Capítulo 38.

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Noah

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Noah.

Es mediados de Junio y finalmente decidí que necesitaba conseguir un empleo, no es como si necesitara el dinero o mi padre me haya dado un ultimátum, es sólo que estoy cansado de no hacer nada salvo pensar en Lottie todo el día. Por esa misma razón, me encuentro caminando hacia la heladería a la que Becca me llevó tiempo atrás luego de haber salido del cine.

El pequeño paraíso de colores pasteles no cambió en lo más mínimo, sus seis mesas de vidrio dispersas alrededor del frente de la tienda siguen impolutas, y los cojines de color rosa, amarillo, azul y lavanda de las sillas de marco de metal que coinciden con las bases de las mesas lucen igual de mullidos que un malvavisco. Tan pronto como la campana dispuesta sobre la puerta suena, la pequeña rubia con un corte de cabello estilo chico levanta su cabeza detrás del mostrador.

—¡Hola, Noah! Cuanto tiempo sin verte —Olivia saluda alegremente—. ¿Qué puedo hacer por ti?

—Estoy buscando un empleo, para el verano —contesto recostando mis antebrazos sobre el mostrador entre nosotros—. ¿Crees que podrías conseguirme una entrevista o algo por el estilo?

—Estás de suerte. Miranda acaba de renunciar y Dael está desesperada buscando un reemplazo. Ven, deja que te lleve a ver a la reina del hielo. —Sonríe haciéndome señas para que la siga.

—¿Reina del hielo? —pregunto abriendo la pequeña puerta que me llega hasta la altura de la cadera para poder pasar hacia el otro lado del mostrador.

—Sí. Hielo, helado... tú entiendes. Actúa como si estuviera al mando de un reino —susurra, poniendo los ojos en blanco antes de empujar una puerta vaivén marcada por "Sólo empleados", llevándome a una oficina que luce mucho mejor de lo que había imaginado—. Dael, este es Noah y está buscando empleo para el verano.

—Hola, Noah. Por favor, pasa. —Dael, o la reina del hielo, luce exactamente como me la imaginaba. Su cabello luce como si acabara de llegar de la peluquería, y eso que apenas pasan de las once de la mañana; y sus largas uñas pintadas de rojo se asemejan a garras—. Toma asiento.

Sentándome en la silla colocada frente a su escritorio, sonrío expectante.

—¿Alguna vez has estado en una entrevista de trabajo antes, Noah?

¿Es tan obvio?

—No, señora.

Riendo entre dientes, abre un cajón de su escritorio y toma un pedazo de papel que luego coloca delante de mí junto a una pluma—. ¿Por qué no llenas la primera sección?

—Muy bien. —Me aclaro la garganta y empiezo a escribir.

—¿Así que nunca has tenido un empleo antes? —pregunta.

—Solía cortar el césped en la escuela media —digo sin levantar la vista, concentrado en completar todos los datos correctamente.

—Bueno, eso es algo. —Alzo la cabeza a tiempo para ver cómo se encoge de hombros—. Pero tenerte aquí será una buena adición. Luces como alguien muy carismático.

Dispuesta A AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora