Para el músico que volvió a darle ritmo a mi corazón.
Mi rutina a partir del día de hoy serian así; 4 de la mañana para llegar a las 7:00 durante los cinco años de educación universitaria. Mis padres habían sido muy claros en ese aspecto, sí deseaba formar parte del grupo, debería continuar estudiando. ¿Por qué no podía estudiar después? ¿Por qué no me entienden? Miré el horario y fui al salón correspondiente, sólo, ¿qué podía esperar? Saqué mi guitarra para practicar un poco mientras llegaba alguien después de cinco minutos un ruido detuvo mi canción.
-Perdón no quise interrumpir.
-Buenos días señorita.
-Buenos días... ¿puedes seguir tocando?
-¿No te molesta?
-Para nada, me gusta mucho esa canción.
-No creí que alguien más gustara de esta música.
Mi compañera sonrió, se sentó en la banca que estaba a mi lado y me miraba esperando una siguiente canción.
-Ahora tocaré una de mis favoritas.
Quise que mis acordes sonarán flamencos, pero ella reconoció la canción e intentó imitar el sonido de las castañuelas dando golpes con las palmas de sus manos sobre el mesa-banco mientras ella me acompañaba con los coros.
-Sí de día me encandelan, de noche no quieren verme.
-¿Quieres decirme serrana que hace falta pa'quererte?
Los demás comenzaron a llegar y tuvimos que interrumpir nuestra mañana bohemia. Con forme pasaban las semanas ella y yo nos volvimos inseparables, hacíamos nuestras tareas juntos y en ocasiones me acompañaba en los ensayos con el mariachi. Un día cuando ella no pudo asistir, al finalizar el ensayo, Fernando se acercó a mí.
-¿Dónde dejaste a la novia Francisco?
-No es mi novia.
-A mi no me engañas, tú sientes algo por ella.
-No te lo voy a negar, pero me da miedo que me rechacé.
-Todos tenemos miedo al ser no correspondidos.
-Además su compañía me basta.
-Sino te pones listo, alguien más lo va a hacer.
-Mañana es su cumpleaños, ¿me ayudas a llevarle serenata?
-Faltaba más compadre.
Llegamos a su casa, estaba nervioso pero no podía rajarme, comenzamos a tocar lo primeros acordes, la ventana de su habitación se abrió y salió con una enorme sonrisa mientras sus ojos derramaban lágrimas.
-¿Recuerdas aquella pregunta que te hice una vez? Aquí te entrego mi regalo.
Continuamos cantando, varios los vecinos salieron a escuchar nuestra música y al finalizar Fernando me dio una palmada en la espalda dándome a entender que era el momento.
-Sabes, después de las semanas que hemos convivido, me he dado cuenta que cada vez que te veo una canción se hace presente y en tu día quiero dedicártela y espero que entiendas porque.
Señorita me permite unas palabras, le prometo no abusar de su bondad.
Su belleza como un sol me ha deslumbrado y quisiera conocerla un poco más.
Solamente una vez la he mirado y ya creo haberle dado el corazón.
Señorita tengo un presentimiento, que ha nacido entre los dos un gran amor .
Cuando terminamos la canción ella no dejaba de llorar y no sabía como sentirme al respecto, me sentí culpable por verla así.
-¿En serio Panchito?
-Te lo digo sinceramente desde el fondo mi corazón.
-Entonces, acepto.
Me acerqué a su ventana para darle un beso. Desde ese día hasta hoy seguimos juntos mientras seguimos con nuestros estudios, junto con la hermosa música que hizo posible nuestro encuentro.
Les comparto un pedacito de mi vida y mi corazón en este relato, porque de alguna manera Panchito me recuerda a mi amorcito sureño.
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Pequeños momentos con un caballero.
FanficPor más que quise evitarlo, caí en la tentación de escribir algunos one-shots, aunque puede que algunos se extiendan un poco más, sobre Los Tres Caballeros, aunque la gran mayoría tendrán como protagonista a José Carioca, por ser mi consentido de lo...