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HABÍAN PASADO EXACTAMENTE tres semanas de lo sucedido con Kiara, y desde entonces Aidan había evitado lo más posible todo contacto con su mejor amiga, pero también es cierto que estaba actuando bastante distante con su novia, y está lo había notado contadas veces.
Lo cierto era que Aidan nunca había pasado por una situación similar, y estaba a una semana de cumplir dos años con Silvery por lo que no podía seguir mintiéndole cada que la veía. Si bien eran sólo unos niños cuando empezaron su relación, han madurado mucho desde entonces.
Y si Aidan quería arreglar todo este asunto, había una persona en específico que podía ayudarlo con ello.
—Así que, ¿por qué estás en problemas ahora, Aidan? —le preguntó Finn una vez que se percató de que Silvery no estaba cerca de su habitación de hotel.
—Si, bueno —balbuceó Aidan jugando con sus manos nervioso—... pues verás, yo no sé...
—¡Al grano Aidan! —exclamó Finn haciendo que el mencionado suspirara y se preparara para decirle al mejor amigo de su novia lo que había sucedido hace unas semanas.
—Kiaramebesó —susurró rápidamente haciendo que Finn lo mirara extrañado sin entender lo que recién había dicho.
—¿Qué? —preguntó Finn y frunció el ceño.
—Kiara me besó —confesó Aidan finalmente después de unos minutos.
Finn estaba en shock. Cuando Aidan le marcó diciéndole que estaba en problemas, se imaginaba más bien que no tenía regalo para Silvery por su aniversario de dos años juntos y necesitaba su ayuda, no lo que recién había confesado el ojiazul.
—¡¿Qué?! —gritó Finn esta vez, percatándose del asunto.
Finn comenzó a caminar por toda la habitación mordiéndose las uñas mientras pensaba en alguna posible solución al asunto. Pero la realidad era que la única solución era regresar el tiempo y hacer que aquello nunca hubiera sucedido, y eso era imposible.
Aidan se quedó en su lugar viendo a su amigo en casi estado de pánico, haciendo que el también comenzara a estar más nervioso de lo que ya estaba.
—Tienes que decírselo —le dijo Finn aún mordiéndose las uñas de los nervios.
—No quiero perderla, Finn —susurró Aidan cabizbajo.
Estaba triste y Finn lo notaba, se notaba a kilómetros que el ojiazul no se encontraba para nada bien.
—Mira, Aidan —habló Finn sentándose en el borde de la cama—. No asegurarte que te perdonara, así como no puedo tampoco asegurarte que no le importará. Pero algo que se y estoy completamente seguro de Silvery, es que valora mil veces la honestidad que cualquier cosa. Tal vez eso pueda ayudarte en algo.
—El problema Finn, es que yo no puedo dejar de pensar en Kiara desde ese día —confesó por segunda vez y Finn lo miró curioso—. Es decir, claro que pienso en ella, es mi mejor amiga. Pero la pienso de otra forma, es diferente. Y no se de qué trate todo esto.
Aidan pasó sus manos por su rostro frustrado de la situación y Finn, curiosamente, en vez de estar molesto lo miró con compasión.
Pobre. Pensó Finn.
—¿Sabes que no puedes tenerlas a ambas, cierto? —le recordó Finn y Aidan bufó asintiendo con la cabeza—. ¿También sabes que no puedes estar con Silvery si no estás seguro de lo que sientes por ella, cierto? Porque, pensar en otra chica de otra forma que no es amistosa mientras estás en una relación, es no estar seguro de lo que sientes. Y Silvery no merece eso.
—Lo se —le dijo Aidan—. Silvery merece el universo entero y más. No quiero perderla —repitió.
—Bueno, amigo, en eso si que no puedo ayudarte más que decirte que seas sincero con ella —Finn le dió un apretón en el hombro—. Pero si no le dices hoy, te golpearé.
Aidan sabía que Finn no bromeaba con eso último. Y también sabía que lo mejor era decírselo a Silvery lo más pronto posible.