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La anterior noche había sido maravillosa.

Alexander recordaba con facilidad sus últimos movimientos. Tras tener sexo con John, ambos se profundizaron desnudos en el mar. Las leves olas les persiguieron, pero ellos no se dejaron encontrar. Se besaron. Se perdieron el uno en el otro. Posteriormente, retornaron al vehículo y abandonaron la costa.

Los ojos de John fueron repletos de melancolía. La decisión de separarse del océano siempre lo entristecía. A pesar de las drogas, las relaciones y la diversión, él proseguía sufriendo. Sus problemas no desaparecían. Aquella era lo único que no podía arreglar, lo único que le mantenía unido a la desolación.

—Cariño, ¿qué tal van esos grupos de ayuda a los que vas? —se interesó su madre.

El amanecer había tomado presencia. La rutina comenzaba nuevamente. La miseria, los trabajos, los estudios, la ansiedad. Alexander tomó asiento en frente de su padre como habitualmente pasaba. El hombre se centraba en su lectura, pero ante la cuestión de la rubia alzó su mirada.

Quizás, por primera vez en su extraña relación, aquel cincuentón se interesaba en el día a día de su descendencia. De la única con la que contaba, por desgracia.

—Está bastante bien. —reconoció el de mechones largos. Seleccionó dos galletas de chocolate y las untó en su vaso de leche. —Es entretenido.

—¿Allí conociste a John?

Pronunciar aquella identidad era cómo alzar la voz de Satanás. El progenitor de Hamilton aclaró su garganta, frunciendo el ceño molesto. La rubia conocía el rechazo de su marido hacia el pecoso. Desconocía las razones tras su comportamiento.

Laurens era un muchacho adorable, con problemas. Necesitaba cariño y Alex se mostraba voluntario a otorgárselo.

—Ajá.

El caribeño no quiso detallar. La incomodidad del ambiente aumentaría; creía que ya era suficiente con la que había. Ignoró todo análisis visual de su padre. Todo levantamiento indebido de su ceja derecha. Todo gruñido de desaprobación.

Había tomado parte de su rutina matutina. Se enfrentaba diariamente a un comportamiento que rozaba lo infantil. Quizás hasta lo maleducado.

A veces deseaba establecer control total en su vida. No desear regalar un puñetazo a su progenitor cada vez que se encontraban. No debatir sobre temas carentes de interés. Sentirse querido por una persona aparte de su madre que últimamente apenas podía mostrarle apoyo.

Todo referente a la relación de sus padres era una completa mierda. El caso reinaba por las noches. Gritaban como lobos aullando, rezando por ser escuchados por el contrario. Alex prefería dormir o no habitar en aquellos momentos. Era demasiado para su salud mental.

—No me agrada ese muchacho. —finalmente, el hombre expresó su opinión. —Te va a influir mal, hijo. Ya lo verás.

Un bufido abandonó los labios del más joven.

—¿Quieres saber algo, papá? —alzó su voz. Estaba claramente molesto, exhausto del comportamiento del cincuentón. —No me importa, ¿está bien? ¡No me importa! —su ceño de hallaba fruncido. Sus puños apretados. Podía ver como su progenitor se ponía rojo. Ambos estaban rabiosos.

—No me vuelvas a hablar así. —gruñó. —Un día te darás cuenta de que todo lo que te digo es por tu bien. Ese chico tiene una pinta de drogadicto que me da mala espina. ¿Acaso no te has dado cuenta? ¡Despierta, Alexander! Tú no perteneces a su mundo de mierda.

Aquella fue la gota que desbordó el vaso. Alexander rió irónico. Su mirada no se despegaba de la de su padre, quien esperaba una disculpa. Una respuesta argumentada o de arrepentimiento. Pero ambos conocían perfectamente lo que iba a suceder.

Desde que Hamilton desveló su situación mental, el comportamiento de su padre no volvió a ser el mismo. Su madre había nombrado el divorcio en tantas ocasiones. Alex aún no comprendía el porqué no había sucedido.

—Yo no debería de pertenecer a este mundo de mierda, en general. —Aquellas palabras fueron como un disparo en el corazón de la pareja. —Yo no debería aguantar toda esta mierda que tienen entre ustedes dos. No debería tener que sentir que el suicidio es la única opción. Y sólo cuando encuentro algo que me llama la atención, que llena mi anhedonia... ¿vienes a decirme que no me hace bien?

Alexander derramó su leche en el fregadero antes de abandonar la cocina. Una leve despedida fue lo único que sus labios pudieron pronunciar.

Aquella misma noche, Alexander retomó el grupo de apoyos todos los partícipes habituales se hallaban en sus respectivos sitios. Pero la sesión finalizó y John no tomó presencia.

¿Dónde estaba? ¿Acaso le había abandonado?

La semana pasada nuevamente viajé a México para ver a The Neighbourhood en Tecate Coordenada, Tecate Live Out y finalizar en el concierto de la Ciudad de México. Tan mágico que fue todo, si alguno de ustedes fue me gustaría saber qué tal la pasaron.

Nuevamente una disculpa por desaparecerme tanto, he planeado tantas cosas que me he olvidado de ésta cuenta, Dios mío, en verdad lo siento.

¿Vieron que MCR volvió? Mi tío me compró boletos antes de que se agotaran, así que gracias al cielo iré a California en Diciembre a ver una de las bandas que más me gustaban de adolescente.

Tal vez actualice más al rato o mañana.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2019 ⏰

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The Other Side Of Paradise (Lams)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora