~Cap. XXVI~

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Lydia se encontraba tumbada en la cama arropada por las sábanas cubriéndola hasta sus pechos, sonrió mirando a Prinston y le dijo:

— Ay dios mio... Mirate la espalda sargento.

Prinston se acercó al espejo vertical que tenia en la esquina de la habitación mirandose detenidamente en este girando su rostro para alcanzar a verse la espalda pudiendo ver múltiples arañazos y alguno de ellos con sangre ya seca.

— ¿Qué coño...?, O me ha arañado un puto mapache furioso o hicimos algo anoche y no lo recuerdo, aunque esa opción es imposible nunca olvidaría algo así.

Lydia soltó una carcajada tapándose con la manta hasta la nariz escondiendo su vergüenza y se dispuso a explicárselo:

— Ni una cosa ni la otra, osea, si he sido yo pero... para que te quitarás de encima mío porque me estabas asfixiandome.

— Joder, qué susto, podrías haber sido más cuidadosa mi pequeña CatWoman — se acercó a su teléfono revisando todos los mensajes que tenía respondiendo los importantes con una expresión seria —. Venga anda pequeñaja, ponte algo de ropa y vámonos a mi oficina principal de reuniones que están ahí todos esperándonos hace ya rato.

Lydia le miró algo preocupada por la idea que la rondaba la mente dándose cuenta que no tenía nada que ponerse :

— A ver a ver espérate un segundo, número uno ¿cómo que todos, quiénes? Y dos, ¡no tengo ropa Prinston, mírame! — dijo con tono refunfuñón levantándose de golpe de la cama, él la miro de arriba a abajo y soltó una sonrisa pícara. La chica tenia su pelo rizado alborotado recogido en una coleta alta, su cara estaba libre de maquillaje y llevaba la camiseta blanca de Prinston, se mordió  sutilmente el labio conteniendo su opinión. Ella hizo un gesto de enfadada y entonces al ver su expresión saltó:

— Losiento, lo siento Rubí. Van todos, los de nuestro grupo, ¿quienes van a ser si no?. Y eso de la ropa tiene una sencilla solución, usa mi camiseta ya que la llevas puesta, además tus pantalones están allí.

Lydia cogió sus pantalones y al tocarlos puso cara de asco, pues vio que estaban llenos de barro.

— No me pienso poner esto — dijo girándose de golpe mirando al militar apretando sus labios y sujetando con dos dedos el pantalón con el brazo como si estuviese sujetando un bolso, para acto seguido tirarlos al suelo.

— Aunque sea ponte unos pantalones cortos míos, por si acaso, ni loca sales por la base militar solo con una camiseta. A mi me da igual pero se lo babosos que pueden llegar a ser los niños — dijo en tono celoso. Lydia sonrió y le miró cruzada de brazos.

— ¿Pues dame unos no? O salgo en bragas tú sabrás... — Prinston se fue casi corriendo a buscar en el cajón y saco unos negros basicos de Adidas con las franjas blancas a los laterales.

— Toma, de marca, a tu estilo — la dijo con sonrisa sarcástica.

Ella los cogió y se los puso, se miró en el espejo y vio que la quedaban grandes, por lo que decidió apretar aún mas los cordones. Cuando se puso por encima la camiseta que llevaba pudo observar que está la tapaba justo por debajo del culo cubriendo los pantalones por lo que le hizo un nudo quedando una pequeña parte de la piel de su abdomen a la vista, se giró sonriendo y le preguntó:

— ¿Estoy bien?

— Joder, esa no es pregunta razonable. Sabes que da igual cualquier cosa que te pongas, incluso una bolsa de basura te quedaría preciosa, mírate, para no estarlo y más si es mi ropa, así me gusta el doble — dijo acercándose a la chica depositando un beso en su frente.

Ambos salieron de la habitación, Prinston sin camiseta ya que hacía calor en la base militar y con Lydia agarrada de la cintura, la pareja llamaba la atención de todos mientras iban por el pasillo tanto por lo guapa que era la pelirroja como por ver a Prinston con una chica ya que en la base entre los soldados se rumoreaba que su sargento no quería volver a enamorarse.

Llegaron a la oficina donde habia una mesa enorme llena de papeles a un lado de la habitación y al otro lado un sofa de cuero ademas de unos sillones a juego con una pequeña mesa en el medio. Lydia al ver a todos mirándolos disimulo una sonrisa inocente y preguntó:

— Buenos días, ¿hay café?

Prinston la besó sutilmente y se dirigió a la cafetera a preparar café para todos. Todos se los quedaron mirando con los ojos como platos. Zusmann se llevó la mano a la boca soltando una carcajada

— Joder Prins... que bien te lo has pasado anoche... — Prinston se giró de golpe al acordándose de que no se había puesto la camiseta y todos habían visto los marcados arañazos en su espalda.

— Tiene una explicación muy buena la verdad pero... mejor no entrar en vergonzosos detalles — soltó mirando a Zusmann para después ver el gesto de desagrado de Stiles y se calló al instante un tanto incómodo.

 Stiles se tenso completamente y se puso mucho más serio si eso era posible mientras pensaba:

"La ha tocado, este imbécil la ha tocado".

No pudo aguantar más la rabia y cogió a Lydia de la muñeca no controlando su fuerza llevándosela la sala de reuniónes que habia al lado de la estancia, sabía que los podían oír pero necesitaba esa falsa sensación de privacidad.

— ¿Sabes que ese señor es bastante mas mayor que tú?, ¿En qué coño piensas Lydia?, ¿Se supone que no querías ir rápido, un mes y crees que realmente te valora?, ¿Sabes si te aceptará a pesar de todo? ¡tú sabes lo que eres!

En cuanto Stiles pronunció esas palabras Lydia creyó que nunca haría lo que estaba a punto de hacer, pero lo hizo, dio una bofetada a Stiles haciendo que este se llevará la mano a la mejilla que estaba adquiriendo un tono carmín.

— ¡No me digas lo que puedo o no!, y sí el me valora y yo le quiero, eso y verme feliz debería bastarte Stiles!

Se separó de él y sin pensarlo se fue al baño privado de la oficina de Prinston encerrándose en él. En cuanto se fue Prinston se giró de golpe y fue directo hacia Stiles.

— Prinston no vayas...¡Priiiiinstoooon que nos conocemos! — dijo Daniels intentando pararle sabiendo que no lo lograría pero este ya estaba frente a Stiles cogiéndole del cuello de la sudadera...

~𝕎𝕠𝕝𝕗 𝕠𝕗 𝕎𝕒𝕣 𝕀𝕀𝕀~[Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora