Akai Tsuki (Saga Luna Oscura parte 1)

Mi mascota

Nada más importa. Ni los gritos de ofensa de la mujer que dejo en mi despacho. Ni las preguntas de preocupación de Jugram al cruzarnos en el pasillo. Ni la mirada de soslayo que me lanza Urahara cuando paso frente a la sala donde está leyendo. Nada más importa. En cuanto he visto como Renji comenzaba a desnudarse con la clara intención de poseerlo algo en mi interior ha estallado y ni me lo he pensado antes de levantarme y correr hacia la cocina.

En cuanto entro y los miro, puedo ver como sus ojos pasan de la confusión y la sorpresa al miedo. Sobre todo Rikichi que empuja a Renji alejándose como puede hasta quedar con la espalda pegada al mueble de la cocina. Mi mirada le deja claro que estoy más que cabreado y eso le hace temerme como jamás ha tenido que hacerlo. Y hace bien en hacerlo porque ahora mismo, desearía poder hacerlo desaparecer del plantea de la forma mas dolorosa posible.

-Él no tiene la culpa.- La voz de Renji me hace mirarlo ahora a él. Se ha incorporado y esta terminando de abrocharse los pantalones.- Yo lo he convencido.- Dice haciéndose el valiente, el caballeroso a pesar de que le tiemble la voz.

En cuanto siento la presencia de Jugram a mi espalda le hablo sin apartar la mirada de Renji.

-Jugram, acompaña a Rikichi a su habitación y asegúrate de que permanece allí hasta que piense que hacer con él.- En cuanto digo eso, puedo ver como los ojos del chico se abren de par en par anegándose de lagrimas.

-¿Es que no escuchas?- Ahora la voz de Renji suena algo más furiosa y da un par de pasos hacia mi, aunque se detiene en cuanto lo miro directamente.- Todo esto, ha sido idea mia. El chico es un pastelito virgen. ¿Quién no querria devorarlo?- Cuando tuerce esa media sonrisa chulesca, aprieto los dientes aun a riesgo de clavarme mis propios colmillos en mis labios.

-¿Virgen?- Digo justo cuando Jugram pasa a mi lado ayudando a Rikichi a terminar de ponerse bien la ropa. Noto perfectamente como su cuerpo pega un pequeño saltito a la vez que se abraza más a si mismo. Mi mirada se afila y veo como la expresión de Renji cambia a una de confusión.- Rikichi dejo de ser virgen hace muchos años.

-N... no es posible... él me dijo que llevaba aquí prácticamente toda su vida y... tu no te follas a los humanos que viven aquí.- Dice apretando los dientes, como si las palabras le costaran salir. Doy un par de pasos, acercándome a él, lentamente, sin dejar de mirarlo, sin perderme ni un detalle de cómo su cuerpo pasa a una posición de defensa aunque no se mueve. Cuando llego a su lado, tuerzo la mirada hacia Rikichi que sale de la cocina y entonces le susurro junto al oído.

-No. Yo no me follo a mis humanos. Otros humanos se lo follaron antes de que yo lo comprara. Sus propios padres lo vendían al mejor postor.- Escucho su jadeo y puedo escuchar como rechinan sus dientes.- Y eso terminó gracias a que yo lo compre y lo hice mi sirviente. Pero tu, lo has tenido que tocar.

-¿Y eso lo hace indigno de ser tu sirviente?- Cuando lo miro puedo notar su estremecimiento.

-No, Renji. Eso lo hace un estorbo que debo eliminar.

En cuanto digo eso, me aparto de él escuchando como me grita pero no me detengo. Sé que me perseguirá. Sé que querra convencerme de que Rikichi es buen chico, que no tuvo nada que ver en lo que ha pasado y que solo él tiene la culpa. Y probablemente sea cierto, pero no voy a escucharlo. No quiero escucharlo hablar para excusar a ese chico. Solo quiero escucharlo hablar para gemir y pedir por más de mis caricias. Solamente mis caricias. Y si he de conseguirlo por las malas. Lo haré por las malas. Sin tan siquiera mirarlo, aprieto uno de los botones de la pulsera de control que domina el collar de entrenamiento y este se cierne alrededor de su cuello haciéndolo callar. Conforme el aire va faltando en su cerebro y su consciencia va desvaneciéndose, su cuerpo cede hasta quedar completamente inconsciente a mis pies.