Charlotte.
Es como despertar de un sueño, una pesadilla en realidad. El golpeteo en mi cabeza es insoportable, mientras mis ojos revolotean abriéndose. Inmediatamente veo una deslumbrante luz blanca, tan brillante que me lleva varios intentos mantener los ojos abiertos sin que estos se cierren automáticamente. Unas persianas cerradas cubren la pared que tengo a un lado, dejando que la única iluminación en el cuarto provenga de encima de mí. Vuelvo a cerrar los ojos e intento calmarme para volver a dormir.
Todo fue una pesadilla.
Entonces percibo la calidad de la cama en la que estoy recostada y sé automáticamente que no se trata de la misma cama de hotel en la que estuve durmiendo la noche anterior, este colchón es duro y desnivelado, y las almohadas debajo de mi cabeza son estrechas y llenas de bultos.
Un molesto pitido suena desde algún lugar cercano y espero que eso signifique que aún sigo con vida; la muerte no puede ser tan incómoda.
Mis parpados se abren de golpe al llegar a esa conclusión, e ignorando la brillante luz registro toda la habitación. Las paredes son de un brillante blanco que me hace daño a los ojos, hay una intravenosa a mi izquierda con sus tubos traslúcidos enroscados alrededor de una de mis manos, y debajo de mi nariz tengo un objeto pegado al rostro. Alzo la mano para quitármelo pero una voz me detiene inmediatamente, y unos dedos atrapan los míos.
—No lo hagas.
Ladeo levemente la cabeza hacia la derecha y me encuentro con el ojeroso y pálido rostro de mi hermano a escasos centímetros del mío, con su mentón reposado sobre el extremo de mi almohada. Todo lo que puedo ver en su rostro está mal. El aspecto que tiene ahora está tan vacio de todo lo que asocio con él, que me despierta de una vez.
—¿Matt? —pregunto con voz áspera.
—Hola enana. —Intenta sonreír, pero sus ojos inyectados en sangre no me engañan—. ¿Cómo te encuentras?
—No estoy segura —contesto con voz baja y temblorosa—. Me duele. Por todos lados. Mucho.
Asiente y las lágrimas se derraman de sus ojos—. Lo sé, nena. Lo sé. Pero los doctores te dieron analgésicos para alejar el dolor, no tardará mucho en surtir efecto.
—Me encontró, Matt —jadeo, estallando en lágrimas silenciosas—. No sé cómo lo hizo, ni cómo pudo burlar la seguridad. —Niego, con las lágrimas corriendo por mis mejillas y cayendo sobre la almohada—. Pero abrí la puerta de mi habitación pensando que era el servicio de habitación y ahí estaba él. Y antes de que pueda reaccionar su mano estaba alrededor de mi cuello. —Comienzo a temblar y mis dientes castañean.
Matt tira de la manta y la pone a mí alrededor, escuchando atentamente aunque lo que digo le está rompiendo su corazón.
—Me levantó de la garganta y me empujó a través de la habitación, golpeando mi espalda contra la pared. Me dijo que no podía evitar la forma en que reaccionaba físicamente a mí debido a mi parecido a mamá, entonces su puño me golpeó en las costillas con fuerza antes de trasladarse a mi estómago; y cuando caí al suelo me asestó un golpe en la espalda para luego patearme fuertemente el torso. —Trato de limpiar las lágrimas de mis mejillas con mis brazos gritando de dolor, pero tengo tantos malditos tubos y cables conectados a mí que mis manos no pueden llegar allí. Matt se hace cargo de eso por mí mientras sujeta mi rostro suavemente entre sus manos y limpia mi cara con sus pulgares—. Entonces me sujetó de los hombros y me golpeó con fuerza la parte de atrás de la cabeza contra el suelo de mármol. No recuerdo nada más a partir de eso. ¿Cómo llegue aquí? ¿Qué pasó?
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Dispuesta A Amarte
RomanceSegunda entrega del libro Dispuesta A Encontrarte. Dicen que querer olvidar es recordar para siempre, y llevan toda la razón. Él hizo lo que temía que iba a hacer, y rompió mi frágil corazón; entonces yo hice lo que siempre supe hacer, y escapé. Aho...