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Hwang Hyunjin se consiguió una pequeña habitación de hotel. Trabajaba todas las tardes en un café, frente  a su plaza favorita de toda Roma. El ambiente era muy agradable y acogedor, siempre se encontraba con parejas de viejitos muy felices, caminando agarrados de las manos mientras reían.

Al salir del trabajo, iba a clases de italiano. Por lo tanto, no tenía mucho tiempo para extrañar a Seungmin, o al menos eso creía.

Pensaba en él todo el tiempo. Qué estaría haciendo, si estaría bien.
Muchas veces quiso volver, y decirle que lo necesitaba y que no era feliz sin él. Pero su corazón pedía por favor que no lo hiciera, ya no aguantaría otro golpe. Kim se había llevado todo, y lo dejó con un enorme vacío y una coincidencia que no lo dejaba en paz.

¿Qué estaba mal con él? ¿Por qué Seungmin lo engaño?

Hyunjin ya no era capaz de motivarse a seguir. Ya no tenia ganas, ni energías. Extrañaba su casa, a su familia, a sus amigos. Extrañaba su taza favorita diciéndole que era el mejor Hyung, ahora se arrepentía de haberla roto. Y tambien extrañaba mucho a Kim Seungmin.

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Un golpe en la puerta de su habitación lo hizo salir de su nube. Estaba muy cansado, pero no podia dormir. Se levantó de mala gana, y abrió.

—¿Pasa algo? —indagó, asomando su cabeza.

—Oh, perdón—un chico— quizás un año más joven que él— estaba con dos valijas— Choqué sin queres tu puerta, perdón.

El chico, de ojos como los de un zorro del desierto, le sonrió a Hwang e intentó seguir con su trabajo.

—¿Te ayudo?— Hyunjin ya estaba afuera cuando se lo preguntó, por lo que el joven no pudo negarse.

—Muchas gracias —Sonrió y le dio una valija— Mi habitación está a tres puertas de distancia que la tuya —rió— Me llamo Yang Jeongin.

—Soy Hwang Hyunjin, encantado de conocerte.

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Hwang volvió a su habitación después de un rato. El chico de ojitos como los de un zorro resultó ser divertido. Sonreía mucho y sus labios formaban un lindo corazoncito cuando lo hacía. Hyunjin estaba orgulloso, porque después de un mes, fue capaz de reír. Aunque también sonreía en el café cuando atendía a las personas, no quería que piensen que era un extranjero amargado; pero nunca eran sonrisas verdaderas.

¿Quien puede sonreír de verdad estando roto por dentro?

Sonrió al recordar lo que Yang Jeongin le habia dicho.

—¿Qué hace un perro con un taladro?—rió divertido— taladrando.

Esa habia sido la primer broma que le habia hecho reír en un mes,no porque era de verdad graciosa, solo lo hizo reír, y ya. Gracias, Jeongin.

Historia de: 3fachas.

Publicado: 7/6/19
editado: 30/6/21

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