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Alexander se le podía decir que era muy egoísta o muy desahuciado, ¿cuál escoger?

Lo perdió todo cuando tan sólo tenía 12 años de edad. Su padre se fue cuando él tenía 10 años, su madre murió cuando tenía 12 años, poco tiempo después su ciudad fue destruida por un huracán mandándolo a vivir con su primo.

Su primo era su mayor admiración, junto con su hermano. Los tres vivían juntos y Alexander pensó que ya tenía la vida planeada y sin preocupaciones.

Alexander era feliz.

Eso pensaba hasta que en una noche él se había quedado solo en la casa que compartía con sus otros dos parientes cuando a las 11 de la noche, policías irrumpieron en su hogar afirmándole que su hermano y su primo habían muerto en un accidente automovilístico.

Alexander no sabía que le afectó más. El sentimiento de millones de punzadas llegándole al pecho y desgarrándote este, o el sentimiento amargo de darle un giro a su vida mandándole a un orfanato esperando que alguien le adoptase.

No lo sabía.

Pasaron dos años desde tal incidente donde la condición de Alexander no era la mejor. Había caído en una depresión grave y su ansiedad se había hecho presente al estar en el orfanato tan sólo un mes; el insomnio apareció al cumplir un año en el antes mencionado; las marcas en su piel blanca como la nieve no tardaron mucho tiempo en mostrarse tras ese cuerpo escaso de esperanzas.

Fue un día que unos adultos se mostraron en tal lugar, captando la atención del de catorce años. El señor, alto y moreno, cejas pobladas y su tono de piel era como si fuese canela. La señora, mediana con curvas notables, pelo sujetado en un chongo donde se le podían notar sus mechones de color castaño, labios pequeños pero rosados como las fresas probablemente por un labial costoso que hacía conjunto con su piel blanca.

Ambos adultos entraron hacia otra parte del lugar, perdiéndose en la vista del adolescente que próximamente volverían a aparecer por su vista y cada vez más cerca de él.

Ese día Alexander supo el nombre de los adultos: George y Martha Washington, sus nuevos padres hasta la fecha de hoy.

Alexander se mudó con ellos encantado, estaba harto de ese lugar y pensó que así tendría nuevas esperanzas, las encontraría en esa familia de nuevo y lo sabía.

Los cambios no tardaron en aparecer.

Las marcas que antes se podían ver a simple vista ahora tan sólo son cicatrices de un pasado oscuro para el de, ahora, 20 años.

Alexander tenía el pelo crecido llegándole a los hombros que la mayoría del tiempo se lo amarraba en una coleta de caballo perfectamente bien hecha por él. Su barba ahora estaba bien crecida y la lucía con toda la seguridad que alguna vez había desaparecido de su organismo.

También tenía varios amigos ahora, pero con los que más contaba eran solamente tres. Elizabeth, mejor conocida como Eliza era una mujer pelinegra de orbes del mismo color, linda por fuera y por dentro, la amiga que todos quisieran tener sin duda; Hercules, mejor amigo de Alexander desde que se conocieron y el más gracioso del grupo de amigos aunque se sabe comportar cuando es un asunto de necesidad; Aaron, de los primeros amigos del inmigrante, estudioso y cuidadoso con su futuro, también muy inocente para su edad pero demasiado avanzado para la misma.

Aunque Alexander ya tuviera cambios en su vida, aún seguía yendo a terapia para controlar su depresión y ansiedad donde, a decir verdad, él disfrutaba mucho asistir ahí.

Pero no todo es para siempre, ¿verdad?

—Me llamo John Laurens, y me muero por morir.

Como que me he animado a crearme un Wattpad para publicar la historia jaja.

The Other Side Of Paradise (Lams)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora