~Cap. XXXIX~

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Lydia empezó a bajar despacio y con piernas temblorosas hasta que llegó al salón y se sentó en el borde del sofá pegada al cuerpo de Prinston que se encontraba tumbado en todo lo largo de este, le tocó el hombro cuidadosamente buscando despertarle de su profundo sueño.

— Prins...

— Dime Rubí — dijo él con un tono de voz más ronca de lo común tapando sus ojos de la luz con el antebrazo.

— Ya...ya se quien es María y...lo siento mucho, lo siento mucho mi dios. Debería, debería haberte dejado hablar, pero me puse celosa al pensar que alguna mujer te estaría esperando en tu casa cuando acabases la misión aquí — dijo ella acariciándole la mejilla.

— Ven aquí. — Prinston la agarró de la muñeca tirando de ella logrando que se tumbase sobre él.

La abrazó con fuerza y con sus dedos sobre su barbilla la atrajo hacia él para darla un besó delicado pero que demostraba todo el ansia que había sentido por ella en los últimos dias, al separarse la miró sonriente.

— No pasa nada, lo importante es que todo se ha solucionado y ya estas conmigo, solo conmigo. — Lydia se tensó y trago saliva forzosamente al oír esas palabras.

— Prinston... ¿Tú me quieres? —Prinston volvió a cerrar los ojos intentando decir aquello lo más tranquilo posible, con toda la sinceridad del mundo.

— Incluso como quise a María.

— ¿Pase lo que pase? — en ese momento supo que algo no iba bien, cosa que le hizo abrir los ojos entrecerrados mirandola nervioso.

— Hombre, en esta semana te has dado cuenta tu misma de que todos tenemos nuestros límites...

— ¿Y si he hecho algo de lo que me arrepiento mucho?, ¿me perdonarías?

— Después de tantos años he aprendido que siempre que se hace algo es por algún motivo, nada se hace en vano.

Lydia cogió aire y lo dejó salir por sus labios despacio sin pensarlo por mucho más tiempo.

— Me he besado con Stiles porque estaba celosa de María, creía que era tu mujer, que era algo romántico tuyo y quería vengarme, pero me arrepiento mucho, mucho, mucho, lo siento... —dijo apartando el rostro apoyándolo sobre el pecho de Prinston con sus ojos llorosos.

— ¡¿Que?! — exclamó mientras notaba su sangre hervir y la vena de su cuello hincharse.

— Lo siento, de verdad que lo siento. Perdóname, solo ha sido un beso, no ha significado nada para mi, por favor... — Prinston la apartó de encima suya y se levantó del sofá prácticamente impoluto, como si la ira hubiese sustituido el alcohol.

— ¿Dónde esta? — Lydia se mantuvo en silencio, no quería que se fuera, ni que hiciera daño a Stiles, Prinston elevó la voz y repitió nuevamente haciéndola estremecer.

— ¿Donde esta, Lydia? No me hagas repetirlo o lo buscaré yo mismo — Lydia intento hablar mientras que su cuerpo temblaba.

— Creo que se ha ido a casa, pero no vayas, quédate aquí, quédate conmigo, vamonos a casa, los dos, juntos. — susurró aferrándose a su brazo.

— ¿Ha ido alguien con él? — dijo mirando a su alrededor, veía a Daniels y Derek mirándole en silencio sentados frente a la gran mesa. Cada vez notaba más como le faltaba el aire y los malos recuerdos inundaban su mente.

— Zuss... — sintió como una pequeña puñalada, una especie de traición por parte de un hermano, aunque llegaba a entender que Zusmann tenía principios y pondría a su hermano, aunque se conociesen de poco, siempre por delante de cualquiera.

— Vale — Prinston cogió su chaqueta, las llaves de su coche y salió por la puerta, Lydia salió a la calle corriendo detrás de él y sin darse cuenta se encontraba chillando su nombre a pleno pulmon para luego agarrar su muñeca dejándose caer en el frió asfalto de la carretera. Prinston se giró hacia ella, la señaló con el dedo y la dijo con un tono agresivo:

— Ni se te ocurra Lydia, ¡no hagas ahora un drama porque aquí ni tú ni él habéis salido heridos!, bueno, él en unos minutos sí.

Pero que sepas que saldrá herido por tú culpa, tu eras la que debía respetarme en cambio me has herido a mi por tus malditos caprichos, pero... Que me iba a esperar de una niña de diecinueve años, a él le diré y haré lo que creo que merece pero él no es el único culpable aquí, la culpable eres tú pero a ti jamas en esta vida te tocaría un pelo

Sus palabras escupian fuego, antes de que empeorase la situación dio un tirón de su brazo para soltarse de su agarre, se subió al coche y se fue lo más rápido que pudo, Lydia en cambio se quedo estática en medio de la calle sintiendo como las lágrimas corrían por sus mejillas y como el mundo se la caía encima.

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Prinston llegó a la casa de Stiles, antes de bajar del coche se palpó la cintura y se relajó al notar la pistola que siempre llevaba consigo, aunque en cierta parte temía tenerla consigo en esos momentos ya que no controlaba sus emociones. Pero lo único que pensaba continuamente para mantenerse sereno era que no podia hacer esto, que el no era así.

"Prinston, mantén la mente fría por dios, cálmate, sabes que él no es el único culpable de esto" y dicho esto llamó a la puerta.

A los pocos minutos se escucharon abrirse varios cerrojos y tras la puerta apareció Stiles, llevaba un chándal con la camiseta de su equipo favorito que le regaló Lydia, era su camiseta favorita, en lugar de pedir que se la firmará el jugador de fútbol se la firmó Lydia y eso la hacía aún más especial.

Había estado viendo la televisión recordando ese perfecto beso solo en el sofá ya que su hermano se había marchado a dormir, en cierta parte en el fondo de su mente también esperaba la llegada de Prinston aunque no podía evitar desear que no le contase nada.

~𝕎𝕠𝕝𝕗 𝕠𝕗 𝕎𝕒𝕣 𝕀𝕀𝕀~[Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora