~Cap. VIII~

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Prinston se giró mirándola a esos ojos verdes cálidos, mientras que a ella sus ojos azules la helaban cada centimetro de su piel.

— Vuelve... Por favor, siéntate — colocó la mano mostrándole el lugar donde quería que se sentase el hombre, Prinston llegó a la cama, se sentó rígido y a la vez nervioso sobre el suave colchón.

Lydia le miró, observando su rostro triste y puso su mano sobre su rostro acariciando su mandíbula.

— ¿Qué te pasa?

— Hombre... Enfadar a una chica tan increible como tú nada mas conocerla es de ser un pedazo de idiota, nunca me he sentido tan... fragil — Lydia rodó los ojos.

— No exageres... 

— Bueno alomejor piensas que exagero pero no exagero diciendo que volver ya a Inglaterra, a mi pais, es lo que menos quiero hacer en este momento. No quiero irme — Ella se congeló y se quedó atorada en sus pensamientos.

"¿Irse?"
"¿Ya?"
"No, no puede ser"

No sabía que hacer y solo se le paso por la mente una única cosa, era lo que queria hacer moviendose por sus impulsos.

— Lo siento sargento pero esto lo hago sin su autorización — Lydia se lanzó sobre el y le besó, le beso profundamente agarrando a Prinston de la nuca, él se quedó con los ojos como platos y a su vez notaba como su corazón comenzaba a palpitar tan rápido que sabía que si no la detenía le daría una taquicardia, lo sentía así en cada poro de su piel.

Habia estado los ultimos cinco años sin besar a una mujer, sin mirar a una mujer, Lydia era la segunda chica que conocia de manera romantica despues de su exmujer pero esto que sentia por ella, era la primera vez que ocurria.

Queria apartarse pero sabía tan bien, eran tan cálidos, los labios de ella se sentían tan carnosos, tan suaves, que en vez de separarse de ella...cerró con lentitud los ojos dejándose llevar. Los dedos de Lydia agarraron fuerte su nuca atrayendolo más a hacia ella, él la agarro de la cintura con toda su fuerza de voluntad y la separo levemente.

— No te puedes ir todavía, no puedes dejar con la miel en los labios. Ahora que has aparecido en mi vida tengo el derecho de conocerte para saber si vales tanto la pena como para ir detrás de ti, no puedes irte dios griego fugitivo del Olimpo — él la miró fijamente acariciando con su pulgar la mejilla de la joven disfrutando de cada una de sus palabras — además — sonrió —. aún me debes un vestido sargento.

— Rubí, no puedo quedarme... — Lydia le miró sería.

— ¿Porqué? No entiendo.

— Ser militar, ser sargento, cuidar de todos es mi vida, mi trabajo, quieres que lo deje todo y a todos por una... una locura o lo que sea esto que nos esta pasando — Lydia lo analizó y le respondió quizás de la manera mas abierta y sincera que se podia imaginar.

— Me gusta lo que veo de ti sargento que eso que tu sientes yo tambien lo siento aunque parezca una locura pero no perdemos nada, si decides irte estare esperando el tiempo que haga falta a que vuelvas — Prinston depositó un beso en la frente de Lydia y se alejó de la chica dirigiendose hacia la puerta.

Se giró un último instante antes de no volver a ver a esa chica, su pelo rojo intenso con esos rizos que parecían las ondas del fuego, esos ojos que te llevaban a la misma naturaleza, como le miraba, su mirada triste, se estaba volviendo loco, loco por ella, no sabía exactamente que hacer, quería buscar ayuda.

"Qué hago" "Joder" — Se repetia en la mente.

Se acerco en un instante a ella y la abrazo fuerte, fuerte como si le fuera la vida en ello y la susurro al oído un:
"Los flechazos si existen" sin responderla y decirla su decisión se fue de esa casa lo más rápido que pudo, necesitaba pensar y la presencia de ella le impedía eso.

Lydia se quedó estática en la cama procesando todo lo que acababa de pasar, cuando recobró el sentido se levantó y bajó corriendo a la puerta de su casa, no la importaba que la temblasen las piernas, lo único que ocupaba su mente era parar a Prinston, abrió la puerta principal, miro a todos lados y al no verle grito lo más fuerte que pudo buscando una respuesta:

— ¡¡Prinston!! — no la hubo, sus rodillas finalmente fallaron y quedó sentada en el porche hasta que unos minutos o incluso horas más tarde decidió coger el móvil y escribir a Daniels.

"Hola ¿esta Prinston en la base con vosotros?"
"Si, de hecho acaba de llegar."
"¿Puedo ir a la base?"
"No, espérate que lo calmemos, necesita despejarse."

Lydia con frustracion se tumbo en la cama y de repente algo la golpeo en el pecho, lo tocó, era un metal frío, se lo quito y era una chapa, la observó y tenía algo grabado en ella.

"Soldado Raso William Prinston
- Edad: doce años
- Nacido el 9 de octubre de 2005
- "el deber siempre por delante"

Lydia leyó con atención y pensó:

"Como esto sea una indirecta y se vaya, me hago militar solo para darle por culo"

Luego cogió la chapa entre sus manos, sonrió al mirarla y se llevó el frío metal a sus labios depositando un suave beso en ese collar que se había vuelto lo más preciado para ella.

~𝕎𝕠𝕝𝕗 𝕠𝕗 𝕎𝕒𝕣 𝕀𝕀𝕀~[Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora