Capítulo 1: ALBA

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-Tenemos que hablar-dijo con un tono tan serio que hizo que me girase de golpe.

No parecía nada bueno. Se lo noté en la cara. Analizándolo, llevábamos saliendo cuatro años y medio y últimamente habíamos entrado en una relación aburrida y monótona, que seguramente sólo se mantenía por el cariño y la confianza entre nosotros.

-Dime, Isaac.

-Me he enamorado de otra persona y quiero dejarlo.

Pum, directo, al grano. Eso no me lo esperaba. ¿Hay otra persona?

- ¿Me has puesto los cuernos? -pregunté indignada alzando la voz.

Pensaba que nuestra relación era más importante para él. Quizá ya no éramos los del principio, quizá ya no había pasión, pero siempre le había respetado y pensaba que él también a mí. Dolió más de lo que pensaba.

Él hizo una mueca de incredulidad y me miró dolido. Idiota.

-Claro que no. Por eso te lo estoy diciendo ahora, estoy empezando a sentir algo por otra persona y creo que te lo debo. Nuestra relación es lo suficientemente importante para mí para no engañarte.

Suspiré al guardar la última caja de mis cosas del apartamento que hasta ahora había sido nuestro hogar. Y observé, por última vez, el piso que tan buenos recuerdos me había dado.

Isaac y yo nos habíamos conocido en el instituto y habíamos sido grandes amigos hasta que en el último año de universidad surgió el amor, despacio, a fuego lento y creando una unión que ahora, a pesar de saber que ya no estaba enamorada, me costaría romper.

Me gustaría no perderte, Alba. Te quiero y necesito que formes parte de mi vida.

Ésta fue su última frase antes de cerrar la puerta y dejarme tiempo para recoger mis cosas. Por mi parte, necesitaba tiempo, necesitaba recuperarme de la ruptura para poder brindarle mi amistad. Saber que se había enamorado de alguien más cuando estaba conmigo había dolido. Eso, a mi pesar, era lo que más escocía. Sé que le ha pasado a mucha gente y que es algo común, pero que te pase a ti, siempre jode más. Mi autoestima se vería afectada considerablemente por ello. Tú no tienes la culpa, Alba. No es que no valgas suficiente. Simplemente se ha enamorado de otra persona. Fin. No profundices más.

Un montón de preguntas se apelotonaban en mi cabeza ahora que estaba en el coche de María. Se había ofrecido a dejarme vivir en su piso unas semanas, hasta que yo encontrase un sitio en el que vivir. María no dejaba de mirarme de reojo mientras conducía, pero no se atrevía a decirme nada. Mientras, yo no dejaba de pensar en todo lo que le podía haber preguntado. ¿Quién era ella? ¿dónde se habían conocido? ¿ella sentía lo mismo por él?

-Es un idiota por dejarte, Alba. Deja de comerte el coco.

Miré a María con una sonrisa algo forzada y me atreví a contarle la verdad.

-Me ha dejado por otra- solté sin más, volviendo la vista a la ventana como si no hubiese dicho algo tan importante.

- ¿Qué? ¡Será hijo de puta! ¡Cuando lo vea lo voy a matar! -gritó María alterada.

Sonreí por tener a una amiga tan intensa y suspiré intentando poner en orden mis pensamientos para explicárselo mejor.

-Mari, dice que no ha pasado nada entre ellos, pero que se ha enamorado y que no es justo seguir conmigo si piensa en otra- dije pausadamente para que María lo entendiese.

- ¿Y tú te lo crees? -preguntó incrédula mi amiga- eres demasiado ingenua Alba.

Dudé un segundo y me puse a pensar en lo último. ¿Era ingenua? ¿O simplemente confiaba en Isaac?

-Hemos sido amigos desde los trece años, creo que merece mi confianza.

María me miró dudosa y negó con la cabeza.

-No quiero malmeter, Alba, pero no es confianza, es ser realista. Enamorarse es perder la cabeza, es no pensar y actuar. Siempre lo he visto así. Y yo no dejaría una relación de cuatro años y medio por un jueguecito. Por mucho que te respete puede haber pasado. No lo veas tan santo porque nadie es así.

La miré ofuscada por todo lo que acababa de soltar, sentí cada una de sus palabras clavarse en mi piel. Intenté recomponerme y dejar de analizarlo.

-No, yo no creo que...-intenté seguir, pero me había bloqueado. Quizá sí era demasiado ingenua, quizá confiaba demasiado en la gente y era idiota por pensar que lo que para mí era algo impensable, otras personas no lo veían tan mal. Dejé de agobiarme cuando noté la mano de María acariciarme la pierna para relajarme.

-Lo siento si me he pasado, pero creo que a veces pecas de buena, Alba.

Suspiré y volví a mirar por la ventana para intentar contener todos mis pensamientos y evitar así romperme allí mismo. Empezaba a sentirme como una mierda.

-Supongo que necesitaba escucharlo, existe la posibilidad de que me haya mentido- contesté cuando vi que no se me quebraría la voz.

- ¿Sabes quién es ella?



Bienvenidos.

Tenemos que hablar // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora