Capítulo 17: El peor beso de la historia

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POV NATALIA

El sonido del teléfono me distrajo de mis propios pensamientos mientras calentaba el tercer café del día, pero era imposible despejarme.

Mikel no había parado de llamarme desde esta mañana, pero era incapaz de afrontar la situación. Nunca me había ido de su casa sin despedirme y entendía que estuviese molesto, él no tenía ni idea de lo que me pasaba y no era el único.

Fue un beso de mierda y le estaba dando demasiada importancia. No entendía mi comportamiento. Debí habérselo explicado a Mikel. Mikel, me atrae una chica, nos hemos besado esta noche. Fin. No era la primera vez que sucedía, no debería ser difícil de explicar, por algo teníamos una relación abierta, Natalia, por Dios.

Pero no podía. No me salía explicarle lo que pasó anoche porque fue algo diferente. Muy a mi pesar sabía que esta vez había algo más. Un algo que las otras veces no estaba. Un algo que nunca había estado hasta ahora y me preocupaba. ¿Qué tendrá Alba Reche?

Un pensamiento en mi cabeza no había dejado de repetirse desde ayer. Tenía que hablar con Alba, pero me daba miedo. Tenía muy claro lo que tenía que decirle, pero cerca de ella no sé gestionar lo que siento. Todavía no sabía si estaba enfadada con ella o le tenía que pedir disculpas.

Y repasar una y otra vez lo que había pasado esta noche no me ayudaba. Poco a poco había ido distorsionado lo que pasó y ya era incapaz de tener nada claro. Sólo podía recordar su sabor. Si no me hubiese sonreído al besarme todo sería más fácil.

Debía aclarar las cosas para que no se complicasen más. Pero dejaba pasar las horas porque era una cobarde.

Decidí probar suerte e ir a la galería por si hoy trabajaba.

Llegué a media tarde a su local y a pesar de haber sido yo la que había ido hasta ahí deseaba que no estuviese abierto. Pero lo estaba. Me lié un cigarro antes de entrar para prepararme e intentar ver a Alba desde mi posición, pero no tuve suerte. Dudé si seguir adelante, pero al final decidí ser fuerte y afrontarlo lo antes posible. Cuanto antes mejor. Nunca se me habían dado bien estas situaciones.

Tiré el cigarrillo a medias y entré. Saludé de forma cordial en voz alta, pero no obtuve respuesta. Me quedé embobada mirando los cuadros que ya había visto, hasta que un ruido fuerte hizo girarme.

- ¡Ahora voy! -gritó desde atrás de la puerta- ¡joder! -exclamó al chocarse con algo.

Me reí nerviosa al oírla quejarse. Esta situación hacía que me suden las manos. Ella salió de la puerta y me miró con los ojos desorbitados. Supongo que era la última persona que esperaba ver.

- ¿Qué haces aquí? -preguntó cortante.

Me fijé en sus manos llenas de pintura y me pregunté si también pintaba y si habría algún cuadro suyo expuesto en este local.

- ¿Pintas? -dije señalando sus manos para empezar una conversación menos difícil y me di cuenta de que no tenía ni idea de la vida de Alba. 

Ella se miró las manos y con un trapo que llevaba colgando del pantalón intentó limpiarlas en vano.

- ¿Qué haces aquí? -insistió.

-Quería hablar las cosas-dije con una seguridad que no sabía que tenía.

Ella me analizó con la mirada de forma pausada y eso hizo que perdiese todo tipo de convicción, Alba suspiró algo abatida.

-No hay nada de lo que hablar-me sorprendieron sus palabras, pero no dije nada-no compliques más las cosas.

- ¿Complicarlas? -pregunté incrédula- sólo quiero aclarar esta mierda.

Alba me miró como si hubiese dicho una tontería.

-No hay nada que aclarar. Ayer estábamos borrachas. Fue un beso estúpido por la adrenalina de la discusión. Ni yo te gusto, ni tú me gustas. Seguramente ni nos volvamos a ver después de hoy. Fin de la historia.

La miré algo atónita por el tono frío e indiferente que había usado. Al menos ella era capaz de decir las cosas claras. A pesar de querer decir algo parecido, me molestaba escucharlo de su boca y me jodía el triple saber que para ella había sido tan fácil decirlo. Quizá era la única que le había dado importancia a esta situación. Muy en el fondo de mi mente esperaba que la situación fuese distinta, pero esto me había dejado claro que había sido todo invención mía.

-Te recuerdo que Isaac trabaja para mí-intenté rebatirle el único punto que podía, a pesar de sonar patética en mi cabeza.

Ella me miró como si tuviese cinco años y yo fruncí el ceño al no entenderla.

-No estoy con Isaac, Natalia, ni creo que vuelva a estarlo nunca.

Me quedé un poco desubicada porque pensaba que habían vuelto, pero decidí que no era buena idea preguntar ahora.

-Vale- fue lo único que pude contestar.

-Cierra cuando te vayas-fueron las últimas palabras que había escuchado antes de que desapareciese por la puerta por la que había entrado.

Me quedé ahí de pie como una idiota cinco minutos más sin saber qué hacer. Esperando algo que no llegaba. Se había ido y yo seguía notando el olor de su perfume. Me sentí patética, Alba me hacía sentir patética y no me gustaba nada. Me dio la sensación que había quedado como una idiota y no entendía el porqué. Sólo me gustaría ir detrás de ella y gritarle que la idiota era ella y que ese beso estúpido fue el peor beso de la historia. Pero sólo fui capaz de salir de la galería en silencio e irme a casa.

Tenemos que hablar // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora