20. "Te quiero"

10 1 0
                                    

—Deberías contárselo. —me aconseja Isaac, que había venido a casa para consolarme en cuanto se enteró de las buenas nuevas. 

—Ya sabes que no me gusta hablar del tema de mi padre. —le digo —. Es un tema un poco tabú para mi. —añado con un susurro. 

—Pero, estás muy mal últimamente. Estás como apagada, ya no estás tan alegre como antes. —me mira directamente. 

—Gracias por el cumplido. —sonrío mirándole levantando las cejas. 

—De nada, amiga. —sonríe —. Ya sabes a lo que me refiero. Te dejo pensarlo a solas, voy a por algo de beber, ¿quieres algo? —me pregunta antes de levantarse. Niego, por lo que se va de mi habitación. Me quedo sola leyendo algunas hojas de lengua.

Mi móvil vibra a mi lado en la cama, la pantalla se enciende y veo que es un mensaje de Amelia. 

Amelia: ¿Vienes con nosotras a merendar?

Lo cojo y escribo una respuesta negativa a su propuesta.

Nora: No puedo, tengo que hacer unos ejercicios. 

Le mando la respuesta y ella me contesta al segundo.

Amelia: ¿Qué te ocurre? Te estás volviendo una ermitaña.

Su insulto me causa un poco de gracia. Escribo una respuesta.

Nora: Nada, solo es que no me apetece. 

Le mando el mensaje y en ese momento me llega una llamada de Abel. No respondo como a las anteriores. Lo dejo otra vez sobre la cama y sigo leyendo las hojas de lengua.

Isaac vuelva a mi cuarto. Algo en su expresión llama mi atención.

—No me odies, no he podido evitarlo. —me pide dejándome algo confusa, hasta que Abel aparece detrás de él.

Este último entra parándose delante de mi cama, dejo los folios y me levanto para dirigirme hacia donde está.

—Os dejo solos. —escucho que Isaac cierra la puerta. 

—¿Qué haces aquí?

—¿Por qué no has contestado a ninguna de mis llamadas? —me responde con otra pregunta. Se acerca a mi.

—He estado ocupada. —miento parcialmente. 

—¿Toda la semana? —pregunta sin creerse mi mentira —. ¿Qué ocurre? ¿Por qué me evitas en clase? —me acribilla a preguntas.

—No puedo contestarte ahora. Solo necesito algo de espacio. —le pido. 

—No puedo verte así. Con esa cara de cansancio que siempre llevas. Necesito que me cuentes que te ocurre. —me pide acercándose más a mi.

Me abraza y una pequeña lágrima rebelde desciende por mi mejilla.

—No puedes seguir así. —comenta cuando nos separamos y con su pulgar seca esa lágrima y alguna que otra más —. Puedes confiar en mi. —me besa la frente, reconfortándome. 

—Confío en ti, solo es que no me gusta mucho hablar de este tema. —le miro a los ojos —. Y ahora deberías irte para ponerte a estudiar. —le digo mirando a un punto de la pared. 

—Venga ya. El examen no es hasta la semana que viene. Puedo quedarme un rato más, y tú deberías echarte un rato y descansar. Te vendrá bien dormir. —coge la hojas y las deja encima de la mesa para después sentarse en la cama. 

—No puedo. No consigo conciliar el sueño del todo. —me siento a su lado.

—Solo túmbate y cierra los ojos. El sueño te acabará venciendo. —me indica.

Solo iba a ser una citaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora