Violet Hill

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— Amor, despierta.

— ¿Eh? – abro los ojos de pronto – ¿donde estamos?

— Aún en el bar, te quedaste dormida hace rato.

Levanto la cabeza para ver qué sigo en los brazos de Christian.

— ¡¿En el bar?! ¿Cómo pude dormir aquí?

— Estabas cansada – se encoge de hombros.

— Bien, debo regresar a ayudar a José.

— Amor, José está cerrando, ya es hora de irnos.

— ¿Tanto dormí? Por Dios – froto mi frente – bien, vámonos.

Camino hacia la puerta y quito el seguro. Antes de salir volteo a verlo.

— Por favor, no le digas a nadie.

— No te preocupes, confía en mí – sonríe pero luce preocupado.

Salgo de la oficina seguida por Christian, Kate nos mira sorprendida y el idiota de José se burla, seguramente piensan que estábamos besándonos o que se yo.

Cuando busco mis cosas para salir, escucho la voz de mi amigo.

— ¡Mi hermano! – palmea su hombro – Te desapareciste.

— Si, estaba ocupado – sonríe inocente Christian.

— Me imagino, pero ten cuidado – baja la voz – no es fácil domar a la fiera.

— ¡¿A quién le llamas fiera imbécil?! – me paro junto a él.

— ¡Hey! – le pego en el hombro – pues a tí, ¿a quien más?

— ¡Ahora si acabaste con mi paciencia! – le grito.

Justo cuando voy a patearlo, Christian me sostiene por la cintura para alejarme de él.

— ¿Lo ves? ¡Es una fiera! – se ríe el idiota.

— ¡Suéltame! ¡Suéltame ya! ¡Voy a patear su trasero aquí mismo! – me remuevo en sus brazos.

— No Ana, tranquila, está jugando – habla tranquilo.

— ¡Me importa una mierda si está jugando! ¡Suéltame ya!

— Controla a tu fiera Chris, adiós jefecita – ríe y se aleja.

— ¡Vuelve aquí estúpido! ¿Me tienes miedo? Anda, ¡ven aquí cobarde!

— ¿De verdad ibas a golpearlo? – arquea la ceja.

— Claro que sí, no le tengo miedo – digo soltándome de su agarre.

— Bueno, basta ya de pelear y vámonos.

Todos se han ido, así que cierro la puerta metálica y pongo los candados. El camino de regreso al departamento lo hacemos en silencio. Christian va a ducharse mientras voy a la cocina por una taza grande de café.

— Pensé que ibas a dormir – dice cuando sale.

— No tengo sueño, supongo que dormí suficiente en el bar – tomo de mi taza.

— Aún así deberías descansar. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué llorabas?

— Jack me llamó – digo al cabo de unos segundos – dijo que lo siente.

— ¿Y que piensas hacer? – me mira fijamente.

— No hay mucho que pueda hacer, se fué y se va a casar. Estoy fuera de su vida y él de la mía.

— ¿Lo amabas? – pregunta de pronto.

— Yo creí que sí... pero ahora estoy muy confundida y no puedo sentir nada más que enojo.

— Yo no creo que lo amaras de verdad – sonríe.

— ¿Por qué lo dices?

— Bueno, yo creo que cuando es amor de verdad lo sabes. Sin dudas, sin preguntas, solo lo sabes – le da un trago a mi café.

— ¿De dónde sacaste eso? – me río – ¿Te funciona con las chicas?

— ¡Oye! Soy un romántico y creo en el amor – dice ofendido.

— Si claro, eso dice mi hermana y cada semana jura que ahora sí encontró al amor de su vida – me río.

— ¿Tú no crees en el amor? – me mira con los ojos entrecerrados.

— ¡Duh! ¡Acaban de engañarme! ¿Eso no te da una pista?

— Vas a volver a creer, te lo prometo – me sonríe.

Pongo los ojos en blanco y ojos grises vuelve a reír. Toma mi mano y nos lleva hasta el sillón para ver la serie que le gusta.

Nos quedamos un rato en silencio, luego él pasa su brazo por mis hombros y me recargo en su pecho. De nuevo inhalo su aroma, huele a cítrico y madera. Cierro los ojos un poco.

Aún tengo los ojos cerrados cuando siento que Christian se mueve. Pasa su otro brazo por mis piernas para cargarme, debe pensar que estoy dormida.

Me levanta y camina hacia el pasillo para llevarme hasta mi habitación. Me deja en la cama, acerca la cobija y se acuesta del otro lado, quedando de frente a mi.

Me planteo abrir los ojos y darle un susto, pero me detengo cuando siento su mano acariciar mi mejilla. Siento su respiración sobre mi, cada vez más cerca. Mi corazón se acelera cuando presiona sus labios en los míos en un suave y corto beso.

¡¿Por qué lo hizo?! Ahora todo se volverá raro entre nosotros, justo cuando empezaba a considerarlo un buen amigo.

¡Mierda! Siento un escalofrío y un agujero en el pecho. Me está dando un ataque de pánico, lo sé, me dan desde que mamá se fué.

Mi corazón se acelera más, agitando mi respiración también. Me levanto como resorte de la cama cuando la ansiedad me invade y voy a buscar mis llaves.

— ¿Qué haces? – Chris camina hacia mi.

— Olvidé comprar algo, vuelve a dormir – digo sin verlo.

— Ana, ¿que pasa? ¿Por qué estas agitada? – me detiene por los hombros.

— No lo estoy, estoy bien, solo voy a salir por algo – me remuevo para que me suelte.

— No estás bien, estás pálida. Ven aquí – me abraza fuerte.

— Déjame ir por favor – digo aún afectada por el pánico.

— ¡No! Llora, grita, golpeame si quieres, pero no vas a salir así, no estás bien.

Me remuevo para soltarme, apoyo las manos en su pecho para alejarlo pero no lo hace. Su preocupación por mí me conmueve, y aunque no lo quiera empiezo a llorar.

Vuelve a abrazarme mientras lloro y acaricia mi cabello con suavidad. Otra vez estoy llorando en su hombro... ¡Maldición! No me gusta que me vean llorar.

Nuevamente me carga en sus brazos y me lleva de vuelta a la cama. Se acuesta a mi lado sin soltarme, atrayéndome a su cálido pecho y echa la cobija sobre nosotros.

Me tapo la cara con mis manos, pero las lágrimas siguen saliendo. De nuevo lloro hasta que el cansancio me gana y me quedo dormida.

Canción en Multimedia:
Coldplay – Violet Hill

Someone Like You (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora