamente agarró su pequeña mochila que traía aparte de su maleta y buscó con prisa hasta que finalmente lo encontró.

El anillo de promesa que años antes Aidan le había regalado, aún lo seguía llevando a donde fuera que vaya y suspiró cabizbaja.

Ella tenía una corazonada.

Ese no podía ser su final.

1 | SHE'S NOT ME      ( AIDAN GALLAGHER )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora