Por más que quise evitarlo, caí en la tentación de escribir algunos one-shots, aunque puede que algunos se extiendan un poco más, sobre Los Tres Caballeros, aunque la gran mayoría tendrán como protagonista a José Carioca, por ser mi consentido de lo...
Aquí me dí la libertad de romper mi regla principal, pero igual espero que sea de su agrado.
A Lady Skeleton, por permitirme utilizar parte de sus headcannons sobre el pasado de José, de igual manera para todos aquellos que amamos ver a esta linda pareja:
Todas las mañanas eramos los primeros en levantarnos, por lo general manteníamos una charla amena mientras tomábamos café, en ocasiones, solo me daba los buenos días y salía al jardín a perfeccionar su tiro con arco, mientras tomaba el café y la observaba desde la ventana, ahí era un poco más libre y podía soltar algún suspiro dedicado a mi Diosa.
Aquella mañana que desperté mi instinto mágico me dijo que sería diferente, traté de ignorarlo, asumí que aquella reacción se debía a la proximidad del cambio de estación, miré el reloj; 6:00 AM, sonreí y un fuerte ruido me saco de mi pensamiento, eran los fuertes ronquidos de Panchito y Donald, maldije al primero, ¿no se supone que el madrugador debería de ser él?, después le pedí disculpas aunque no me oyera.
Acomodé mi plumaje y después me vestí como de costumbre fui a la cocina y ella ya estaba ahí.
-¡¡Buenos Días!!
-Buenos Días Xandra.
-Pensé que te habías quedado dormido.
-Me retrasé un momento mientras...
Otro ronquido se escucho por toda la cabaña despertando a Ari, que se puso a preparar el desayuno.
-¿De quién ha sido ese ronquido?
-Panchito.
-Mmm... No es tan buen gallo.
-Lo mismo pensé cuando estaba en la habitación.
Ari había preparado el café, pan tostado, una jarra de jugo de naranja y yogur con frutas, lo colocó en la mesa y se fue.
-Meu pequeño amigo, ¿no te quedas?
Emitió un sonido y salió corriendo de la cocina, comenzamos a degustar los platillos preparados y regresó con el periódico y el correo, después se sentó con nosotros, Xandra revisaba la correspondencia cuando una carta llamó su atención; una invitación a la fiesta anual del Instituto New Quackmore.
-¿Alguien dijo fiesta? Yo quiero ir.
-Y yo.
Donald estaba por tomar parte de los alimentos de la mesa y Ari se los impidió, las trillizas también estaban en la mesa y ellas sí pudieron acceder a los alimentos.
-Eso se ganan por despertar a Ari.- dijo Xandra en tono de burla.
-Xandra, ¿tú vas a ser la que de la cara por estos tres en la fiesta del Instituto?- preguntó May.
-Claro que no, ellos deberían de ir.
-¿Estás segura de ello?
Xandra los miró por un momento, May tenía razón ese trío no era nada decente y en una fiesta tan importante lo arruinarían todo.
-Hace siglos que no voy a una fiesta y mi ropa es tan anticuada.
-No te preocupes nosotras te ayudaremos.
-¿Entonces no podemos ir?- dieron los tres al unisono mientras peleaban por una rebanada de pan que Ari trataba de comer.
-Será mejor que se queden por sí hay algún movimiento extraño, además deben de aprender a luchar sin mi presencia.
Las trillizas y yo nos dimos a la tarea de buscar la vestimenta adecuada para la ocasión.
-Me parece bien, guys ¿qué les parece sí salimos a pasear un poco?
-Me servirá para hacer la digestión.
-Y a mí, a ver sí puedo controlar mi magia.
-¿Tienes magia?- preguntó Xandra interesada por el asunto.
-Un poco, no sé de donde la obtuve.
-¿Alguno de tus padres?
-Tal vez, nunca los conocí.
Un silencio incomodo se hizo presente hasta que Panchito dijo:
-Vamonos a caminar un poco como habíamos quedado, es más, Ari ven te compraremos un helado por las molestias.
Ari no rechazo la oferta del helado pero tenían que llevarlo a casa, él quería ayudar a las chicas.
Después de una larga caminata llegaron a un cafetería a pedir unas bebidas refrescantes, Donald y Panchito ya iban por la segunda ronda y José seguiría sin tocar su smoothie.
-¿Te pasa algo?
-Cómo me gustaría acompañar a Xandra a la fiesta.
-¿Y porque no se lo dices?
-Sí se lo digo me invitaría por lastima.
-¿Pensé que era una broma eso del romance?
-A mí también me hubiera gustado que se tratara de una broma, pero no mi amigo, ella es lo más imposible que he deseado en mi vida.
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Una lágrima rodó hasta caer sobre la sombrilla que llevaba a todos lados, al contacto emanó un leve brillo que no pudieron notar, pero este no fue desapercibido por Zeita Carioca, quien cuidaba de su pequeño desde la distancia, ella le heredó la magia, al igual que esa sombrilla en una noche lluviosa cuando José vivía en las calles de Salvador.
-Mi pequeño me necesita, su corazón está triste.
-Tranquilo José, nos gustaría poderte ayudar pero no nos queda más que llevarle su helado a Ari y que veas a tu diosa antes de que se vaya a la fiesta.
Llegamos a la cabaña, llevábamos varias cajas de pizza helado para todos, Ari fue quien nos ayudo con las cosas y le preguntamos sí ya habían terminado a lo que respondió con un gesto negativo.
-Diles a las trillizas que descansen y vengan a cenar.
Ari volvió a negar y se fue a dirección a donde se encontraban en esa labor.
-Creo que cenaremos sin ellos.
-Piensen que es una noche de chicos,- dijo Donald emocionado.
-Sacaré mi as bajo la manga,- José sacó una baraja de la manga de su saco.
-Nada de trampas Carioca,-dijo Panchito mientras daba palmadas a la funda de una de sus pistolas
-Parece que te estabilizaste con eso de la magia,- interrumpió Donald algo nervioso.