veinticinco.

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Jeongin se despertó cuando sintió los rayos de sol que se colaban por entre las cortinas pegarle en los ojos. Se dio vuelta, buscando a Hyunjin, para que este lo abrazase un rato y le haga mimos mientras respiraba contra su cabello. Pero Hwang no estaba allí. Sobre la mesita, había un vaso dd agua y una pastilla, poco a poco empezaba a recordar lo que había pasado la noche anterior y por qué el mayor no estaba ahí.

Tomó lo que el mayor le había dejado y se sentó en la cama, mirando hacia un punto fijo sin razón alguna.

Hyunjin entro de repente en la habitación, con unos short deportivos y el torso desnudo mientras secaba su cabello con una toalla.

—Buenos días, Jeongin —saludó apenas mirándolo—. ¿Te sentís bien?

—Sí... Gracias por la pastilla— buscaba con los ojos al mayor, pero este estaba de espaldas a él—. Perdón... Por lo que dije ayer— Hwang levanto los hombros, por fin mirándolo—. Yo no... no quería decirlo.

—Bien.

Volvio a darse vuelta, buscando una remera entre todas las que había desparramadas en el armario. Él no solía ser rencoroso, pero de verdad que le había dolido lo que el menor le había dicho.

Jeongin salió de la cama y se acercó a Hyunjin. Apoyó su mejilla en la espalda descubierta del mayor y lo abrazó, apoyando sus manos en el abdomen del contrario. Dejaba besos en la nuca y en los omóplatos de Hwang, restregaba su nariz, le acariciaba con sus labios. Pero el mayor no hacía nada más que guardarse todo lo que quería decirle.

—Ya está, Jeongin—se removió entre los brazos del menor, intentado soltarse— No importa.

—Si importa...

El mayor giró sobre sus talones, enfrentando la mirada triste y preocupada de Yang, clavando sus oscuros, profundos y aguados ojos en los contrarios. Posó sus manos en los pequeños y frágiles bracitos de su novio.

—Esta bien, Jeongin. No quiero hablar de eso ahora.

—Pero yo sí.

—No hace falta que hablemos, bebé. Solo cuidá tus palabras, me lastimaste mucho—dejó un corto beso en la frente del menor y se separó de él con la intención de salir de la habitación.

—¿Podemos acostarnos?—indagó casi en un grito, sobresaltando a Hwang— Quiero mirarte.

Hyunjin rió y tomó entre sus brazos al menor, sentándolo sobre sus muslos cuando él se sentó sobre la cama.

—¿Sabés lo que hubiese dado por mimarte y cuidarte en la noche?—corrió el flequillo de la frente de Yang bajo los atentos y finos ojos contrarios— Siempre voy a querer llenarte de mimos.

—Quiero mimos—susurró escondiéndose en el cuello del mayor—. Muchos mimos.

Hyunjin le sacó la remera a Jeongin y lo acercó a su pecho, sintiendo su calor y su aroma dulce. Los brazos del más joven se colgaron de su cuello muy suavemente.

—Perdón.

—No pasa nada, bebé. Ya pasó.

Dejó un beso en el cabello despeinado de Yang y acarició su espalda hasta que se volvió a dormir. Su nini no era malo, nunca quiso decir esas cosas feas, y Hwang lo sabía muy bien.

historia de: 3fachas.
publicado:11/11/19
editado:17/8/22

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