Capítulo 15.

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Lottie

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Lottie.

Por primera vez en tres días, la lluvia finalmente ha cesado. Y aunque el sol brilla una vez más en el cielo, motivo más que suficiente para que casi todos los humanos de esta ciudad salgan a la calle, la carretera sigue mojada.

Aparco el coche en el primer sitio libre que encuentro a unas casas de la de Bradley, donde los chicos organizaron un "día de películas". Cierro los ojos un momento y respiro hondo, disfrutando de los débiles rayos de sol en mi rostro antes de ponerme en marcha.

Sonrío cuando camino junto a un par de niñas saltando la cuerda y canto junto a ellas, en voz baja, la misma canción que solía cantar con mis amigas cuando era pequeña.

Cuando llego a la puerta y toco el timbre, la gran sonrisa de Dan se transforma en una mueca y sus ojos azules lucen demasiado grandes en su conmocionado rostro de niño.

—¿Qué está mal contigo? —Se hace a un lado para dejarme ingresar a la casa y me mira de arriba a abajo—. ¿Acaso te golpeaste la cabeza al salir del coche?

Me río y golpeo suavemente sus costillas con mi codo—. No actúes como si nunca hubieras cantado una canción infantil, Dan.

Niego con la cabeza y, al sentir su estupefacta mirada todavía sobre mí, canto en voz alta y aguda mientras brinco mi camino hacia la sala de estar. Pero cuando descubro que esta está vacía, me quedo en silencio unos segundos e intento descubrir en que cuarto se encuentran en realidad.

—Están en la sala de cine. —Dan me empuja el hombro, haciendo que, por más que haya estado quieta, pierda el equilibrio y que mi cara esté a punto de tener un encuentro violento con el suelo.

Enderezándome, me giro y le fulmino con la mirada.

—Detrás de ti, imbécil. —Coloco mi mano en su nuca y lo empujo para que pase por delante de mí.

Al entrar a la silenciosa habitación, las caras perplejas de Justin, Aaron y Bradley me dan la bienvenida.

—¿Qué diablos estás cantando? —Bradley mira de mi rostro sonriente al conmocionado de Dan.

—No tengo idea hermano. —Levanta sus manos abiertas cual signo de rendición y sus ojos, aun completamente abiertos, se despegan de la figura de su hermano en el sofá para fijarse en mi rostro—. Te juro que por un momento creí que había sufrido de alguna conmoción cerebral o algo por el estilo.

—No seas exagerado. —Coloco una mano sobre el hombro de Dan junto a mí y me inclino para quitarme los zapatos—. Tuve que estacionar tres casas más abajo y me encontré con tres niñas saltando la cuerda mientras cantaban. No es mi culpa que los hombres no compartan las mismas costumbres que las mujeres cuando son tan jóvenes.

—Te juro que ni bien te escuché, se me vino a la cabeza la canción de la película de Freddy Krueger —Aaron comenta, fingiendo tener un escalofrío que exagera frotándose los brazos.

Dispuesta A AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora