-Hoy no, Yemayá, por lo que más quieras, hoy no.
Era la plegaria que salía de mis labios, mientras la barca de pesca se movía a voluntad del vaivén violento de las olas.
-Nosso Senhor do Bonfim, apiadate de nosotros.
Los demás me acompañaban en mi plegaria. Como todas las mañanas antes de salir a la mar, unos con la bendición de sus madres, otros de sus esposas y yo la de meu estrela, la extranjera que solo venía de vacaciones y se quedó conmigo, dejando atrás, amigos, familia y fortuna, pues no podían creer que se había enamorado de un pobre pescador. Pronto aprendió a preparar los ricos postres brasileños que vendía todas las tardes en la plaza de Ilhéus, después de dar clases de literatura y lengua castellana en una escuela del mismo lugar, yo la acompaño, pues me encanta tocar alguna canción para la gente del lugar. Así fue como la conocí mientras platicaba con Iaiá de aquellos dulces.
Todo pensamiento fue borrado cuando chocamos contra otra embarcación, ambas sufrieron grandes estragos y era cuestión de tiempo para que nosotros fuéramos arrastrados por la tormenta.
-No Yemayá, no puedo irme sin decirle que la amo. Yemayá quisiera cantarle una vez más, confesar que desde que ella llegó nunca me había sentido tan especial. No quiero dejarla. Quiero que siga siendo la estrella que ilumina mi camino.
Algunos de mis compañeros saltaron al agua de dónde no volvieron a salir, y yo buscaba como sobrevivir aferrado a un pedazo de madera envuelto en una red. Una ola golpeó y después todo se volvió oscuro.
Una luz cegadora me lastimaba, seguía arriba del intento de bote, el mar estaba en calma, y sus suaves olas me llevaban, quería que alguien me orientará sobre dónde ir, pero estaba solo.
-Lo siento Néstor, tengo que buscarlo, ya pasaron cuatro días y no sé nada de él.
-Las autoridades ya comenzaron la búsqueda y creo que es tiempo de que te hagas a la idea de...
-Ni lo digas de broma y mucho menos ahora que...
La chica toco su vientre y todos sabían lo que significaba.
-Mucho menos en tu condición.
-Prefiero encontrar su cuerpo primero, antes que cualquier animal carroñero.
Sin más se embarcó en busca de José, esperando un milagro, mientras que en alta mar un hombre agotado canturreaba fragmentos de la canción que dedicaba a su amada: Eu sei que nunca estou sozinho pois tem alguém que esta pensando em mim.
-Minha estrela, perdóname, por dejarte sola, pero de alguna manera siempre estaré contigo, me gustaría verte una vez más.
José cerró los ojos, quedando nuevamente dormido.
El crepúsculo anunciaba los últimos rayos de sol y los gritos de una mujer se escuchaban a lo lejos. La muerte aún no pasaba cerca del náufrago y no pasaría porque el milagro se había efectuado.
Después de unos días en el hospital, la pareja había tomado unas pequeñas vacaciones, las cuales coincidían con el cumpleaños de José, ese día estaba pensando para estar en Copacabana, pues ahí José había confesado su amor a su amada.
-Vayamos a tomar un poco de Cachaça.
-Me encantaría, pero no sería conveniente.
-¿Te sientes bien?
No contestó, solo se limitó a acercarse a él, susurró algo en su oído, se separo de ella sorprendido, solo para arrodillarse y abrazarla por la cintura mientras posaba su rostro en el cálido vientre que albergaba a su hijo.
Este capítulo fue posible gracias a la celebración de José Carioca, quién el pasado 24 de agosto cumplió 77 años de existencia gracias a la película "Saludos Amigos".
Espero que haya sido de su agrado está sorpresa y una disculpa si hay algún error de escritura, pues no soy muy buena trabajando dese mi celular.
Saludos y nos leemos pronto. 🙋
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Pequeños momentos con un caballero.
FanfictionPor más que quise evitarlo, caí en la tentación de escribir algunos one-shots, aunque puede que algunos se extiendan un poco más, sobre Los Tres Caballeros, aunque la gran mayoría tendrán como protagonista a José Carioca, por ser mi consentido de lo...