Capítulo 12- Un cuervo escarbó en la nieve

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Las llamas de la hoguera bailaban en sus pupilas, moviéndose al ritmo de la brisa sutil que la avivaba. Absorto en sus pensamientos ni tan siquiera se había percatado de que hacía un buen rato que el astro rey se había echado a dormir.

Desde que Yuki se marchara molesta, y no podía quitarle la razón, Itachi se había dedicado a inspeccionar la zona palmo a palmo. Por supuesto que la había creído cuando dijo que alguien los estaba rondando; de hecho era lo que esperaba, pero no contaba con que fuese tan... pronto. Por eso se dedicaban a viajar como nómadas hasta encontrar un lugar seguro. Sabía que era arriesgado llevarla a ella tan lejos, prácticamente a la otra esquina del mundo, pero él tenía sus motivos y de hacerlo de otro modo muy probablemente la vida de la mujer corriera peligro antes de que él se hubiera recuperado al completo.

Vivir para morir de nuevo... tremenda ironía. 

Había regresado al lugar indicado y trayendo la leña consigo prendió la hoguera y se sentó en una roca a esperar, a pensar... No había percibido a nadie a los alrededores pero los constantes ruidos de la noche le mantenían tenso, alerta a todo.

Y Yuki que seguía sin aparecer.

¿Qué estaría haciendo esa mujer? ¿No se suponía que sólo iría a por la cena? Era imposible que nadie tardara tanto en cazar algo. Suspiró clavando una vez más la mirada en el fuego y por una fracción de segundo, un tronco que crepitó, soltando volátiles chispas, le creó la ilusión de ver el rostro dulce y suave de su cautiva entre las llamas. Creyó sentirse morir por lo que le había dicho horas atrás pero ¿qué otra cosa podía hacer? Alejarla de él en ese aspecto era necesario, él debía seguir con sus propias ideas y nadie debía interferir en ellas. Sólo él... Aunque sintiera la cabeza a punto de explotar y el pecho martilleando, después de esos meses se había acostumbrado a su cercanía, a sus cuidados, incluso a los agrios comentarios y las riñas infantiles que tenía con Kisame... se había acostumbrado a sus escasas sonrisas y a su mirada soñadora, a toda ella. Cada vez eran más las ganas que tenía de conocer su pasado, sus secretos, saberlo todo.

Un amago de sonrisa se dibujó en su rostro al recordar aquello. Su diario... Como si ahí fuese a encontrar las respuestas a todas sus preguntas.

Un silbido veloz, como si el aire se cortara tras de sí, le hizo girarse a la velocidad del rayo para inspeccionar la zona y aunque no sintió nada sospechoso ya no pudo estar tranquilo.

Tenía que ir a buscarla.

Se había cansado de llorar

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Se había cansado de llorar. No había sido necesario que le dejara en claro que sus sentimientos no eran correspondidos, mucho menos con aquellas palabras cortantes. Le había dado la sensación de estar retrocediendo en el tiempo y volver a aquellos primeros días en los que ni tan siquiera podía mirarle a la cara y ni hablar de querer pronunciar su nombre. ¿Y todo por qué? Igual se arrepentía realmente de aquél arrebato. Itachi no era para nada estúpido, tranquilamente se habría dado cuenta de lo que pasaba con ella y había atajado de ese modo, cortando sus esperanzas de raíz...

Las noches en las que el cielo se tiñó de rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora