Capítulo 2: Persiguiendo a una extraña

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- ¿Sabes quién es ella?

Esa pregunta retumbaba en mi cabeza desde que María la había dicho en el coche y seguía retumbando al día siguiente mientras daba vueltas en el sofá-cama improvisado. ¿Por qué no se lo había preguntado? Hasta para eso era idiota. Quizá simplemente me daba miedo saber la respuesta. Podía ser cualquiera. Alguien conocido, alguien con quien quizá había hablado o con quien trabajaba y veía todos los días. Joder, necesito saber quién es. Quería saber si era más guapa que yo, más fea, más alta, más baja. Si tenía los ojos verdes, marrones o azules. Mierda. ¿Habían tonteado delante de ella? o se escondían sabiendo que lo estaban haciendo mal? ¿La otra tendría pareja también y se reían de ellos o estaba soltera? Joder, la odio.

Me levanté para ir a la ducha y despejarme, no había dormido nada esta noche y necesitaba agua fría para despertarme. Hoy tenía mucho trabajo atrasado. Trabajaba en una galería de arte, de momento exponiendo cuadros de otros, pero mi sueño era algún día exponer los míos propios y dejar de enseñar arte ajeno. Pero de momento, no lo había conseguido. Había ganado algún premio que otro con alguna obra mía, pero nada importante.

Hoy tenía que organizar un evento muy importante del sábado noche. Se estrenaba una nueva exposición y tenía que coordinarlo todo.

Rebusqué en todas las cajas que había traído del apartamento buscando el portátil, pero no lo encontré. Mierda. Una imagen de mi ordenador en mi antiguo apartamento apareció en mi mente. Eres idiota. Cogí el móvil y llamé, aún sin estar preparada para el reencuentro.

- ¿Alba? -preguntó Isaac cauteloso.

-Eh, hola. Me he dejado el portátil en el apartamento y lo necesito para trabajar-dije lo más seca posible. Las palabras de María seguían en mi sangre, quemando.

Escuché bufar a Isaac.

-Alba, tengo muchísima prisa y no puedo esperarte, te lo llevo a la oficina y pasas a recogerlo.

-Ok- dije y colgué.

Genial, seguro que todos sus amigos ya saben que hemos cortado y será súper incómodo.

Oí a María salir de su habitación y me dispuse a preparar el desayuno para las dos.

- ¿Qué maravilla es ésta? - exclamó María al ver el desayuno en la mesa. Yo sonreí y me senté junto a ella.

-Nada, vivir con Alba Reche es así- dije orgullosa y alardeando de mis facultades.

María sonrió y empezó a comer su tostada con devoción.

-Tengo que ir a la oficina de Isaac, ayer me dejé el portátil en su casa- dije suspirando.

Ella paró de tragar y me miró con malicia.

-Tía, así puedes investigar si trabajan juntos.

La miré con curiosidad, parecía más interesada que yo, aunque su idea me había gustado más de lo que pensaba demostrar.

-No voy a hacer eso, Mari. Soy adulta.

Ella me miró incrédula y se encogió de hombros como respuesta para seguir comiendo.

Ja. Estaba claro que un poco sí indagaría. Necesitaba saber quién era la chica que le había cautivado. Más para poder olvidarme del tema que otra cosa. Eres una puta cotilla, Alba Reche.

Acabé mi desayuno y fui directa a mi maleta, buscando algo adecuado para ponerme, entre un look formal pero totalmente pensado. Para que Isaac y su "querida", si es que estaba ahí me mirasen un par de veces.

Llegué a la oficina a media mañana, enfundada en unos vaqueros negros altos, una camiseta blanca básica y una chaqueta negra para no pasar frío. No era de maquillarme mucho, lo justo para resaltar mis ojos y pintalabios rojo siempre. Cogí aire antes de abrir la puerta y entré con una sonrisa que tenía más que estudiada.

Tenemos que hablar // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora