Roma ❥ HyunIn

Veintiséis.

Un mes después

Sus vacaciones habían comenzado, por dos meses, no deberían preocuparse por el trabajo. Jeongin aprovecharía los sesenta y un días para dormir, ver series, comer y disfrutar a su novio. 

Sólo un segundo...

—¡Nini!—gritó Hyunjin a la vez que entraba en la habitación y se tiraba sobre el menor— Traje galletitas de chocolate, ¿querés?—Yang asintió sonriendo— Bien, primero dame un beso.

Las mejillas de Jeongin se tiñeron de un suave rosado, producto del pedido del contrario. Abultó sus labios tiernamente y se acercó a Hwang.

—Es malo pedir besos —susurró antes de lanzarse desesperadamente sobre él.

—Hace mucho no lo hacemos, podríamos hacerlo ahora, bebé —soltó repentinamente, aferrándose fuertemente a la cintura del menor.

—¡Hyunjin! ¡No! Quiero las galletitas. Además, ¿cómo llegamos a eso? Sos raro.

Se alejó del mayor y dejó caer su cuerpo a su lado, sacándole el paquete de galletas de sus manos y abriéndolo para comer.

—¿Querés una?

—Te quiero a vos, bebé. 

Jeongin bufó y dejó el paquete sobre la mesita de luz. Se acomodó boca abajo sobre el pecho de su pareja, para así poder verlo. Su nariz era tan bonita y prolija. Sus ojos se abrían y cerraban lentamente; como si estuviese a punto de dormirse por los mimos de Yang en su cuello y mejilla. Sus labios se curvaron en una sonrisa deforme y sus manos viajaron hacia la cintura del menor.

—Nunca me contaste por qué viniste a Roma siendo tan chico —habló con los ojos clavados en el menor—. Y siempre quise saberlo.

—Mis papás me echaron de casa cuando se enteraron que había estado con un chico en una fiesta. Fue estúpido, pero agarré mis cosas y me vine a donde primero se me ocurrió.

—Quizás fue obra del destino que nos hayamos encontrado acá. 

—Todos los caminos conducen a Roma, Jinnie.

Hyunjin sinrió y dejó un beso en la frente de Yang.

—Espero que todos los caminos que vos tomes, te conduzcan a mis brazos, Nini.

El menor había perdido todo rastro de tristeza al hablar de su familia y lo que había pasado. Hwang era su casa, el hogar al que siempre volvería sin importar qué. En sus brazos se sentía tan débil y frágil como una pluma, y protegido por muros tan fuertes como el diamante. Hwang Hyunjin era todo lo que necesitaba para que cualquier lugar sea su hogar.

—Me gusta... Estar con vos, y que hablemos, y que me cuides —acercó su rostro al contrario, dejando sus labios en un tentador roce—. Vos me gustás.

—Sos un bebé hermoso y chiquito que quiero cuidar toda mi vida. 

Unió sus labios en un dulce y largo beso, dándose tiempo a sentirse y disfrutarse. Explorarse con sus lenguas, labios, y manos. Regalándose nada más que caricias tiernas que expresaban todo el amor que sentían el uno por el otro. 

Historia de: 3fachas.
publicado:12/11/19
editado:17/8/22