Azalea Potter y la Piedra Filosofal

Navidad en La Madriguera (2/2)

— ¿Qué pasa? - preguntó Fred Weasley cruzando los brazos sobre su costado.

Azalea encaró la voz de su amigo y lo observó con atención. No podían seguir así. Echaba demasiado de menos reírse con él.

— No sé cómo arreglar esto, Fred. Pero no podemos seguir así. Te echo de menos.

Las palabras cargadas de sentimiento de la chica ablandaron un poco el corazón de Fred. Pero se limitó a asentir sin darle una respuesta.

— Fred, te tomo en serio, te lo prometo - dijo mientras se acercaba a su amigo y se apoyaba en sus brazos cruzados para obligarle a que le mirara a los ojos - Entiendo que no quieras destacar en clase, es sólo que tenemos visiones distintas de la vida, supongo... Y no quiero que te vuelvas a comparar con Draco. Los dos sois mis amigos, pero eso no quiere decir que quiera que te parezcas a él, o que le prefiera antes que a tí. Lo he pasado muy mal sin poder hablar contigo todo este tiempo...

Fred apretó un poco la boca. Le aliviaba el hecho de que hubiera dejado claro que no prefería a Malfoy, pero le molestaba al mismo tiempo que pudiera ser amiga de ese estúpido al mismo tiempo que lo era de él. Eran polos opuestos, y no sabía cómo Azalea conseguía llevarse tan bien con dos personas que eran tan distintas...

— Está bien... - dijo mientras abría sus brazos para abrazarla - Yo también te he echado de menos, enana.

Azalea se aferró a su amigo como si no pudiera volver a abrazarle jamás. Y aspiró su aroma cálido y hogareño. Le encantaba la sensación de estar en casa que le transmitía Fred. 

El sonido de la puerta les sacó de su ensimismamiento y se apartaron enseguida, como si en realidad lo que estuviera pasando entre ellos fuera algo tan íntimo que nadie más podía ver.

— La cena está lista, ¡vamos pesados!

George, como siempre, les había interrumpido en un momento que ambos preferían que se hubiera terminado. Había sido demasiado íntimo y emocional, mejor romperlo sin tener que pasar por un momento incómodo.

Bajaron a cenar con el resto de la familia. Finalmente Azalea se lo pasó realmente bien cenando en casa de los Weasley. Fred y George eran sin duda un torbellino y los que siempre hacían reír a los demás en este tipo de reuniones, y también los que sacaban de quicio a su madre. Aunque se notaba también una conexión especial entre ellos y su madre, y un cariño palpable, lo que enterneció el corazón de la ojiazul.

Toda la familia hizo sentirse a sus invitados como uno más ese día. Azalea no podía estar más contenta de ver por fin a su padrino relacionarse con gente del mundo mágico, y éste no podía alegrarse más por ver que su ahijada estaba disfrutando de las vacaciones. Por una vez iban a pasar las vacaciones en una familia de verdad, completa, y no ambos solos en la intimidad de su casita de Yorkshire. Sin duda alguna ir a La Madriguera a pasar las fiestas había sido buena idea.

Remus no pudo evitar observar lo bien que parecía integrarse Azalea con todos los miembros de la familia. Tampoco le pasó desapercibido que se llevara mejor con las personas mayores que ella, en lugar de con la pequeña Ginny, que era quien en realidad tenía su misma edad. Supuso que pasar tanto tiempo con él la había hecho madurar.

Y, por supuesto, lo que tampoco escapó de la vista de Lupin era el particular interés que Fred Weasley mostraba con su ahijada. Eran pequeños detalles. Miradas furtivas, bromas que sólo ellos dos parecían entender y que nadie más en la mesa parecía estar notando. Pero para él era evidente, la relación de su ahijada con el gemelo no era una simple amistad, era una amistad especial. Y era la segunda vez ese día que veía que su ahijada tenía una amistad especial con un muchacho.