diecinueve

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—¡Hyunjin! —gritó Yang dejando una bolsa verde sobre la mesada— Ya traje todo lo que necesitamos, ¿empezamos?

Hacía varios días que Jeongin estaba tentado a comer cheescake, pero Hwang se negaba a ir y comprar, por lo que propuso que ambos intentaran cocinarlo.

—Ya voy, Nini. Empezá a Lavarte las manos.

—¡A la órden capitán Jinnie!

Jeongin estaba muy entusiasmado para tratarse de una torta, y eso le encantaba a Hyunjin. El menor era tan puro y dulce que se emocionaba porque iban a cocinar y comer cheescake. ¡Era todo un solcito con patas!

Una vez que Hwang apareció, Jeongin comenzó a moverse frenéticamente de lado a lado acomodando todos los ingredientes frente a ellos, dejando un recipiente en el centro.

—Muy bien —dijo Hyunjin arremangando las mangas de su buzo y del de Yang—, empecemos. Primero hay que poner las galletitas trituradas.

—¿¡Trituradas!?

—Sí, dejalas en el paquete y pegales.

Jeongin sonrió y comenzó a hacer todo lo que podía con el fin de romper las pobres galletas. El paquete volaba por la cocina, chocando con las paredes, la ventana, el piso, los muebles, hasta la espalda del pelinegro, quien solo filmaba la actitud infantil y divertida de su pequeño y adorable novio.

—Bien, bien. Ya está —Yang abrió el machucado paquete y dejó todas las galletitas -que parecían más polvo que galletas- en el bowl—. ¿Y ahora?

—Ahora, pequeño niño arma líos —Hyunjin abrazó a Jeongin por la espalda, acariciando su vientre y reposando su cabeza sobre el hombro ajeno—, tenés que darme un beso. ¡Es muy importante para la receta!

Yang rió por lo bajo y como pudo, dejó una sucesión de besos en toda la cara del mayor; en sus hermosos labios, en su nariz, en sus párpados y en sus mejillas. Para el menor, Hwang era arte y discutiría con cualquiera que le dijese lo contrario.

—Muy bien, ahora tenés que poner aceite —el pelinegro susuró en el oído de Yang, provocándo una ligera piel de gallina en él.

—Parecemos los de la película esa del ratoncito y el chef.

—Pero si vos sos un zorrito hermoso, no un ratón.

—Vos sos el ratoncito, Jinnie.

Ambos rieron y siguieron cocinando, abrazados, intentando moverse al mismo tiempo y fracasando en cada intento.

Ya habían terminado con la base, la cual estaba en la heladera. Jeongin, cansado, se sentó frente a la mesa y se dejó caer sobre ella.

—¿Mi príncipe ya está cansado? —preguntó Hwang, consiguiendo un quejido como respuesta— Todavía nos falta hacer el relleno, bebé.

—Tengo mucho sueño, Hyunjin —levantó sus brazos como signo de que quería un abrazo. Hwang se acercó y lo rodeó con fuerza—. Quiero dormir mucho, pero con vos. ¿Cuánto falta?

—Un poquito, ¿Me ayudás con la crema?

Yang saltó de su lugar y rebuscó el pote de crema para batir en la heladera. Se lo dio a Hyunjin y dejó que el mayor hiciese la magia, observando como agregaba la vainilla la leche, la gelatina; todo.

Jeongin buscó, luego de un rato, lo que habían guardado antes, y Hwang le dejó esa parte para él. Debía rellenar el molde de las galletitas con la mezcla y listo, luego ponerlo un rato más en la heladera.

Las manos de Hyunjin se posaron sobre las pequeñas manos del castaño y lo ayudaron a levantar el pesado recipiente.

Una vez todo estaba en su lugar, Jeongin fue directo a la cama y se tiró entre los almohadones. Al rato, llegó Hwang y se acomodó al costado del pequeño Yang; lo envolvió por la cintura y escondió su cara en el cuello del menor.

—Cuando te despiertes de la siesta, el cheescake ya va a estar listo, amor. Ahora dormí un poco —depositó un beso en la dorada piel de Jeongin y cerró los ojos.

Historia de: 3fachas.
publicado:20/7/19
editado:17/8/22

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