Capitulo 4- ¿Acompañarnos? ¡Claro!

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Llegamos a los pies del bosque, yo quería seguir corriendo pero Loy me dijo que esperara y caminara lentamente ( Lo cual me volvió a causar un dolor incesable en todo mi cuerpo) porque no sabíamos que podría haber ahí dentro, aunque en realidad yo me sentía bastante protegida cerca de Loy y a lo mejor si había algún peligro desvainaría su espada y podría verla en acción algo que en realidad me intrigaba y tenía tantas ganas de ver, en fin, caminamos a un paso común y tranquilo durante algunos minutos hasta que Loy me dijo que paráramos un momento cerca de una choza que encontramos entre los árboles, me dijo que probablemente era de un leñador ya que en su mapa podía ver señales de vida dentro así que nos acercamos y tocamos la puerta la cual abrió un hombre grande y gordo que definitivamente tendría que ser un leñador ya que vestía una camisa a cuadros, unos jeans y unas botas donde probablemente podría haber entrado yo con ambos de mis pies, dejando eso de un lado aunque en un inicio parecía un hombre intimidante se convirtió en un hombre amable y cariñoso, nos dejó pasar para descansar durante la noche.

Nos sentamos en una pequeña salita y nos comentó que su nombre era Richard, se encargaba de abastecer de madera a Genrika y nos preguntó porque si éramos tan jóvenes andábamos tan solos en la noche y peor aún en un bosque, le contamos todo lo que había sucedido en el pueblo, su cara mostró una expresión de asombro tal que creímos que se desmayaría-"¿Cómo es eso posible?"-preguntó Richard-"Éste y los demás pueblos vecinos siempre han sido lugares de gran tranquilidad"- lo último que dijo era algo en lo que yo concordaba, mi hogar siempre había sido un lugar tan feliz y divertido que nunca me hubiera imaginado que esto podría pasar, para terminar nos dijo que estas personas armadas que de hecho eran influenciadas por un movimiento proveniente de Alemania, no tardarían en llegar y si nosotros logramos encontrar su choza fácilmente, ellos no tardarían para nada en encontrarla según Richard (aunque él no sabía nada del mapa mágico y supuse que no debía decírselo por las señas que me hizo Loy).

Después de eso decidimos que sería buena idea salir temprano por la mañana hacia el pueblo pacífico más cercano que estaría a unas 4 horas corriendo (algo que aunque me gustaba estaba segura de que al llegar y parar podría desmayarme por el cansancio) pero Richard nos dijo que podríamos usar un pequeño coche de lámina viejo que tenía en su cochera lo que nos ahorraría 2 horas de trayecto, nos preguntó que a donde viajábamos ya que según él estos monstruos de ojos rojos no tardarían mucho en poblar toda nuestra zona, al final Loy decidió explicarle todo lo demás, es decir lo del mapa, el trayecto, la zona de paz prometida, por un momento Richard creyó que era una broma y lo comprendo ya que es una historia difícil de creer pero al ver nuestra cara de seriedad se dio cuenta de que hablábamos en serio, preguntó si era mucha molestia acompañarnos a lo que nosotros respondimos que estaba bien ya que él había sido muy noble con nosotros al prestarnos su coche y su casa por una noche, se retiró a dormir y nos dejó unas sábanas ya que dijo que podríamos dormir en su sala, se despidió y nos pidió que cuando nos fuéramos a dormir apagáramos la chimenea.

Llegó la mañana siguiente y esta vez no tuve pesadillas por lo cual me sentía con mucha energía, Loy despertó unos 10 minutos después que yo y pregunto si tenía hambre y créanme que esa pregunta no se me había ocurrido en estos 2 últimos días y valla que tenía mucha hambre así que asentí y sacó unas latas de sardinas esta vez, estaba a punto de abrirlas cuando escuchamos a Richard gritando-"¡El desayuno está listo!"- Loy y yo nos miramos y le tire las sardinas de la mano ya que yo las odiaba y estaba segura de que a él tampoco le agradaban mucho, corrimos hacia la cocina y para nuestra sorpresa había unos panqueques en la mesa, los cuales me recordaron a mamá y en su honor decidí no volverlos a comer nunca pero Loy se llenó los cachetes con ellos y preguntó si yo quería los míos y antes de que yo terminara de decir que no él ya se los había tragado por completo, Richard al ver que no me apetecían los panqueques me preparó un poco de carne que había casado el día anterior, y esta vez la que se llenó la boca de comida fui yo ya que aunque no lo crean mi comida favorita después de los panqueques era el venado y al parecer la carne que me habían servido era de venado y no me pude resistir a su jugosidad.

A mi chica de la Luna: Omne initium habet finemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora